Capítulo 34 Noche de Bodas y Cenefas Floreadas

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*****Advertencia: Este capítulo es algo calenturiento!!!!

Capítulo 34 Noche de Bodas y Cenefas Floridas

Ardith lucía hermosa en su traje de novia. Parecía un ángel con su delicado vestido blanco perla de corte imperio hermoseado con aplicaciones floreadas en fino hilo de oro. El oneroso escote de corte redondo impregnado de perlas y cristales se mostraba atrevido para el deleite de su amado. Sus damas habían hecho una larga trenza con sus cabellos dorados y decorado con florecillas blancas. Sobre su cabeza llevaba puesta una tiara de plata incrustada con perlas y diamantes. La joven duquesa caminaba del brazo de un orgulloso Lord Aelderic que la contemplaba y suspiraba. La hermosa rubia se desplazaba con gracia magistral al ritmo de la marcha nupcial y fijaba su mirada en el hombre a quien amaba, Edmund. Sonreía. Sus ojos verdes destellaban el reflejo de un amor que había vencido toda adversidad de este mundo o el otro.

Parecía como un sueño lejano, más bien una pesadilla, todo aquello que había acontecido. A un mes de que su amado despertara de aquel letargo funesto en el que se hallaba tras haber sido capaz de ofrecer su vida en cambio de probar que Ardith no se había convertido en un demonio como Leila, por fín había llegado el día tan anhelado. Gracias al Cielo que no había sido necesario un sacrificio ulterior y que el joven y apuesto heraldo había sobrevivido... Y Ardith seguía siendo humana. La duquesa resultó airosa en su batalla contra el mal. Los demonios que la acechaban se habían ido al infierno junto con Leila Von Dorcha.

Ya se acercaba la novia al altar entre vítores y el regocijo de los presentes. Su prometido, Sir Edmund Wigheard la esperaba sonriente junto al Obispo Rudrich. El joven conde miraba embelesado a su adorada y suspiraba. Una gran sonrisa reflejaba satisfacción al verla tan radiante. Su corazón no cabía en su pecho y sólo pensaba en la alegría que representaba este día en el que por fin desposaría a Ardith y sus vidas quedarían unidas por el Santo Sacramento del matrimonio para siempre.

—Te deseo toda la felicidad del mundo, mi pequeña. Te entrego al hombre que amas y que sé que te hará sumamente feliz—, Lord Aelderic le hablaba a su hija con gran emoción. Luego, el duque le hablaba a Edmund. —Sir Edmund Wigheard, conde de Wigmodia, entrego a mi hija, Ardith Cuthberht Von Goslar en tus manos, para que la hagas dichosa por los días venideros—. Lord Aelderic tomaba su lugar junto a unos emocionados Condes de Wigmodia y un orgulloso y feliz Rey Enrique.

El viaje que habían decidido hacer en circunstancias infaustas, se convirtió en regocijo, cuando a su llegada encontraron a Edmund fuera de peligro. Así pues decidieron quedarse como huéspedes en la mansión de Cuthberht durante las semanas pasadas e iniciar de inmediato los preparativos de la boda. Ya era hora y por mucho se había postergado la felicidad de Ardith y Edmund.

Ardith tomaba la mano de su amado y ambos se miraban y sonreían. La joven temblaba de la emoción. El obispo procedía con el sagrado ritual de matrimonio. Las frases en latín se perdían ininteligibles en el aire pues Ardith sólo tenía ojos y oídos para su amado. Y luego de haber dicho sus votos y haber intercambiado anillos el obispo pronunció la célebre frase, —Los declaro marido y mujer— y se fundieron en un largo y apasionado beso.

Esa noche, Ardith salía del lavatorio luciendo un hermoso camisón semi-transparente con encajes. Su desnudez se percibía etérea delineada sutilmente a través de la fina tela. Los ojos de un muy emocionado Edmund se posaban fijamente en el contorno curvilíneo de su ya esposa. Sus senos firmes y redondos culminaban en unos pezones rosados y erectos haciendo que el vestido se impregnara en su pecho. La mujer semejaba una ninfa de los bosques con sus cabellos sueltos posándose naturalmente sobre sus hombros.

—Te ves hermosa... mi sensual doncella—,  Edmund le hablaba a su esposa casi en un susurro. Ella sonrojada le sonreía.

Su amado la esperaba con ansias de pie junto a la enorme y hermosamente decorada cama de cenefa totalmente desnudo. Su cuerpo varonil y fornido dejaba sin aliento a Ardith quien no podía esquivar la mirada de la virilidad expuesta de su esposo. Edmund caminaba hacia Ardith. Ella caminaba hacia él. Ambos al pie de la cama se abrazaban y besaban con ardiente pasión.

—Te amo—.  Le decía repetidas veces Ardith a Edmund.

—Yo también te amo... Daría mi vida por ti. ̶  Edmund le contestaba y la besaba con candor en toda su piel expuesta.

Desabrochando con delicadeza el camisón de Ardith, Edmund dejaba caer las finas vestiduras al suelo. Ardith jadeaba al sentir el rose del miembro firme y erecto de su esposo en su piel. Lo deseaba. El aroma de la pasión inundaba la habitación. Edmund colocaba suavemente a Ardith en la cama y la colmaba de caricias y besos. Saboreó todo su cuerpo brindándole a la joven sensaciones nunca antes sentidas... superaban cualquier otro momento de lujuria desenfrenada vivida en un pasado tortuoso o pecaminoso... Ahora sabía lo que se sentía ser amada y la pasión desbordante de saberse entre los brazos de su Edmund.

Edmund se colocaba sutilmente sobre el cuerpo de su esposa y la hacía suya con el cuidado que ameritaba la naturaleza virginal de su mujer. Ardith cerraba sus ojos. Sentía como su hombre se adentraba en ella poco a poco. Dolor, placer... dolor, placer... placer y sólo placer. Ardith abrazaba a Edmund y rallaba su espalda. Con sus piernas lo aferraba hacia ella.

Ambos gemían y sudaban en el fragor del ardiente momento. Edmund levantaba a Ardith en sus brazos sin despegarla de para quedar sentados en el medio de la cama. La duquesa se mecía con el vaivén de la pasión y sus piernas rodeaban a su amado apretándolo aun más a su cuerpo. El hombre sonreía ante la gracia en la cama que demostraba su mujer. Ardith desbordaba fogosidad. Ahora si estaba convencido que pasaría el resto de sus días con esta mujer pues lo hacía sentir dichoso y completo.

Ardith se colocaba sobre Edmund. Sus piernas abiertas colocadas a ambos lados de las caderas de hombre. Ella parecía danzar sobre el cuerpo de su esposo y este la contemplaba extasiado. No podía concebir que una doncella tan angelical pudiera ser tan impetuosa en la cama. Él caía rendido ante su apasionada mujer. Edmund miraba como su esposa se movía sobre él y agarraba sus pechos, su cintura y sus caderas. Su esposa era todo un deleite de mujer.

Ambos llegaban al punto donde el cielo era alcanzable. Edmund gemía y jadeaba imparablemente. Ardith sentía como los músculos de sus piernas se tensaban y temblaban. La sensación era indescriptible. Edmund habiendo terminado y su cuerpo relajado abría sus ojos para mirar a su esposa que se movía aún sobre él. Ardith jadeaba con más ímpetu y casi gritaba extasiada. Su boca abierta mostraba unos largos y puntiagudos colmillos. Edmund buscó moverse hacia atrás. Ella lo apresaba con sus piernas. Edmund abría sus ojos enormes y aterrado no creía lo que veía.

—¡No! Ardith, mi amor... tu no—. Edmund apenas podía hablar. Sentía una mezcla de tristeza, resignación, impotencia, terror... amor.

Ardith lo miró ladeando su cara como quien no conoce a quien tiene en frente. Sus ojos parecían dos bolas de fuego destellando con tonos de azul verdoso y rojo como salidos de un ente infernal. Ella miraba fijamente a su esposo quien inútilmente intentaba liberarse. Ardith se abalanzó sobre Edmund y le clavó los colmillos en la base del cuello. De los ojos de Edmund salía una lágrima. Su mirada se perdía en los diseños floridos de la cenefa de la cama.

'Fin'

Nota del Autor:

Hola a todos. Hasta aquí el final de mi primera novela escrita en Español, Ardith. Espero que haya sido de su agrado. Gracias por acompañarme durante estos meses en esta aventura literaria. Aprecio de sobre manera todo su apoyo con sus lecturas, votos y comentarios. Ha sido un placer contar con tan maravillosos seguidores, lectores y amigos. Pronto habrá un epílogo y un proceso de edición y revisión de la historia completa. Si tienen alguna sugerencia, sientanse en la libertad de comentar... !Gracias nuevamente!

Ardith (Español) [Historia destacada-Featured]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora