Capítulo 6 Embelesado

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CAPÍTULO 6

EMBELESADO



Ardith entró al cuarto y sorprendió a su padre, parado junto a la cama y acariciando los cabellos de Leila mientras esta aún dormía. Lord Aelderic se encontraba mirando como embelesado a la preciosa joven y no advirtió que su hija lo observaba. Ardith le habló alejándolo del todo de sus pensamientos. —¿Padre, qué haces aquí?—, la duquesa se aproximaba caminando y traía una bandeja en la que cargaba un plato con un espeso y oloroso caldo y unas hogazas de pan.

Mientras las colocaba sobre la mesa junto a la cama donde dormía la joven de negros cabellos, su padre le contestaba.

—Sentí curiosidad por saber quién era la joven de la que todos hablan. Ha causado conmoción entre la servidumbre. Todos comentan de ella... y ya veo por qué. Es muy bella—. Lord Aelderic aún fijaba su mirada con ternura en el plácido rostro de Leila.

—Si, es muy encantadora. Es una pena que la pobre haya pasado por tan terribles momentos y lejos de su hogar sin que nadie la socorriera.

—¿Qué exactamente es lo que le ha pasado?—, preguntó Lord Aelderic ahora mirando a su hija.

—Bueno, cuando la hallé en el bosque cerca del cementerio...—, Ardith comenzaba a relatarle a su padre lo ocurrido el día anterior cuando halló a Leila en el bosque y lo poco que sabía de lo que le había acontecido a su huésped, pero en esos precisos momentos ésta abría sus ojos y con una voz apenas perceptible repetía el nombre de Ardith.

Cuando Leila advirtió que había otra persona en la habitación, reaccionó de manera errática, tal y como lo hizo cuando Barón Ascili estaba examinándola. Se repetía entonces la escena de hace un par de horas atrás. Leila se cubrió con las sábanas hasta el cuello y envolviéndose en las mismas se arrastró rápidamente hasta al espaldar de la cama encogiendo sus piernas, como una niña aterrorizada ante la presencia de un fantasma. Sus ojos dilatados, más negros que la noche impresionaron al padre de Ardith, quien dio unos pasos hacia atrás asustado.

—¿Quién es éste hombre Ardith? ¿Qué quiere?—, Leila temblaba en la cabecera de la cama mientras Lord Aelderic la miraba atónito. La duquesa de inmediato se sentó junto a Leila y la abrazó en un acto casi maternal. Leila recostó su cabeza sobre el pecho de Ardith, que le acariciaba los cabellos e intentaba calmarle.

—Él es mi padre, Lord Aelderic Cuthberht, duque de Harzburg. No tienes por qué sentir temor, te dije que aquí no te va a pasar nada.

Ya Ardith sentía como Leila relajaba un poco más su cuerpo y se sentaba derecha en la cama. Entonces sonrió al caballero luciendo algo más calmada. Lord Aelderic la miraba tiernamente y extendía su mano hacia la joven en un intento de demostrar que era confiable. Leila dudó en un principio, pero extendió su mano de igual modo para saludar al duque, mientras éste le hablaba con ternura, —Leila, no conozco los detalles de tu infortunio, y no pretendo que me los digas ahora, si esto te causa algún dolor o pesar... ya me dirás en su momento. Sólo quiero que sepas que mientras estés en mis tierras bajo mi protección y los cuidados de mi adorada hija, nada te va a pasar. Aquí estás a salvo y nadie, absolutamente nadie te va a tocar. ¿Has entendido?

Leila asentía. Sus ojos llorosos y las manchas purpúreas aún visibles en los brazos de esta conmovieron lo más profundo del alma de Lord Aelderic, quién aún sostenía la mano de Leila. El duque no podía despegar su mirada del rostro de la hermosa y enigmática joven. Algo en esas negras orbes lo mantenía inmóvil, como hechizado.

—Padre—, Ardith aclaraba su garganta e intentaba despertar a su progenitor del embelesamiento en el que se encontraba sumergido. Ella nunca había visto a su padre tan quieto y mudo como al momento de sostener la mano de Leila y mirarla como la miraba. Esto la enterneció pensando que era en respuesta de su instinto paternal. Sin embargo Lord Aelderic entendió lo que quería decir la fija mirada de su hija y soltó la mano de Leila con delicadeza. Ardith continuó hablándole a su padre—, creo que es hora de que Leila coma algo y se bañe.

—Oh, sí, claro. Las dejo para que Leila pueda reponerse pronto.... Fue un placer haberte conocido... Leila—, esto último lo dijo como un prolongado suspiro.

—El placer ha sido todo mío, Lord Aelderic. Gracias por todo. Ustedes han sido muy amables conmigo. Gracias a Dios que Ardith me encontró, sino no sé qué hubiera sido de mí.

—Aquí vas a estar muy bien muchacha. No tienes nada que agradecer. Que descanses—, Lord Aelderic le sonrió y luego salió del cuarto, dejando a las dos jóvenes sentadas en la cama.

Mientras conversaban, Leila tomaba poco a poco sorbos de la sopa que le trajo Ardith. La hija del duque se reía de las exageradas muecas que hacía Leila cada vez que se echaba a la boca las cucharadas del aromático caldo.

—Vamos, que no está tan desagradable. Yo misma lo preparé y probé un poco antes de traerte el tuyo—, Ardith le decía a su protegida mientras se reía.

—Está bien. Es que nunca lo había comido.

Tiene un sabor extraño para mí.

—¿Nunca lo habías probado? Es un caldo muy común. Sólo tiene especias y caldo de pollo. ¿Qué cosas le dan a las personas cuando se enferman en Suavia?

—Digamos que otro tipo de caldo... uno más espeso y reconfortante. Tan saludable que es capaz de revivir a un muerto.

—Ay Leila, qué cosas dices. Pero si es así de efectivo, tendrás que compartir la receta conmigo—,

Ardith se reía y removía el plato para colocarlo en la mesita junto a la cama luego de que su protegida lo terminase.

—Eso dalo por hecho amiga—, Leila contestó hacíendo un guiño de ojo de manera juguetona.

—Bien amiga es hora de que te bañes y te cambies de ropa. Llevas casi dos días con ese mismo camisón de dormir.

—Sí, tienes razón Ardith. Creo que un baño me hará muy bien.

Ardith ayudaba a Leila a levantarse de la cama y ésta se apoyaba de la duquesa. Una vez más la rubia sentía una corriente fría recorrer su cuerpo. Más no era una sensación desagradable. Inclusive, se sentía reconfortante, casi placentera. Ardith hizo caso omiso a esto y lo consideró algo natural, aunque inusual. Conversando, ambas entraron al cuarto de baño ya preparado para Leila.


Ardith (Español) [Historia destacada-Featured]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora