Capítulo 30.

24.6K 1.8K 202
                                    

Renata se encontraba en casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Renata se encontraba en casa. Todo iba perfectamente bien en la pequeña reunión, pero ahora se encontraba la mujer que por poco les quitaba esa posibilidad, y estaba ahí, mirándolos a todos. Después de saludar a sus nietos, a quienes no había visto por días, volvió su mirada a todos los mayores en la sala, mientras Bibi y su hermano menor se llevaban a los niños al patio con algo llamado "empanaditas mini" que había hecho Johanna.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Meredith muy decidida. Samantha le había contado a su familia lo que había ocurrido. Ya que cara era más o menos conocida en el internet, ellos tenían que saberlo, les debía eso. Braxton, al parecer, también lo hizo con su familia, así que ninguna de las tres familias ahí reunidas estaba muy de acuerdo con la presencia de Renata. Sin embargo, Samantha no le odiaba, simplemente esperaba que en un futuro pudiera mejorar, encontrar lo que le faltaba y llenar el vacío. Esperaba que fuese Dios el que tomara ese lugar. Él realmente hacía cosas increíbles, lo estaba haciendo con ella.

—Sé lo que puede estar pasando por su cabeza en estos momentos, lo entiendo. Pero esta noche estoy aquí para hablar con Samantha, no con ustedes. —Las palabras de la mujer rubia frente a ella fueron claras, aun cuando todos prácticamente gritaron "no" como un coro muy reconocido.

—No lo creo, me parece que si tienes que hablar con Samantha entonces lo harás aquí, frente a todos. ¿Qué puede pasar? —Era la voz de Braxton ahora, quien se encontraba al lado de la chica y no esperaba moverse de allí.

—Tengo que hablar con ella, no le voy a hacer nada. —Braxton iba a responder otra vez pero Samantha no lo dejó, porque comenzó a caminar hacia la puerta con Renata siguiéndola. Eso no molestó a Braxton, pero sí lo llenó de miedo mientras comenzaba a caminar hasta la puerta también. Sin embargo, la castaña le dejó claro con la mirada que ella lo tenía bajo control, y eso esperaba, o perdería la cordura ahí mismo.— Gracias por acceder.

—No hay de qué. —La mujer se encontraba con uno de sus mejores trajes, gabardina color mostaza con tacones perfectamente lustrados y el cabello lo llevaba liso, el color era un rubio bastante bonito. Sam, por su parte, llevaba una falda hippie que le había regalado su hermana el año pasado para su cumpleaños. Le habían enseñado que el apretar sus dedos o moverlos enfrente de una persona demostraba inseguridad y ella no quería demostrarle eso a la mujer que tenía enfrente, por lo que llevó sus manos a la parte trasera como en ocasiones lo hacía Braxton, era algo en lo que ella se había fijado muchas veces.— Cuéntame, por qué quieres hablar conmigo.

—Lo primero es para disculparme. No espero darte una charla llena de hipocresía, no me agradas y posiblemente nunca lo hagas, pero no actué de la mejor manera. No pensé en mis nietos, solo pensé en mí. —Respiró pesadamente mientras se movía el cabello con todo el poder que podía hacerlo.— Por alguna razón ellos te adoran. ¿Cómo lo hiciste? No tengo ni la menor idea pero eso para mí es importante. Me lo demostraron el día que retiré la denuncia, así que no les dañaré eso en su vida. Si tú eres quien los hace felices, entonces me conformo con que se encuentren felices, aunque no me guste para nada eso.

UNA NIÑERA PARA MIS HIJOS |LIBRO #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora