Capítulo 15.

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—¡Es mi hijo a quien le dices animal, estúpida! —El hombre había pasado de estar aliviado, por alguna razón, al escuchar a Samantha presentar a los chicos a su lado como sus hermanos, pero ni siquiera había tenido el placer de regañarse internamen...

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—¡Es mi hijo a quien le dices animal, estúpida! —El hombre había pasado de estar aliviado, por alguna razón, al escuchar a Samantha presentar a los chicos a su lado como sus hermanos, pero ni siquiera había tenido el placer de regañarse internamente por ello, pues una mujer estaba sobre la chica, gritando en cuanto la tacleó, lanzándola al suelo. — ¡Métete con alguien mayor como yo, niña rata! —gritó la mujer.

— ¡Ok! ¿En serio? ¿"Niña rata"? ¿Eso es todo lo que tienes? —Preguntó Samantha, tirada en el piso, moviéndose el cabello como si el suelo estuviera de maravilla—. Primero, fue tu hijo quien empujó a mi niño. ¿Tengo la culpa de que tu educación en casa no haya sido lo suficientemente buena como para enseñarle a tu hijo que no se debe tratar violentamente a las personas? —La chica se fue levantando mientras limpiaba la grama de su ropa. Aunque Braxton trató de ayudar, en el momento que fue lanzada al suelo y dada entonces por terminada su corta charla. Ahora creía que todo estaba bajo control.

—¿Perdón?

—Perdonada, no hay de qué —comentó Samantha mientras se volvía rápidamente hasta donde se encontraba su jefe y retomaba su animosa charla. Braxton no pronunció ninguna palabra y nadie de los que estaban alrededor lo hizo tampoco.— En lo que estábamos, señor Abruzzi, estos son mis hermanos, Loras el mellizo de Pame, y Bastián, mi hermano mayor.

—Estas me las pagarás, niñita —habló la mujer, saliendo rápidamente de allí.

—¡Claro que sí, en cuanto me paguen por ser una gran niñera y no me despidan el día de hoy, le pagaré todo lo que le debo, daños y prejuicios, si es necesario! —gritó, causando mucha más rabia en la mujer.

—Samantha, es momento de que te calmes —habló Bastián, el hermano mayor. Braxton seguía sin mucho que decir, pues, para él, Samantha era una chica bastante calmada y hoy tenía su adrenalina por los cielos. Pero, a pesar de todo, algo tenía a Braxton preocupado. Por eso, aunque nadie había hecho la pregunta, él sí la hizo.

— ¿Te encuentras bien?

— ¡Oh sí, de maravilla, no se preocupe!

—Está bien. —Fue lo único que pudo decir, en ese momento voltearon de nuevo. Braxton fue hasta donde se encontraban su hija y su sobrina, acompañada de su hermana y los hermanos de Samantha, para por fin dar un saludo formal.

Samantha, por su parte, se encontraba con sus ojos puestos en el juego, como si lo entendiera perfectamente. Braxton tenía que admitir que, aunque le molestaba un poco el hecho de que había sacado a Sandy sin permiso de su clase, esta se encontraba feliz de ver a su hermano jugar, e incluso le hacía porras como una porrista profesional. No podía culpar a Sam de todo.

No lo había pensado en ese momento, pero Samantha era muy bonita. Sí, había pensado anteriormente que era linda, no era tonto, pero esta vez ella no se veía tierna como siempre, se veía bonita, decidida y era algo que iba a tener que guardarse para él solo, o eso pensaba, hasta que se encontró mirándola, y Bibi se quedó mirándolo a él.

UNA NIÑERA PARA MIS HIJOS |LIBRO #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora