Capítulo 14.

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—¿Que Loras hizo qué? —preguntó al teléfono con su madre mientras terminaba de peinar a Sandy para su clase de ballet

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—¿Que Loras hizo qué? —preguntó al teléfono con su madre mientras terminaba de peinar a Sandy para su clase de ballet.

—Tienes que ir a hablar con la señora Montana, no puedo hacerlo, Sammy. —Y nuevamente recordaban que Samantha era quien les salvaba de todas sus niñerías desde tiempos inmemorables. Su madre la había llamado solo para ponerle quejas de su hermano menor.

—¿Por qué no lo mandas a él? Si ya está bastante mayor como para hacer ese tipo de travesuras, claramente puede ir a disculparse solo.

—Se niega a salir de la cama y solo hay dos personas en esta vida que levantan a Loras y le obligan a disculparse, una de ellas eres tú, y la otra Bastián. —Bradley entró a la sala, corriendo mientras buscaba sus zapatos.

—¡Señorita Sam, mis zapatillas de Cristiano Ronaldo se han perdido! —gritó.

—No se perdieron, Brad. Las tengo aquí en el maletín, ya está todo listo.

—¡Gracias, señorita Sam!

Justo en ese momento el timbre comenzó a sonar. Samantha terminó de peinar a la pequeña mientras comenzaba a caminar hasta la puerta. Detrás de ella se encontraba una muy arreglada Bibi, tomada de la mano con Alessandra, quien también se encontraba arreglada para cualquier tipo de ocasión. Bibi saltó a darle un abrazo de saludo. No era que fueran grandes amigas, pero al parecer la menor de los Abruzzi era muy amigable.

—Lindas sandalias, señorita Sam.

—Oh gracias, lucidas exclusivamente por el señor Jesucristo en sus tiempos. —La pequeña comenzó a reír mientras entraba gritando el nombre de sus primos. Samantha rogaba internamente que no fueran a hacer desastres, porque aunque no era muy buena peinando niñas, Sandy le había quedado bastante bien peinada.

—¿Qué harán el día de hoy? —preguntó Bibi.

—Sandy tiene clases de ballet y Bradley tiene un partido importante, al cual se supone debemos ir en cuanto Sandy salga de su clase, pero no sé si lo lograré porque mi madre acaba de llamar y decirme que tengo que llevar a mi hermano a pedir disculpas a la casa de unos, antes muy amigos, de mis padres.

—Día agitado —respondió la chica, y Samantha asintió—. Qué bueno que esté libre y quiera ayudar. Me encanta pasar tiempo con mis sobrinos.

—¡Señorita Brown, tenemos un problema! —Entró Johnny, el guardaespaldas, rápidamente.— Acabamos de tener un pequeño problema con la camioneta, una llanta está pinchada, y era el repuesto. Lo siento, señorita Brown, no creo que lleguemos a tiempo con los chicos. —¿Era en serio eso? De todas las cosas que podrían ocurrir, ¡pincharse la llanta! ¡Vaya, que linda manera de comenzar el día!

—No te preocupes Johnny, yo lo arreglo. —Claro que lo arreglaría. Ella era una increíble niñera, no era como esas que salen en televisión, pero era buena, bastante comprensiva y muy recursiva.— Bibi, ¿trajiste tu auto?

UNA NIÑERA PARA MIS HIJOS |LIBRO #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora