Capítulo 18.

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—Me voy a París un tiempo y todo ha cambiado por aquí

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—Me voy a París un tiempo y todo ha cambiado por aquí. Mi nieta no aparece en las prácticas de ballet y viste ropa que no combina; mi nieto ha dejado las clases por las tardes por jugar videojuegos; y la niñera que yo había escogido ahora fue cambiada por una chica que tiene el sentido de la moda, no sé dónde. —Samantha se encontraba rabiosa en la cocina mientras esperaba que la abuela de los niños, Renata, se fuera de casa lo antes posible. La mujer había llegado de su supuesto viaje dando órdenes por toda la casa. En algunas ocasiones llamaba a los niños y estos hablaban con ella, pero no sonaba tan repelente como lo hacía ahora, pensó la niñera, simplemente sonaba como otra abuela preocupada por sus hijos. La chica había reconocido a la mujer en cuanto había entrado por el lugar. Recordaba muy bien la mirada que le había regalado el día que había sido entrevistada. Meredith era un caso diferente, pero a Samantha realmente le agradaba más la señora Abbruzzi.— Estás descuidado, Braxton y estás descuidando a tus hijos. Camille no estaría complacida de verte así.

—Bueno, pues está muerta y dudo que reviva solo para decirle todo lo malo que está haciendo —comentó Samantha, en voz baja para que nadie le escuchara, mientras daba vuelta en la silla rodante de la cocina.

—Mis hijos están increíblemente bien, Renata, y yo lo estoy también. Solo están teniendo unas vacaciones un poco normales —dijo el padre de los menores. Samantha notó el cambio en su voz. No entendía si lo que había era molestia o simplemente desilusión, pero no era el tono en el que estaba acostumbrado a regañarla o a burlarse de ella—. Creo que nuestra vida cambió completamente. No puedo, no podemos, mejor dicho, pretender que todo debe seguir igual. Mis hijos tienen todo el derecho de elegir qué quieren vestir o a qué lugar desean ir. Sandy no quería practicar más ballet y no voy a obligarla a hacerlo.

—Tampoco era tan buena. Hablé con Margaret, la entrenadora, y me dijo que no tenía la misma gracia y habilidades de Camille, pero que podía ser trabajada para ser una buena bailarina en el futuro. ¿Por qué dejaste perder esa oportunidad? Habría sido como su madre.

—Por eso mismo, porque no quiero que sea como su madre o como nadie, Renata. Quiero que Sandy sea Sandy. Tampoco espero que ella se encuentre en un lugar donde la traten como "un poco buena", cuando puede estar en un lugar donde se le trate como "muy buena" o "la mejor".

—Eso, Brax, acaba con esa mujer —expresó Samantha, aún susurrando desde la cocina donde se escuchaba todo. No podía evitar sentir un poco de orgullo por su jefe, que ahora se encontraba enfrentándose a su exsuegra.

—Y en cuanto a la niñera que habíamos escogido antes, la encontré maltratando a Bradley. Sabes que no aceptaría nunca que a mis hijos les trataran mal en ningún momento, no me importaba si la niñera tenía o no sentido de la moda, no la traje a este lugar para eso, la traje porque necesitaba ayuda, y Samantha, porque ese es su nombre, es increíble en lo que hace. Es muy inteligente, amable, y sobre todo, adora a los niños. Bradley y Sandy le han tomado mucho cariño. —La chica sonreía mientras escuchaba a su jefe hablar maravillas de ella. No se podía quejar para nada porque le gustaba trabajar aquí, aunque al principio no le agradaba de mucho, ahora había tomado las riendas del trabajo y le gustaba. Sin mencionar que ella también se había encariñado con los pequeños.— Además es alguien con quien vale la pena trabajar, es agradable.

UNA NIÑERA PARA MIS HIJOS |LIBRO #1|Where stories live. Discover now