2: Niall

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»niall«


Miré el blanco techo de mi habitación y tallé mi rostro con enfado. A pesar de que tenía los ojos abiertos desde hacía más de media hora, no lograba despertarme del todo, pero tampoco podía conciliar el sueño. A veces olvidaba que la desventaja de tener un bebé en casa era que, no importara la hora que fuera, ni lo que estuvieras haciendo, tarde o temprano el bebé lloraría por cualquier motivo. Sobre todo si tenían hambre o su pañal se encontraba sucio.

Me giré de nuevo en la cama, entre el desastre de sábanas que había hecho al rodar en todos los sentidos posibles sobre el colchón buscando dormir de nuevo sin conseguir un resultado exitoso. Miré el reloj de mi teléfono y no intenté de nuevo hacer nada, ¿Qué caso tenía dormir ya, si en hora y media tendría que irme a la escuela?

Odiaba eso, la lucha constante para hacer que el tiempo se detuviera para dormir más. Quería graduarme pronto y hacer cualquier cosa que no fuera eso. Pero bueno, era jueves, faltaba poco para el fin de semana, ¿Qué más podía pedir? Además, no sería un fin de semana común y corriente. Había una fiesta, que prometía ser la mejor de todo el ciclo.

—Niall, cariño. Se te hará tarde de nuevo. — mamá habló desde afuera de la habitación, con un poco de ansiedad en su voz que no supe atribuir al estrés de levantarse tan temprano por los llantos de Theo o porque estaba retrasándome una vez más.

Y según yo, estaba aún demasiado temprano.

Miré el reloj una vez más y noté el tiempo que perdí. Se había ido volando. Y lo gasté en cosas tan vagas como pensar en tonterías y mirar los detalles de las paredes, el suelo y el techo de la habitación. Inclusive noté una pequeña telaraña en una de las esquinas en el techo.

Escuché como mi madre volvió a insistir desde la puerta y gemí avisándole que había escuchado su llamado, pero ella no se rendiría tan pronto. Me despabilé a fuerzas y contesté un ronco "ya voy", logrando que mamá se alejara finalmente de la puerta, satisfecha de haber logrado su cometido al despertar a su perezoso hijo adolescente.

Me levanté y estiré mis brazos, para caminar hasta mi closet para encontrar mi atuendo del día, creyendo que sería una jueves como cualquier otro.

Estaba inusualmente de buen humor, casi canté en la ducha. Casi resbalé en la ducha, también, cuando comencé a moverme sin ritmo alguno. ¿Qué diablos me estaba pasando? Juro que no consumía estupefacientes o cualquier otra sustancia. Ni siquiera me tomaba las píldoras de vitamina C que mi madre insistía tanto por que tomara.

Bajé, desayuné y me marché antes de tiempo a la escuela, reclamando que el mal tiempo que la lluvia había formado me retrasaría. Lo único que deseaba hacer era salir de casa, fuera de las burlas por mi buen humor, no quería que este se esfumara.

Conduje debajo de la lluvia, cantando canciones que sonaban en la radio, tamborileando mis dedos contra el volante y sonriendo aun cuando me encontré con un embotellamiento que me hizo tomar un atajo para no causar un accidente. Eso me llevó a internarme a un pintoresco vecindario. Jamás lo había visto hasta ese día. Casas con diferentes frentes, diferentes colores, diferentes jardines. Todo tan distinto a la zona donde yo vivía, que parecía haber construida en serie – lo cual podía ser verdadero – y a diferencia de donde vivía, el ambiente aún en la calle y bajo la lluvia, se sentía hogareño.

Disminuí la velocidad para complacer mi curiosidad y prestar la atención a los frentes de las casas. Gracias a ello, pude ver a la distancia una extraña figura moviéndose de un lado al otro. Una mancha morada en medio de la neblina que cubría las calles que brincaba de una manera divertida. Repentinamente, un auto pasó a toda velocidad a mi lado, rebasándome y avanzando con toda la intención de levantar el agua encharcada a la orilla de la calle para mojar la llamativa figura. Era una chica. Lo supe cuando corrió hacia las casas, por poco resbalando con el césped mojado para evitar ser empapada. Después, hizo lo que a mi parecer fue una rabieta antes de volver a la banqueta.

Fruncí el ceño; ¿Qué clase de persona podía tener tal malicia para arruinarle el día a una chica que con seguridad se dirigía a la escuela? ¿Qué caso tenía empaparle?

Una loca idea atravesó mi mente. Yo podría darle un aventón, no me importaría llegar tarde a clase si la chica lograba llegar a salvo a donde quiera que se dirigiera. Aceleré un poco, pero fui cuidadoso. Llegué a su altura y noté como ella se encogía, esperando a que el agua golpeara contra su cuerpo. Sonreí y después toqué el claxon, deseando llamar su atención, probablemente, de la peor manera posible.

Ella se detuvo y titubeó antes de darse media vuelta para mirarme. Comenzó a llover una vez más y la vi cuando subió su rostro al cielo con cara de cansancio.

Decidí actuar.

— ¡Hola! —le grité. Sin saber cómo comenzar. — ¿Necesitas que te lleve? Puedo hacerlo. —la chica frunció el ceño y no pude pensar que ella me resultaba bastante familiar. Me mordí el labio cuando pensé en como sonaron mis palabras. ¿Qué chica se subiría así como sin nada al auto de un desconocido?

No creo que haya muchas que lo hagan.

Me atreví a fijar la mirada sobre su rostro. Noté cuando ella palideció y tragó saliva. Estaba pensando en mi ofrecimiento. Ella estaba tomando en cuenta mi propuesta. Y súbitamente, sentí la necesidad de que su respuesta fuera afirmativa. Quería que ella dijera que sí y se sentara en el asiento del copiloto.

De nuevo, creí que era necesario hablar cuando la lluvia arreció:

— ¿Estás dispuesta a mojarte aún más? —Diablos, eso no sonó tan bien como debería haber sonado.

La chica suspiró y se acercó a la puerta del copiloto, se adentró al auto y susurró un suave "gracias" que correspondí con una sonrisa.

Eso parecía ser un reto. Me mantuve sin mover el auto, solo mirándola mientras ella hacía todo lo posible por evitar mirarme a los ojos.

—Me pareces familiar, ¿nos conocemos de algún lado? —Sí, yo tenía que haberla visto antes. Irradiaba familiaridad. Probablemente de alguna de las fiestas de Louis. La vi morderse el labio y después volvió sus ojos color miel sobre mí para responder. Se puso blanca como el papel cuando mis ojos se encontraron con los de ella.

—Probablemente nos hemos visto en los pasillos del instituto. —dijo rápidamente.

—Oh. — ¿Cómo es que nunca antes la había visto? Un poco de culpa se instaló en mi pecho, conservé la esperanza de que ella apenas hubiera iniciado en el instituto o algo. —Bueno, si no nos hemos presentado antes, lo haré ahora. Soy Niall Horan.

Creí escuchar un pequeño: "oh, eso lo sé mejor que nadie" que decidí ignorar, debido a que no supe que significado darle. Esperé a que ella me diera su nombre y sentí que pasaron un millón de años hasta que volví a escuchar su voz:

—Diane Fray. —dijo corta y rápidamente. Dirigiendo su vista al exterior.

Esa fue mi señal para comenzar a conducir y dejar de hacer preguntas.

Diane no parecía estar molesta, sino más bien incómoda y no sabía por qué. Lo que me intrigó. Probablemente ella era muy tímida, o el clima la había puesto de mal humor. No obstante, sentí la inquietud de conocer más acerca de ella. Cosa que haría sin lugar a dudas.



To Niall, with love || niall horanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora