Capitulo VII

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La tía Agnessa fue a despertar a su sobrina como hacia todas las mañanas desde que se había mudado. Tocó tres veces y esperó a que su sobrina saliera. Francesca salió y le dio los buenos días, luego su tía le comentó que el desayuno estaría en unos minutos listo y se fue.

Primero, Francesca se metió en el baño y se dio un corto baño. Segundo, se dirigió a su armario y se vistió con una camiseta negra, un chaleco con varios logos de sus bandas favoritas y sus botas. Y por último, se colgó la mochila y bajó.

Ese día se había despertado melancólica y no tenía ganas de pelear con su prima por lo que decidió agarrar una tostada con mermelada antes de irse. Salió y empezó a andar las tres cuadras que separaban la casa de la escuela

Mientras iba caminando se recordaba de sus padres y de aquella vez en la cual habían ido a jugar en el parque de la cuadra

Esa mañana habían  decidido ir al parque de la cuadra para pasar el rato con unos amigos de sus padres y su hijo Biago. Su padre se había encargado de buscar la pelota de fútbol; mientras que su madre y Francesca hacían la canasta con la comida.

Al pasar unos minutos tuvimos todo listo y se fueron. En menos de doce minutos ya se encontraban estacionando la camioneta enfrente del parque "Dolcce vita". Entraron al parque y se sentaron en una de las mesas de cemento que daban hacia el pequeño estanque.

Cuando pasaron unos cuantos minutos una familia que contaba con dos señores, un niño de 10 años y una bebé de unos cuantos meses, se acercaron

—Ciao, Sergio y Rossa—saludó el padre de Francesca

La pareja saludó de vuelta a los padres de Francesca con un efusivo abrazo y unas cuantas palabras de alegría.  Por otro lado, Francesca saludó al hijo de Sergeio y Rossa, para luego decirle a Biago para ir al estanque. Biago agarró su mano amistosamente y se fueron al estanque.

Durante dos horas estuvieron en el parque con aquella familia. La habían pasado muy bien, con la canasta que su madre había traído; habían hecho una especie de picnic. Al terminar la comida se pusieron a jugar un pequeño partido de futbol

Se conformaban por dos equipos. Biago y Francesca mientras que el padre ella iba con el padre de él. El partido duró una hora y media. Ninguno se quería ir, pero todos tenían asuntos que atender por lo tanto se despidieron y cada uno se fue por su lado

Al llegar a la casa Francesca se puso a ver una película con su padre mientras su madre se iba a leer un libro del trabajo en su cuarto. El padre de Francesca y ella, cada vez que podían veían una película de acción en la sala del segundo piso. Esa era uno de los momentos de los cuales la italiana atesoraba con toda el alma, aunque eran sencillos y sin mucho drama; eran los mejores

—Hija, no debes olvidar lo que te voy a decir

—Dime, pá

—"Luchar contra nuestro destino sería un combate como el del manojo de espigas que quisiera resistirse a la hoz" Lord Byron

— ¿Por qué me dices esto?

—Cuando sea tu turno, lo entenderás. Yo lo entendí cuando tenía 17 años y espero que tú también lo entiendas a tiempo

Tomé aire y le di un abrazo mientras le decía— Te amo, padre y espero que tus palabras me ayuden en mi futuro

Francesca se encontraba llorando mientras caminaba. Ese recuerdo era uno de los últimos que tenía con ellos vivos. Y le dolía mucho saber que ya sus padres ya no estaban ahí con ella para apoyarla y quererla. Francesca necesitaba a alguien con quien desahogarse, a alguien para abrazar y a alguien para querer, pero sabía que los rusos no eran conocidos por ser tan cariñosos con la gente que no conocían

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