Capítulo I

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Francesca se encontraba en el avión que la llevaría a Rusia. Se sentía triste por haber dejado a sus amigos, a su pequeña familia y a su querida abuela Rossa; a quien amaba más que nada en todo el mundo. Antes de haber partido se había despedido de sus amigos más cercanos; había sido una despedida bastante llena de lágrimas lo cual no era de su agrado, ella no le gustaba llorar enfrente de la gente, pero no había tenido otra opción.

Como le habían dicho los abogados: el mismo día del funeral los tíos de ella se habían presentado, se veían afectados, pero no tanto como para ser un mar de lágrimas como los demás, lo cual hizo que ella sospechara de algo, pero al instante ese pensamiento fue desechado al recordarse de cómo eran los rusos y se dio cuenta lo que le faltaba para comprenderlos totalmente si quería vivir bien allá.

El mismo día del funeral los tíos de ella le explicaron cómo iban a ser las cosas de ahora en adelante, Francesca vio bondad en ellos y supo que podía confiar en ellos a pesar de que no los conocía, pero la que no le cayó muy bien fue su prima ya que mostraba una actitud indiferente hacia ella y presintió que entre ellas habría una relación un tanto tensa.

La voz del capitán que avisaba que se abrocharan los cinturones despertó a Francesca de su letargo. Hizo lo que mandaba el capitán y esperó a que el avión tocase el suelo. Con gran admiración combinada con tedio observó el paisaje; se podía ver todo claramente porque todavía no era temporada de nieve, pues estaban en septiembre y las temperaturas oscilaban entre 18°C hasta los 25°C, Francesca pensó que por lo menos no habría nieve durante unos pocos meses por lo cual podría vestirse con sus shorts o una que otra falda. Vio como los empleados se encargaban de dirigir al avión hacia su puesto, esperó pacientemente hasta que sacaron la escalera por donde bajarían.

Tuvo que esperar hasta que varios pasajeros bajasen para poder bajar tranquila, adelante de ella iban sus tíos y su prima. Nastia, su prima, parecía que no le había agradado para nada haberse ido de Rusia solo para haber ido a Italia tan solo por unos dos días. Francesca se dijo que debía hablar con ella, no quería tener una mala relación con su prima lejana.

-¡Francesca, apúrate, no quiero llegar tarde!-exigió su Tía Agnessa.

-¡Ya voy Tía!-grito caminando rápidamente.

Se metieron al aeropuerto y pudo jactarse de los lujos que poseía ese gran lugar. Tiendas por aquí, tiendas por allá y demás cosas. Lo único malo era que los lugareños nunca sonreían, Francesca no entendía porqué los rusos no podían siquiera sonreír o algo por el estilo, Se acercaron a una chica que se encargaba de entregar unos papeles que Francesca supuso que se trataba de algo que tenía que ver con inmigración o emigración, no estaba totalmente segura. No le dio importancia y sacó su teléfono y se dio cuenta de que estaba sin pila, lo guardó y sacó su iPod.

Al terminar con aquella chica de cabello rubio, se fueron donde las maletas y esperaron hasta que todos tuvieran su maleta. Una chica morena, de estatura promedio y un cabello tan negro como la noche que le llegaba hasta la cadera se le acercó. Ella le sonrió y le pidió que le diera un espacio pues no alcanzaba a agarrar su maleta. Francesca le dio un espacio y como si fuesen amigas de toda la vida la chica le empezó a hablar de la nada.

-¿De dónde vienes?-preguntó interesada la chica mientras esperaban a que las maletas terminasen de aparecer.

Francesca le dio otra ojeada. No debía de ser descortés. Era lo que sus padres y su abuela le habían inculcado. Sonrió ampliamente.

-¿De Italia y tú?-contestó y preguntó.

La chica sonrió.

-De Grecia...-respondió y ladeo la cabeza-¿Y a qué viniste?-preguntó algo interesada.

WIND OF CHANGEWhere stories live. Discover now