Capitulo ocho

132 3 0
                                    

Reí cuando la azafata le hizo guardar el cigarrillo a Harry, que ni siquiera había podido prender aun, aún era un poco incómodo cuando fumaba frente a mí, lo único que podía pensar era en que se estaba matando a sí mismo, y aunque ya le había tratado de hacer entrar en razón eran sus decisiones y yo las debía respetar.

Mi mirada se dirigió a la ventana pensando en que tan solo en cuatro horas vería a mi madre, no quería venir honestamente pero todos me convencieron de que era lo mejor y ayudaría a que el dolor se esfumara, patrañas, pero bueno, en verdad había aceptado por el simple hecho de que Harry ya había comprado las boletas y no quería desperdiciar su dinero, en verdad no le había podido agradecer lo suficiente, hacia todas estas cosas por mi sin pedir nada a cambio y eso me volvía loca, en el buen sentido

-no puedo creer que mi hermano aceptara esto- le dije cuando el avión empezó a avanzar

-¿Qué cosa?- me pregunto

-esto, dejarme ir a Houston, contigo- lo mire coqueta acercándome a su oído- solos

-oh vamos Kaey- me dijo alejándose- eres inocente y seguirás todas las normas de tu hermano

En parte tenía razón, no estaba muy apresurada por tener sexo con Harry, y mi hermano confiaba demasiado en mí, por lo que no quería decepcionarlo pero no aceptaría eso frente a Harry

-claro que no- murmure alejando la mirada

-eres tan dulce- un brillo único destellando por sus ojos, sonrisa cálida y su mano sobre la mía justo cuando el avión despego

Houston, enorme y hermoso, en verdad la ciudad era simplemente tan grande y moderna pero en el recorrido de taxi hacia el hotel no pude disfrutar mucho de la vista ya que los nervios no abandonaban mi sistema, el miedo sobre que podría pasar siempre presente en mi mente, las peores escenas aparecían en mi cabeza, tal vez me gritaría o diría que fui un accidente, tal vez llame a la policía. Dios, siento que explotare de los nervios, tal vez esto fue un error, bueno lo fue, jamás me debieron convencer de venir, no sé cómo no me lo había esperado, Ian actuando raro, Alexis tratando de sacarme de casa. Soy una maldita ciega.

Al llegar al pequeño hotel en el que nos quedaríamos por esa noche fuimos directo a la recepción donde una mujer baja y un poco regordeta nos atendió

-te dije que debíamos hacer reservación anoche- gruñí cambiando mi bolso de hombro

-¿Segura que no hay más habitaciones?- le pregunto Harry a la señora ignorando mi comentario

-no- le respondió mirando la pantalla- solo nos queda la suite de doscientos dólares la noche o la sencilla con una cama, televisión y baño

-Ian me matara si se entera que compartimos cama- me susurro el ruludo lanzando un bufido

-pues no lo sabrá- mire a la señora diciéndole que queríamos la sencilla, a mi novio instantáneamente se le formo una sonrisa maliciosa cuando rechace la cama extra ¡Valía cincuenta dólares! Y prefería compartir cama a gastar mi dinero, ya suficiente con los ochenta que nos gastaríamos por la noche, Terry no quería que nos quedáramos en un motel de mal agüero por lo que nos dio sesenta dólares para pagar una parte de un buen hotel, Harry solo me recibió cuarenta y pago el resto, este chico era asombroso, perfecto

Mire cada movimiento que hacía, pero de donde mis ojos no despegaban la mirada era sus labios, rosados y carnosos, cada vez que su lengua salía para remojarlos se me erizaba la piel, de repente la imagen de sus besos pasando por todo mi cuerpo apareció haciéndome notable lo que ya era obvio, le deseaba, tan dolorosamente pero no quería arruinar nada con sexo, aunque cada vez se me hacía más difícil la abstención, mi deseo hacia él crecía cada vez más haciendo que lo único que quería era arrancarle la camisa

Dangerous Attraction Donde viven las historias. Descúbrelo ahora