19. Bipolaridad nivel Cleveland.

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—Gracias por todo, James, fue un día grandioso —me despedí, una vez su auto estuvo aparcado frente mi casa.

—El que debería dar las gracias aquí soy yo, tenía tiempo sin divertirme tanto en mi jodida vida —confesó.

Le sonreí.

—Sí, bueno, cuando quieras tienes mi número.

Rió.

—La próxima vez, prometo llamar antes —avisó. Estaba a punto de irme, pero me di cuenta de que quería decir algo. Me le quedé viendo, entonces se acercó y me dio un beso en la mejilla—. Nos vemos luego, Isabel.

—Hasta luego, James.

Apenas entré, me conseguí con el silencio de la casa.

Seguro Daniel había ido a alguna fiesta ligar con una chica de piernas largas y mamá estaba trabajando.

Gracias al cielo, pensé.

Subí a mi habitación, aún con una enorme sonrisa pintada en los labios.

Si alguien me viese, de seguro creería que estoy drogada o algo por el estilo.

—Vaya, vaya. Creí que jamás llegarías —pegué un respingo al escuchar esa voz en mi cuarto.

Me giré en su dirección y noté que tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados.

—¿Qué mierda...?

Se levantó y me dio un abrazo.

—Joder, Isabel, sé que dije que esperaría tu llamada pero estaba preocupado —comentó, aún con sus brazos a mi alrededor.

Le di leves golpecitos en la espalda.

—Tu amor me asfixia, Matty —avisé cuando comencé a quedarme sin oxígeno.

Me soltó rápidamente.

—Lo siento, lo siento. No pude evitarlo.

Reí.

—¿Qué haces aquí? —pregunté, cuando nos hubimos sentado en mi sofá.

Se pasó una mano por la cabeza.

—Iba a volverme loco si no comprobaba que habías llegado sana y salva.

Rodé los ojos con fingido fastidio.

—Eres un jodido loco sobreprotector.

—Y tú eres una jodida terca maniática inconsciente que hará que me dé un infarto un día de estos —contraatacó.

Nos miramos seriamente, por unos segundos, y partimos en carcajadas.

—¿Y? ¿Te quedarás aquí o algo? —interrogué, al recordar que la casa estaba sola.

—Claro que sí, ni de coña me voy y te dejo aquí sola. Además, con tus últimas andanzas, eres capaz de salirte a media noche e ir a un bar con un desconocido o algo por el estilo —exageró.

Le di un golpe en el brazo, haciendo que se llevará la mano a ese lugar, para que dejase el dramatismo.

—Primero —comencé—, cuando fui al bar, fue con Cleveland. Segundo —proseguí—, James no es un desconocido, ni un loco psicópata, ni nada parecido. De hecho, es un chico muy agradable —finalicé.

Chasqueó la lengua.

—James es un completo desconocido —afirmó con seguridad.

Rodé los ojos.

Insoportable [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora