25. Veamos qué resulta.

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Respira, Isabel, no es momento de entrar en pánico. Me dije a mí misma.

Una vez estuve parada frente a la puerta de entrada, me entró el pánico.

Joder, se supone que no debía entrar en pánico.

De repente mis manos se movieron solas, y tocaron la puerta.

Estaba pensando en echarme a correr, cuando la puerta se abrió, dejándome ver a Claire.

Suspiré aliviada, por un segundo pensé que me encontraría a la Sra. O Sr. Cleveland.

-Hola, Isabel. -saludó la chica con simpatía.

-Hola, Claire, ¿se encuentra tu hermano?

Ella se hizo a un lado para dejarme entrar.

-Está en su habitación, cuando llegó lucía un poco... extraño. -avisó, mientras cerraba la puerta. -Esta mañana parecía muy feliz, y luego llegó extraño, no sé qué tiene, si quieres, puedes subir.

Asentí.

-Gracias, y tranquila, de seguro no tiene nada. -aseguré.

Ella sonrió y le sonreí de vuelta.

-Me agradas, no eres como las zorras que frecuenta mi hermano. -confesó.

- Gracias..., supongo, tú también me agradas. -la verdad no sabía si tomármelo a forma de cumplido, pero así lo hice, y en realidad esta chica me agradaba, tenía un cerebro muy retorcido y eso me gustaba.

Decidí subir de una vez por todas, y me paré frente la puerta de la habitación de Zack, no me costó mucho saber cuál era ya que su ventana quedaba frente la mía.

Tomé aire un par de veces, y dejé mi mano reposando en la manilla.

¿Debía hacerlo?

Claro que debes hacerlo, no seas idiota. Me dijo la parte de mi cerebro que no era tan idiota como yo había pensado.

No le di más vueltas al asunto, y le di vuelta a la manilla.

Zack estaba acostado en su cama, de espaldas a la puerta, por lo que no sabía que era yo.

Cerré la puerta tras de mí.

Aún seguía sin camisa, a pesar de que ya debieron pasar un poco más de dos horas cuando estuvo en mi casa.

-Claire, en estos momentos no quiero hablar. -murmuró.

Qué humor.

Me aclaré la garganta.

-No soy Claire. -avisé.

Se sentó en la cama a tiempo record, y se me quedó mirando, se estrujó los ojos con los puños, como si pensara que era algo surrealista.

Resistí mis impulsos de bufar y rodar los ojos.

Me acerqué hacia donde estaba, y me senté en una esquina de la cama.

- ¿Isabel? -preguntó, aún sin salir de su asombro.

-No, soy una espía en cubierto, y he venido a matarte. -bromeé para aligerar el ambiente, y haciéndolo reír un poco.

- ¿Qué haces aquí?

-Si quieres me voy.

-No, no es eso, es sólo que acabas de decirme que necesitabas un tiempo para pensar y ahora te apareces en mi habitación.

Solté un suspiro.

-Es que... Dios no sé por dónde comenzar.

- ¿Qué te parece desde el principio? -propuso sonriendo.

Insoportable [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora