1. Primer día.

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Primer día de instituto y pocos motivos para querer asistir, es que, ¿qué hacían el primer día? Presentarse, reencontrarse con compañeros, conocer a los profesores...

Bla, bla, bla. Nada interesante.

No es que no me entusiasmara la idea de estar con mis amigos pero, demonios, ¿por qué era tan difícil levantarse temprano?

Además, ¿por qué siempre mi despertador me despertaba en la parte más interesante del sueño?

Es como que estás con un chico guapísimo y cuando estás a punto de besarlo, suena esa máquina escandalosa que te hace sobresaltar.

La mayoría de las personas, generalmente, se levantaban, apagaban el despertador y se alistaban pero, a diferencia del resto, yo tomaba el despertador sin levantarme de la cama y lo aventaba al suelo, produciendo que éste se rompiera.

No tenía muy buen despertar que digamos.

Hoy había aventado mi despertador al suelo. El muy maldito no se rompió como esperaba, así que me levanté enojada y aturdida y lo pisoteé hasta que dejó de sonar, haciendo que tuviese una muerte dolorosa.

Esas estúpidas máquinas eran unas totales arruina-momentos.

Después de eso recibí un regaño de mi mamá, burlas de mi hermano mayor y un poco de mal humor.

Y ahora, me encontraba en el instituto guardando mis libros en el casillero y escuchando las locas pláticas de Stephanie, mi mejor amiga.

A veces me pregunto cómo demonios somos mejores amigas, la verdad, diría que somos muy distintas en casi todos los sentidos.

Ella era muy sociable, yo... no soportaba a mucha gente.

Ella había tenido un centenar de novios y yo ni siquiera había besado a un chico.

Ella era como un libro abierto y yo era más cerrada que una ostra.

Y hay muchas cosas más en las que no coincidimos, pero digamos que así nos entendemos.

-Isabel, ¿siquiera estás escuchándome? -me volví hacía mi amiga que lucía algo molesta y me miraba con el entrecejo fruncido.

-Emmm -balbuceé un poco y sonreí de manera inocente-. ¿De qué hablábamos?

Suspiró exasperada.

-A veces me pregunto si realmente me escuchas o haces como si prestaras atención.

-Lo siento, sabes que no llevo muy bien las mañanas y menos la primera semana de clases -me excusé. Cerré mi casillero y ambas comenzamos a caminar.

-Como sea -dijo recomponiéndose-. Te estaba diciendo que creo que me he enamorado -explicó muy emocionada.

Solté una escandalosa carcajada, haciendo que algunas personas voltearan a mirarnos.

Mi amiga me miró mal.

-Hablo en serio -se quejó haciendo una mueca y trayendo como resultado que riera aún más.

No saben cuántas veces había escuchado eso antes.

-Claro... claro -bromeé con algo de dificultad por la risa-. Igual que de Kevin, Robin, Peter, Marcus, Wester, Hunter, Alex,...

-Esta vez es distinto -dijo interrumpiendo mi larga lista y rodando los ojos.

-Bueno, ¿y cómo se llama la víctima..., digo, el chico? -me burlé, corrigiéndome y sonriendo divertida.

-Se llama William -contestó suspirando y pasando desapercibido mi broma.

Nos sentamos en el patio bajo un gran árbol al que me gustaba ir.

Insoportable [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora