La verdad de Il Cuore

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Con la pizzería al borde de la quiebra y sin otra fuente de ingresos, Tiago estaba realmente preocupado

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Con la pizzería al borde de la quiebra y sin otra fuente de ingresos, Tiago estaba realmente preocupado. Martha había podido reunir doscientos dólares y él tenía otros trescientos; les seguía faltando mil doscientos dólares y tenían menos de una semana para conseguirlos.

Ian no le iba a prestar tanto dinero, aunque lo tuviera, para pagar la deuda de Martha. Alan y Sophie le harían demasiadas preguntas y pedírselo a sus padres estaba fuera de toda consideración.

Mientras pensaba se acordó de Daniel. Su hermano menor no le iba a dar el dinero, pero él ganaba mucho vendiendo mercadería de Sophie: autógrafos, fotografías, hasta artículos personales, incluso una vez le había vendido su cepillo de dientes usado a un pervertido chico de su colegio.

De pronto se le ocurrió una idea para conseguir mucho dinero de manera rápida y salvar la pizzería.

No podía convencer a Sophie de darle el dinero, pero sí de ir a la pizzería. Solo la invitaría y se encargaría de que algún canal de televisión la filmara. Eso atraería clientes, y si en el momento justo anunciaba por las redes sociales la localización de su hermana, podría cobrar la entrada y vender autógrafos.

No era un mal plan en absoluto, tal vez hasta lograba convencer a Sophie de cantar algo en vivo. Se apresuró al lugar, el administrador estaba ahí en las tardes, le pediría cambiar de turno por el resto de la semana así se aseguraba de cobrar las propinas y las entradas el día que Sophie asistiera.

El lugar como todas las tardes estaba vacío. Había bulla en la cocina y ahí estaban Antonio, Rafael y la mesera de la tarde, lidiando con un par de niños pequeños para que dejaran de comerse los ingredientes de las pizzas. Los reconoció de inmediato.

— ¿Enanos qué hacen aquí? —les dijo y enseguida ambos dejaron de hacer lo que hacía y corrieron a abrazarlo.

— ¿Los conoces? —Antonio le preguntó aliviado porque los pequeños por fin habían soltado las aceitunas.

—Sí, son mis hermanos ¿Qué hacen aquí?

— ¿Tus hermanos? —interpeló Rafael—. ¿Eres hijo de la señora Cohen? Nos dijo que eras su sobrino lejano.

Las cosas empezaron a cobrar sentido para Tiago.

— ¿Dónde está mi madre?

—Hablando con el administrador —la mesera habló emocionada—. Como los ingresos han bajado está por despedirlo.

Todos parecían contentos por la idea.

— ¿Lo va a despedir? ¿Qué rayos es lo que mi madre tiene que ver con este lugar?

— ¿No lo sabes? —Antonio pensó que Tiago bromeaba—. Es la dueña.

Ahora sí, Tiago se sentía estúpido y utilizado, aunque todo encajaba a la perfección, su madre lo había estado engañando todo ese tiempo.

Mi vida un showDonde viven las historias. Descúbrelo ahora