La presa de Misky

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Entrar al colegio el segundo día fue más sencillo

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Entrar al colegio el segundo día fue más sencillo. Ya conocía el lugar y sabía dónde debía pasar clases. Esta vez se aseguró de no llevar su teléfono ni nada de valor. Solo los libros necesarios, papeles y un bolígrafo barato.

— ¡Chico Hollywood, volviste! —Lo recibió Tamara, sentándose a su lado en el aula.

— ¿Por qué me dices chico Hollywood?

—Porque pareces un adolescente californiano salido de alguna serie norteamericana.

—Pues ya vine mejor vestido para la ocasión. —Le mostró su atuendo. Tamara torció la boca, poco convencida.

—Pues yo no veo mucha mejora. Sigues siendo un niño bonito, la pandilla de violadores no tardará en encontrarte. No vayas solo al baño —añadió seria, espantando de verdad al chico—. ¡Es broma! Te asustas con mucha facilidad.

—No me asustas, el loco de la navaja sí me asustó ayer, después de eso nada de este lugar me sorprende.

—Al loco lo suspendieron y van a sacarlo de los Dragons. Ya te dije ayer con quienes no meterte. Cuando veas a alguno de ellos disimuladamente te das la vuelta y es todo.

Faltaba poco para que sonara la campana. Nadie entraba, excepto una chica que ocultaba parte de su cabello con la capucha de su chaqueta, dos largos mechones ondulados y castaños sobresalían y se podía notar el brillante piercing de su nariz. Ante la mirada de ambos chicos arrastró una silla, se subió encima y sacó una plantilla de cartón, a continuación pinto el patrón con aerosol negro.

Con toda tranquilidad se bajó, devolvió la silla a su lugar y salió rápidamente.

— ¿Qué rayos fue eso? —preguntó el muchacho mirando lo que la chica había pintado; algún tipo de diseño abstracto en negro.

—Ah, Martha, ya volvió —mencionó Tamara, hablando con algo de desprecio.

— ¿En qué curso está?

—En el nuestro. Le encanta tanto este grado que lo ha repetido tres veces, tiene como diecinueve años y no piensa salir nunca. En realidad viene cuando se le pega en gana, lo que es una vez al mes.

— ¿Una solitaria como nosotros? —preguntó interesado, esa chica con su corta aparición lo había intrigado.

—No, tiene un grupito de amigos yonkees que se creen artistas callejeros y filósofos.

— ¿Y no tienen relación con los Dragons?

—Sí y no. Son los dealers del colegio. Así que están en paz con ellos.

—Parece bonita —comentó, intentado recordar algo de su rostro.

— ¿Bonita? ¿Hola? ¿Escuchaste lo que dije? Es una yonkee que jamás acabará el colegio y es como cuatro años mayor que tú.

Mi vida un showDonde viven las historias. Descúbrelo ahora