La escuela Nº 54

75K 3.1K 342
                                    

En los colegios donde había estado llamaban "colegios de rebalse" a aquellas instituciones que aceptaban a cualquier alumno que se postulase y tendían a llenarse de aquellos adolescentes indeseables o expulsados

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En los colegios donde había estado llamaban "colegios de rebalse" a aquellas instituciones que aceptaban a cualquier alumno que se postulase y tendían a llenarse de aquellos adolescentes indeseables o expulsados. Tiago nunca se había creído todo lo que sus compañeros decían, pero empezaba a considerar que tenían razón, de verdad parecía estar en la peor escuela de la ciudad. El hecho de que tuviera un número en lugar de nombre y los policías en la entrada que revisaban a los alumnos, lo hacía parecer más una prisión que una escuela. Al menos agradecía el horario. Entraba media hora antes, pero salía a la hora del almuerzo, no tenían actividades en la tarde así que estaba libre la mayor parte del día.

Después de una rápida revisión en la entrada, caminó un poco desorientado. Había demasiados alumnos atiborrando los pequeños espacios para caminar entre aulas.

Se detuvo a preguntarle a unas chicas dónde estaban los casilleros y después de unas risitas tontas recibió una carcajada, como si hubiese preguntado algo descabellado.

Mirando su horario intentó buscar su aula, pero las puertas no estaban señalizadas.

El timbre sonó y nadie parecía moverse con demasiada prisa. Algunos ignoraban el sonido y otros se metían con tedio en alguna aula.

— ¡Demonios! ¡¿dónde es el aula siete?! —exclamó.

—Esa de allá. —Una chica alta de cabello negro y rizado le señaló una puerta, mientras lo observaba de pies a cabeza y abrazaba sus libros como si alguien fuese a arrebatárselos en cualquier momento.

—Gracias—dijo y se dio cuenta que la chica iba en la misma dirección.

— ¿Eres nuevo verdad? ¿De dónde vienes?

—Saint Abel.

— ¿Saint Abel? —confirmó entre impresionada y al borde de la risa— ¿Y qué rayos haces aquí? ¿Tu familia quebró y terminaron en la calle? ¿metieron a tu padre a prisión?

—No...—pensó qué decir. Debía tener una buena historia si quería crear una buena imagen, apropiada al lugar—. Me expulsaron de Saint Abel por causar muchos problemas, no me aceptaron en ningún otro colegio y mis padres se hartaron de mí. Así que me hice independiente —terminó relatando la verdad omitiendo algunos detalles.

— ¿Qué? ¿Te negaste a ir a misa el domingo?— se burló—. No vas a durar un día aquí —afirmó metiéndose en el aula.

Tiago se enfadó recordando que esa era la afirmación que hacían todos. Pero les demostraría que ese lugar no era tan malo y que lograría terminar sus dos últimos años de colegio ahí.

El maestro ya estaba en el aula, copiando en la pizarra el texto de un libro. Los estudiantes lo ignoraban, seguían conversando entre ellos.

Los asientos del fondo ya estaban ocupados, así que se sentó en uno del medio, justo delante de la chica con cabello rizado.

Mi vida un showDonde viven las historias. Descúbrelo ahora