Capítulo IV: Un asesino, pistas lejanas.

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Brian duró un par de segundos inconsciente. Aunque afirmaba sentirse bien al despertar, no fue impedimento para llevarlo a emergencias. La ambulancia no tardó mucho en llegar, y por fortuna el hospital se encontraba a pocos kilómetros de la universidad.

Brian entró a emergencias en una camilla.

— ¡Están exagerando! - le dijo a un enfermero. Me llevan como si estuviese muriendo.

— Es parte del protocolo del hospital - alzó la ceja.

— No diré nada al respecto.

Cerró los ojos y suspiró.

Pronto comenzaron a notársele algunos moretones y de igual forma los rasguños. El médico que estaba de turno lo revisó: empezando por sus oídos con un otoscopio. Yo estaba en una silla cerca de su camilla sin perderlo de vista, sintiendo cosas que se suponía que debía evitar.

Clavé mis ojos color miel en los labios de él. El deseo de besarlo se hacía grande aun cuando tenía algunas cortaduras en el labio superior. También le revisaron los ojos, y finalmente, el médico ordenó hacerle una tomografía al día siguiente, con el fin de descartar cualquier situación o secuela del golpe.

Hubo un momento en que empecé a recordar lo que sucedió cuando él se había accidentado; las palabras de Afgan resonaban en mi mente, y el corazón se agitó con fuerza, pensando en cómo decirle a mi hermano una noticia tan inesperada.

Brian me miró de reojo y esbozó una sonrisa. De repente, sentí un cosquilleo en mi abdomen que hacia latir rápido mi corazón que me provocaba cierto vértigo.

— Está en óptimas condiciones señor Brian, puede irse a casa. Sólo tome los siguientes analgésicos por una semana, y una compresa fría en los lugares donde vea hinchazón – dijo, dándole el récipe médico-. Cualquier cosa puede venir, o llamarme. Ahí están mis números y no se olvide de realizarse mañana la tomografía.

— ¡Gracias! – respondió Brian colocándose de pie.

Sentí alegría por su estado de salud.

— ¡Brian! –exclamé, sin saber cómo decirle tan trágica noticia.

— ¿Sí?

— Quizá no sea el momento de decirte esto, pero es necesario.

Empecé a sentirme nerviosa.

— ¡Vale! Puedes hablar lo que sea – dijo apretando sus labios, fingiendo una sonrisa-, pero no es necesario que llames a mi madre, le diremos cuando lleguemos a casa, llegaste rápido... así que no es necesario mortificar a nuestros padres, más que están trabajando, así que puedes...

— ¡Espera!

Coloqué mis manos sobre su pecho.

— ¡Déjame hablar! – exclamé arqueando la ceja-. Es sobre Giselle...

— ¿Dónde está? – preguntó dirigiendo la mirada ansiosa por todos lados-.Necesito verla, porque estoy seguro que ella sabe...

— ¡Giselle fue asesinada! – interrumpí-. Por eso Afgan no estuvo aquí, le avisaron al celular justo cuando te desmayaste, apenas pudo decírmelo y se fue no sé a dónde.

— ¿Estás segura? - se quebró su voz.

— No tengo mayor información, sólo eso alcancé a escuchar - me puse nerviosa.

Brian no dijo nada por unos segundos, hasta que rompió en llanto. Nunca me había dolido tanto ver la reacción que tomó: golpeó la camilla y todos dirigieron la mirada hacia nosotros. Luego se desplomó en el suelo a llorar, yo lo abracé, y apoyó su cabeza sobre mi pecho. Entonces siguió desahogando su llanto indignado sobre mí.

Revealing Dreams - SacrilegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora