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Tenía muy claro qué era lo que tenían para decirme: El tratamiento no está funcionando. Pero me incorporé sobre la cama de todos modos, dispuesta a escuchar.

—Dime

Will se sentó a mi lado y tomó de mi mano, mientras que Niall rodeó la camilla y se sentó al otro lado, aunque no muy conectado con la situación. Parecía que estaba pensando en cualquier cosa, menos en lo que estábamos.

—Hija, tú... —Carraspeó con la garganta, frunció el ceño — Bueno... tú sabes que a veces, uhm...

—Las quimioterapias no están funcionando, ¿Cierto, pá? —Pregunté de una vez. No quería complicarle las cosas, entendía perfectamente que un tratamiento puede dar resultado, como puede no hacerlo y me sentía preparada para oír la respuesta.

Papá me miró atónito, frunció los labios y asintió lentamente con la cabeza. —Sí. —Agregó.

Asentí con la cabeza también, haciendo ademán de comprenderlo. —Está bien, pá. A veces las cosas no funcionan como nosotros queremos y quizá en mi caso simplemente debía ser así. —Will seguía observándome sorpendido, como si hubiese estado esperando otra clase de reacción de mi parte. 

De pronto Niall se puso de pie y caminó hasta la puerta. Sin decir ni una sola palabra, salió, cerrándola fuerte detrás de él. Miré a papá, que seguía sin comprender nada.

Suspiré. —Va a volver, ¿no?

—Por supuesto que sí, hija. —Respondió, se puso de pie y besó mi frente. —Hablaré con él. 

Papá salió también, yo volví a recostarme, miré al techo y junté mis manos sobre mi frente. Volví a suspirar.

Me pregunto en cuánto tiempo voy a morir. ¿Una semana? ¿Un mes? ¿Un año? ¿diez, quizá? Era algo que definitivamente iba a preguntar apenas tuviera la oportunidad de hacerlo. 

Estiré mi brazo derecho hacia atrás y comencé a darle toques a la pared, tratando de encontrar el interrumpor de luz. Una vez que lo hallé, le di al botón y me acomodé para dormir. Lo cual sabía no iba a ser fácil, pero esperaba que al menos el cansancio que sentía me ayudara.

A la mañana siguiente me desperté más temprano de lo que me hubiese gustado. Lo primero que hice fue mirar hacia el sillón y, sí; Niall estaba ahí, durmiendo plácidamente. Estuve largos minutos debatiendo internamente sobre si despertarlo para hablar o dejarlo descansar. 

Finalmente opté por dejarlo dormir, me imagino que debió ser difícil para él conciliar el sueño después de tanta acción.

Para ser honesta, lo que me aterraba no era morir, por el contrario, sentía que iba a descansar al fin de todos los malditos efectos colaterales de la quimioterapia y los medicamentos. Sin embargo, mi problema seguía siendo Niall. Él era quien sufría, él es quien no quiere verme morir y de sólo pensar en verlo más mal de lo que ya se siente me hace querer mover el universo completo para evitarlo.

¿Qué explcación iba a darle ahora, si yo prometí continuar con el tratamiento?  

Y como si mis pensamientos hubiesen sido muy ruidosos, de pronto comenzó a moverse e inquietarse, hasta que finalmente abrió sus ojos y se encontró con los míos sobre él. Ninguno de nosotros decía nada, yo sólo trataba de transmitirle cuánto lo sentía con sólo mirarlo y él... bueno, no podía interpretar esa seria expresión en su rostro. 

—Vaya, alguien se ha despertado temprano hoy —Miré en la dirección proveniente de la voz femenina que acababa de terminar con la tensión en el ambiente.

—Hola Ali. —Saludé. Niall se incorporó en el sillón y sonrió desganado.

Ali comenzó a revisar las cifras y sonidos de las maquinitas, como siempre y me preguntó si tenía hambre, le dije que moría por tomar desayuno y salió de la habitación, prometiendo volver en unos minutos.

Nuevamente nos inundó el silencio.

 —¿Quieres hablar? —Pregunté de pronto, pero él no hizo más que negar con la cabeza y salir de la habitación. 

Ali volvió en cinco minutos exactos con una bandeja que contenía un vaso de zumo y frutas en trocitos. Como siguiera internada iba a morirme de hambre, antes que de cáncer.

Durante todo el tiempo que Niall estuvo fuera pensé en un millón de ideas sobre qué decirle, cómo actuar, qué hacer... pero, ¡joder! ¿Qué diablos se suponía que hiciera para hacerlo sentir mejor? El puto tratamiento no había dado resultado y yo no podía hacer más que pensar con la cabeza fría. 

Incluso la idea de terminar con él se me pasó por la mente. Quizá estar alejados haría que nos olvidáramos el uno del otro y fuese más fácil para él, ¿no? Pero como no soy más que una niñata cobarde, si no era capaz de afrontar la situación en la que estaba ahora, muchísimo menos iba a ser capaz de mirarle a los ojos y decirle que quería romper. Ni en un millón de años podría hacer eso. 

Justo en el momento en que creí que mi cabeza explotaría de tanto pensar, la puerta se abrió y Mimi apareció detrás de ella. 

—Mimi. —sonreí. Pero claro, al parecer las sonrisas ya no estaban permitidas para nadie.

—Hola, cielo. ¿Cómo te sientes? —Colgó su cartera y su abrigo sobre el colgador que acompañaba a la puerta. Se veía agitada.

—Bastante bien —respondí. De cierta forma, me sentía un poco culpable de sentirme libre del tratamiento, pues para ellos era horrible. Pero, vamos, que para mí era un bendito descanso que jamás pensé que llegaría.

—¿Estás sola? —preguntó con el entrecejo arrugado cuando vió que no había nadie más junto a mí. 

—Ah... Niall fue a la cafetería a tomar desayuno. —Mentí, lo que pareció ser suficiente para ella. Se quedó en silencio y suspiró varias veces en pocos minutos. Casi podía oír los lamentos dentro de su cabeza. —¿Quieres hablar? —Pregunté al fin, esperando que no negara con la cabeza y saliera de la habitación como lo había hecho Niall. 

Me miró a los ojos y asintió con la cabeza. ¡Genial!

Keyra 1 - 1 Familia. 

—Me parece extraño que estés tan tranquila y nosotros tan afectados. ¿Es que acaso estamos euivocados al sentirnos así, cariño? —Podía sonar muy irónica su pregunta, pero por el tono de su voz y la expresión en su rostro, me parecía que hablaba muy en serio. 

Me encogí de hombros, —No creo que esté mal. Es sólo que para mí esto significa que al fin podré descansar de todo esto, ¿sabes? Quiero decir... claro, voy a morir, todos sabemos eso. Pero ¿y qué? Si mis últimos tres meses han sido un maldito infierno, Mimi. Yo no siento que esté viviendo y lamento repetir la misma frase cada vez que puedo, pero es que ustedes no lo entienden. El tratamiento quizá me haría vivir alguna vez, claro. Pero yo sólo quería un descanso y al fin lo tengo. Al fin podré dormir tranquila, podré quitar todos los recordarios de mi teléfono para tomar cada puto remedio, podré tener planes que no sean venir hasta aquí y conectarme a una manguera que me meta quién sabe cuántos tipos de medicamentos en el cuerpo. No te imaginas lo libre que todo eso me hace sentir. 

Ella me observaba con mucha atención, al entrecerrar sus ojos se formaban unas pequeñas arruguitas a cada lado de ellos y asentía con la cabeza mientras yo hablaba. 

—Realmente no quiero sonar egoísta. —Continué. —Pero lo que para ustedes significa la peor noticia, para mí es una noticia quizá hasta buena. 

—Claro. —Respondió. —Claro, por supuesto que no estás siendo egoísta, cariño. Al contrario, somos nosotros los que sólo pensamos en tenerte aquí, sin importar cuánto sufrimiento te signifique eso. Sé que tu propósito no es morir, sino poder llevar una vida tan normal como sea posible, poder descansar y aprovechar tu juventud y si el tratamiento no ha dado resultado no es porque tú lo hayas decidido así, sino que simplemente sucedió. Y por mucho que nos cueste, es algo que todos tendremos que asumir en algún momento. 

De pronto la puerta se abrió y Niall entró, interrumpiendo nuestra conversación. 

—Lo siento. —Dijo, —No quería interrumpir. 


Eternidad (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora