31

5.1K 248 11
                                    

— ¿cómo diablos te has enterado? 

Michael frunció los labios, tratando de contenerse. — Qué importa el cómo me he enterado, Keyra. Ahora ve por tus cosas, vamos a ir ahora mismo. 

— Claro que no— espeté.

— ¿Disculpa?— Juntó el entrecejo, como si hubiese hablado en otro idioma o algo.

—Que no iré, Michael.

Se bufó y me tomó de un brazo. —Deja de decir tonterías y entra antes de que pierda la paciencia. 

— No estoy diciendo tonterías.— Estaba hablando jodidamente en serio. No iría a hacerme esas estúpidas muestras de sangre. — No voy a ir, en serio. Te agradezco la preocupación de todos modos, pero esa es una decisión que tomo yo y he dedicido que no iré. — Mimi siempre dice que con respeto se puede lograr cualquier cosa. Claro que no se refería a casos como este, pero no pierdo nada con intentarlo, ¿no?

Me dí media vuelta para volver al salón, pero Mike me tomó de un brazo, con la fuerza suficiente como para hacerme mirarle de nuevo. — ¡Auch! —  me quejé moelsta.

— Qué te está pasando, Key. — Ésta vez me miraba con preocupación, ¿Podría ponerse de acuerdo con sus estados de ánimo? — Respondeme.

— Nada. 

— Bueno, si vamos a jugar con tus reglas, déjame decirte que el ir o no lamentablemente no depende de ti, porque eres apenas una niñata de dieciseis años que no se manda sola y aquí en el instituto el que se preocupa de ti, soy yo.

Vale, con ese argumento me aplastó por completo.

Suspiré y hablé: — Bien. —  Me encogí de hombros. —  Bien, iré. 

—  Mucho mejor. Vas a ver que no es nada malo, apuesto a que le temes a las agujas, ¿no? Pues no es nada, en serio. — con una mano acarició mi hombro derecho y con la hora dió un par de golpes a la puerta del salón. 

Antes de que el Profesor Gauss volviera a abrir la puerta sentí un poco de pena por la vergüenza que le haría pasar a Mike, pero lo superé muy rápido y en cuanto me soltó salí corriendo por el pasillo.

— Keyra, qué haces. — Corrí tan rápido como pude y un par de segundos después miré hacia atrás, sin dejar de avanzar. Mike se había quedado ahí parado, mirándome y el Profesor Gauss ya había abierto la puerta. 

Ya estaba decidido, no me haría las muestras de sangre. 

Seguí corriendo por una buena cantidad de minutos, hasta llegar a la banca que Niall me había mostrado hace un tiempo, esa banca vieja con el riachuelo y todo eso, pero ahora la línea de agua que corría era prácticamente eso: Una línea. 

Paré de correr y miré al cielo, tratando de volver a respirar regularmente. Me tomó muchos segundos botar todo el cansancio y me senté en la banca. 

— ¡Mojado! —  exclamé y me paré tan rápido como si el asiento hubiese tenido un resorte. Había olvidado las lluvias torrenciales de ayer. Me pasé las manos por el trasero para secarlo un poco y me quedé ahí parada mirando a todas partes aún jadeante.

De pronto me pregunto qué estoy haciendo. ¿Qué haces, Keyra? ¿A qué le temes? Trato de silenciar a esa vocecilla que me pregunta y me agacho para tomar un poco más de aire, pero más que eso, me siento como una niña, mirando a través de sus piernas y luego poniéndose de cunclillas.

Pero cuando vuelvo a agachar mi cabeza siento cómo mi nariz se tapa por completo y una buena cantidad de gotitas de sangre cae al pasto seco. ¿Sangre de nariz? Abro mi boca para tomar aire, tratando de recordar qué hacer para que se detenga. Miro hacia arriba y me pongo de pie, pero a estas alturas ya me he manchado la ropa y compruebo que es más que sólo un sangrado de nariz al pasarme la mano por la cara y verme completamente mojada.

Eternidad (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora