22

5.6K 269 5
                                    

Mis manos se fueron a las suyas como acto reflejo y pregunté: — ¿Quién es? — A lo que oí una risa ronca como respuesta.

— Adivina. — Y con eso bastó para reconocerlo.

— Eres Matt. — Y automáticamente liberó mis ojos, dejándome ver con claridad y se sentó a mi lado. Llevaba el pelo algo desordenado, unos lentes de sol Ray Ban sobre los ojos y la ropa más veraniega que probablemente encontró en su bolso. 

Sí, admito que me sentí un poco desepcionada al ver que era él y no Niall, a pesar de que fuese todo muy cursi y pareciera un juego de niños, de una u otra forma, muy en el fondo esperaba encontrarme con Niall en este lugar.

— ¿Cómo estás? — Preguntó. 

— Pues... bien. Gracias. — Debería hacer el intento de verme tranquila y despreocupada. — ¿Cómo estás tú?

— Estoy muy bien. — Asintió suavemente con la cabeza, sin dejar de mirarme.

Después de eso se produjo ese silencio incómodo al que tanto le temo, pero agregando que además no dejaba de mirarme fijamente a la cara. Bajé la mirada al agua que pasaba tranquila por debajo de nosotros y me guardé un mechón de pelo rebelde detrás de la oreja.

— Te noto algo nerviosa. — Mencionó con un dejo de burla. 

Le miré, aún más nerviosa, pero además un poco irritada y respondí: — Pues me has hecho venir aquí y ni siquiera has dicho algo. 

Mathias se echó a reír y se quitó al fin los lentes de Sol. 

— Lo siento. — añadió sin dejar de reír. — Es que te ves simpática así, enojada y todo. 

— Que no estoy enojada. — Respondí cortante, haciendo que mi tono de voz delatara todo lo contrario a lo que estaba diciendo. 

— Bah, claro que no. — Ironizó.

— Bueno, ¿Me vas a decir por qué estoy aquí? — Ya estaba perdiendo la paciencia. ¿De qué se las estaba dando este chico, que aparecía de un segundo al siguiente ayudandome con mis cosas, conversando y siendo lindo, después encontrándose mi credencial y ahora tomándome el pelo y riéndose de mí? — Que si no me voy, ¿eh? No me la paso perdiendo el tiempo con sorpresitas tontas como ésta.

— Hey, hey. Calma. — Pues ahora parecía asustado, al parecer ya no le parecía tan gracioso. — Lo siento. — sonrió, tentado a reírse otra vez. Que no se atreva. — Lo siento. 

— ¿Bien? 

— Bueno, primero que todo, relajate. Ya dejé las bromas, pero así de molesta las cosas no funcionan. — ¡Por favor digánme quuién se cree este niñito! 

Bien, Keyra, pensé. Cálmate, relájate y así antes saldrás de esto y no verás más a éste mentecato. Suspiré una o dos veces y puse mi mente en blanco. 

— Ya. 

— Bien. — sonrió y volvió a ponerse sus gafas. — Mucho mejor. — Insoportable. Mejor no decir nada y esperar a que hable. — Antes que nada, te he traído un pequeño regalo. — Sonrió de medio lado, supongo que sabía que esas cosas derriten a la mayoría de las chicas. Y por eso le odio tan sólo un poco. 

Enarqué una ceja, esperando por su "regalo" con un infinito desinterés en mi rostro. Él, por su parte, ignoró mi expresión por completo y se giró un poco sobre sí mismo, para volver hacia mí con una rosa azul en su mano. ¿Qué?

— Ésto es. 

La tomé, sintiendo que me tragaba el corazón en cualquier momento de puro nerviosismo. Ya, está bien. Es cursi y todo eso, además de que Mathias es un engreído y está un poco loco, pero de todas maneras era un lindo gesto lo que estaba haciendo, ¿no? Al parecer en realidad sentía un interés hacia mí, lo cual, quiera o no, me hacía sentir muy bien.

Eternidad (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora