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Suspiré, satisfecha. Al menos habíamos hablado un poco. 

Me quedé mirando el lago un instante, hasta que llegó Niall y se sentó a mi lado con una taza de café con leche en sus manos. Sin decir nada, me la entregó y me rodeó con sus brazos. 

— ¿Extrañas a los tuyos? — Su voz era tan serena que jugaba bien con el sonido de la naturaleza, del viento primaveral que recorría a los miles de árboles.

— Algo así. — suspiré. — pero me siento felíz. No recuerdo la última vez que me sentí tan felíz, tan parte de algo. — hice una pausa para soplar el café — ¿Sabes? Quizá para ustedes es normal, pues han estado prácticamente toda la vida juntos, pero en realidad no se encuentran amigos así en todos lados. Espero que todos tengan eso en cuenta siempre. 

Niall se rió con ternura — Lo sé, pequeña. Siempre hemos sido muy unidos y dudo que eso cambie alguna vez. — después de eso se produjo un silencio, pero no era incómodo. Para nada. — Y espero que en estos dos años logremos convencerte de que te quedes aquí para siempre, para que sigas siendo parte de nuestro grupo también, pues eres muy importante para nosotros, ¿Lo sabías? 

— Me voy a sonrojar, detente. — bromeé. Aunque lo de sonrojarme era cierto, suerte que estaba oscuro y no podía verme. 

Tomé un sorbo de café. — Oh. Y gracias por el café.

— No hay problema. Ya me he hecho la idea de que no terminas una comida sin tu taza de café, no podría permitir que te la perdieras hoy. — A este chico de seguro lo hicieron a mano, ¿cómo podía ser tan adorable? 

Pasados unos minutos me quitó la taza de las manos y con suavidad la dejó sobre la arena, enterrándola un poco para evitar que se diera vuelta el contenido, a continuación, con esa misma mano - pues la otra estaba ocupada abrazándome - tomó una de las mías, para apoyarla sobre su pantalón, entrelazó sus dedos con los míos y me acarició el dorso con su dedo pulgar. 

Está demás decir que en cualquier minuto se me saldría el corazón por la boca, que cada célula de mi cuerpo se había revolucionado a mil, que mi piel se erizó a tal punto que sentía escalosfríos y que no había mariposas dentro de mi estómago, más bien mi estómago estaba rodeado de ellas, pues la sensación era demasiado intensa. 

Traté de suspirar un montón de veces, para calmar un poco mis nervios. Levanté la mirada hasta sus ojos, él me miró y sólo sonrió, yo hice lo mismo y volví al frente para mirar el agua, entonces, por si lo de la mano no era suficiente, apoyó sus labios sobre mi cabeza y depositó un beso en mi pelo. ¡Cómo podía estar tan relajado! ¡Cómo lo hacía!

No me atrevía a hacer ningún movimiento, pues sabía que hiciera lo que hiciera, sería lo suficientemente torpe como para arruinar el ambiente.

 — Espero que no le digas a nadie que me has visto llorar, Horan — bromeé —, eso podría arruinar mucho mi reputación.  

Niall me miró un segundo y comenzó a reírse a carcajadas. — Tu secreto está a salvo, Johnson. Sólo espero que no se repita esta escena, pues tendré que contarle a todos que eres una nena. — Con un ademán de haberme ofendido, golpeé su hombro, seguido de un "jum". 

Así comenzamos a molestarnos el uno al otro, hasta que me levanté y comenzamos a correr por la arena húmeda. En un momento - no tengo claro cómo - logró botarme al suelo y en un movimiento rápido me quitó la zapatillas, me tomó en brazos y se quitó las suyas utilizando sólo sus pies, entonces corrió hasta el lago, mientras yo gritaba y pataleaba sin lograr safarme. Finalmente me bajó en una parte lo suficientemente profunda como para que me mojara, no sólo los pies, sino que también las rodillas. 

— ¡Qué injusto! — gritaba como una loca — ¡A ti apenas te llega el agua a las pantorrillas! — Niall no hacía más que partirse de la risa, a tal punto que se agarraba el estómago con las manos.

— ¡Hey Keyra! 

Ambos dejamos todo lo que estábamos haciendo para mirar a la orilla. 


Eternidad (corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora