Un trato con el demonio...

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Magnus siguió las indicaciones que Alec le dio hasta llegar a Taki's, tan pronto como aparcaron frente al lugar, la piel pálida de las mejillas de Alec tomaron un color rosado.

-Sé que no es nada extraordinario y....

-Ya basta Alexander -lo interrumpió Magnus enternecido.

El chico le sonrió con timidez al moreno mientras se bajaba y le abría la puerta, los dos jóvenes entraron al restaurante tomados de las manos y se sentaron en una mesa en el fondo del lugar para tener más privacidad.

Inmediatamente un chico se acercó a tomar sus pedidos.

-Hola ¿Quieres lo de siempre? -preguntó el joven.

-Por supuesto -contestó el ojiazul sonriéndole brillantemente.

-Como raro -dijo el chico lanzando una pequeña risa y apoyando su mano en hombro de Alec.

Magnus lo miró con resentimiento mientras fruncía el ceño y miraba al chico con desprecio, el joven camarero lo notó y quitó su mano precipitadamente, Alec también lo había notado, pero este miraba a Magnus con una mezcla de diversión y vergüenza.

Tan pronto como el chico tomó el pedido de Magnus, se retiró con rapidez, Alec arqueó la ceja mirando a Magnus y se cruzó de hombros mientras que se recostaba en el respaldo de su silla.

-Así que... ¿Qué ha sido eso? -preguntó Alec con diversión.

-No sé a qué te refieres -murmuró Magnus un tanto ceñudo.

- ¡Ey! Yo no te he dicho nada sobre tu novia y tú me has besado ya dos veces -señaló Alec en tono acusador.

-Alexander no entiendo...

-Yo tampoco -murmuró Alec con su voz un tanto rota - ¿Por qué haces esto? ¿Soy solo un juego? ¿O es porque ella si tiene dinero y yo no?

- ¿A qué te refieres? -preguntó Magnus confundido.

-No te hagas -gruñó Alec ahora molesto.

-No me hago Alexander, no entiendo de qué demonios estás hablando -se definió Magnus sorprendido por la actitud de Alec.

El ojiazul miró a Magnus molesto, seguro que le estaba viendo la cara de idiota, pero Alec no se dejaría, por más que le gustara Magnus, no pensaba dejarse lastimar, porque Magnus en realidad le gustaba, la sensación de los labios del moreno sobre los suyos era lo más dulce y hermoso que hubiera probado jamás, como la suave y delicada mano de Magnus encajaba con su rígida y callosa mano gracias a su trabajo, le encantaba como los ojos gatunos de Magnus se fijaban en los suyos propios, a Alec le sorprendía las miles de sensaciones que Magnus le producía, miles y maravillosas sensaciones. Pero no, no era suficientemente como para permitir que Magnus jugara con él.

- ¿No sabes de lo que hablo? -preguntó Alec intentando que el dolor en su voz no se escuchara.

-No, no tengo ni idea -murmuró Magnus sorprendido.

-Bien, pues pregúntale a la señorita Belcourt -respondió el chico antes de marcharse del restaurante.

Una vez Alec salió del restaurante y se alejó de este, dejó que las lágrimas se derramaran, sin saber que Magnus también se encontraba llorando sentado en su auto, a solo un par de calles de donde el mismo se encontraba.

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- ¿Estás listo? -preguntó Helen retocando el cabello de Magnus.

Mi dulce desconocidoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن