Viendo Lo Hermoso (#16)

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Un suspiro de mi parte dijo todo. Sabía que podía estar exagerando el momento. Pero, era una de las cosas más hermosas que he visto; nunca veo cosas hermosas. ¿Cuántas cosas me han hecho olvidar mi pasado? Ninguna. Eso es algo que enserio me deslumbro; que un vestido que haga olvidar.

-¿Estas lista?

-Nunca había estado tan lista en mi vida – me adelante a tocar el vestido

-¡Alto picarona! – me dijo entre risas Amiéel

-¿Qué sucede? – me miro observándome de pies a cabeza; yo le seguía la mirada

-Tienes que quitarte la ropa – me sorprendí. Otra vez tendría que pasar por lo de antes – además. Nunca te has puesto un vestido ¿Verdad?

-No – le dije nerviosa, ya que temía desnudarme ante el

-Bien. Allá, en aquel pasillo, a la derecha hay un cuarto – me señaló un pasillo cerca de un florero de una mujer en rodillas – en la puerta dorada. ahí hay de todo. En el baúl azul, dentro hay una Skafal – lo mire confundida ¿Qué demonios es un Skafal?

-¿Qué es un Skafal? – Se echó a reír cerrando los ojos – esto no es un juego – le dije. Volvió a pararse derecho

-Es una segunda piel – se acercó a mí, con pasos lentos – echa de uno de los materiales más nuevos en el mundo... La ancola

-¿La... ancola? – me miro tocándome la mejilla. Después giro a mi lado como una fiera

-Es una combinación, entre, plástico, cartón, agua, y papel – lo mire, girando la cabeza por sus vueltas – es una de todas, es magia ¿No?

-Si – no quería decir que me estaba asustando. Pero, lo estaba. Él estaba comportándose raro, distinto. Pero a la vez, podía sentir, que me agradaba. El Amiéel que hablo conmigo, es uno dulce, y formal. Pero el Amiéel que presiento ahora, es algo, raro, y sin sentido en su forma de ser. Era... en algo bipolar. Diferente.

Dejo de girar y se puso alejado de mí.

-Ya puedes ir.

Estaba lista, y tranquila. ¿Por qué tranquila? Bueno, no me desnudaría enfrente de Amiéel. No quería revivir eso, porque, lloraría otra vez. Esas escenas raras me atraen más duro los recuerdos dolorosos.

No entendía porque los recuerdos de mi madre, cuando estaba muerta en la tela maldita, no me hacían romper a llorar en los momentos donde las maravillas del palacio no me eran mostradas. Para mí, mis sentimientos están delirando, o mejor están muertos, porque, no he llorado por algo tan desgraciado. Tampoco me he preocupado por April ¿Qué come? ¿Qué hace? Ahora lo estoy sintiendo, estoy preocupada. Pero, ¿porque ahora, y no antes?

Entre al pasillo y estaba oscuro. La única fuente de luz, era la puerta dorada, era muy brillante. Era hermoso.

Camine hasta ella en zigzag; era corto el pasillo, pero largo, era como... un juego mental.


Llegue hasta ella después de un rato. Toque el picaporte y lo gire con cuidado; con lentitud, sentía que cualquier movimiento fuerte, rompería todo el silencio del momento. Cuando la parte difícil paso. Abrí la puerta, husmeando de reojo el interior. A mitad del camino, la puerta comenzó a producir un chillido; era molesto aun que durase un segundo.

-Puta puerta – dije enojada. Esos ruidos me daban pavor. Era molesto, y demás me partían el oído. Deje la puerta medio abierta, y entre apretando mi cuerpo para entrar en el estrecho camino al vestidor.

Cuando toque aquellas alfombras con mis pies; mi tacto se paralizo. El olor también fue una buena entrada. Era de limón y había algo diferente; era algo, como oler la fragancia del poder inmenso de lo hermoso, y dormir junto al ángel de la vida. Mi visión estaba dominada por el motón de ropa, a cada lado y a cada esquina; de arriba abajo, derecha e izquierda, y un sinfín de palabras que en mi lenguaje no existiría para nombrar, la cantidad de ropa; por todos lados. Voltee y mire por todos lados, buscando el baúl azul. Pero no lo encontraba, era como un laberinto.

Después de un rato buscando el baúl, lo encontré entra la ropa color negra en la pared. Estaba al lado de otros baúles; uno color verde y otro color rojo ¿Cuál es el punto de los colores?

Ya ansiosa, tome la tapa del baúl, y la subí. Y hay estaba, la muy dichosa Skafal. Era del color mi piel; blanca pálida, y algo rojiza en lagunas partes.

Estaba presenciando aquella Skafal, y sobando su textura; algo parecido a la piel humana.

-¡Tara! ¿Está bien? – grito Amiéel; su acento francés me estremeció

-¡Sí! – le dije con un grito – ¡Ya voy para allá!

Tome de inmediato la Skafal y Salí corriendo; sin importar romper el silencio. Llegue como un rayo a donde estaba Amiéel; Él tenía el vestido puesto.            

La ElegidaWhere stories live. Discover now