Ausencia De Amor (#9)

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No sé si podía ser capaz de mostrarme ante él, desnuda. Tenía miedo de presenciarme ante ese espejo, pero, aquellas miradas de Amiéel y de la Sra. Gerson era candentes y me aprisionaban entre esa toalla, y me forzaban a quitármela y olvidar todo. Pero, simplemente no podía.

-Tara – se acercó a mí, y me toco entre la toalla – Amiéel, solo quiere presenciar de tu hermosura. El solo quiere sacarle las medidas a tu figura, y de ellas, sacar un hermoso, y elegante vestido, para ti

-No creo estar lista – no lo estaba. Sentía mi pecho ardiente. No estaba segura de hacerlo, pero, enserio quería descansar de todo lo que había pasado hace varias horas – esto es nuevo para mi

-Para todos, va hacer nuevo verte – me toco la mejilla – deleitarnos.

Esto estaba fuera de todo lo que algún día pensaba que era estar en razón. Todas las palabras de la Sra. Gerson eran paralelas a todo lo que yo pensaba de ella. Además, ver que quieren violarme con la mirada, me asustaba. Quedarme parada, desnuda en la luz, enfrente de mi misma, siendo tocada por un extraño. No sabía que pensar

-Vamos hermosa – me toco la mano con la que sostenía la toalla enredada en mi como una anaconda. Y la quita suavemente – déjate llevar.

La toalla se me desenrollo, hasta caerse en mis pies. Estaba desnuda.

-Ya está lista por completo – me dio un pequeño empujón hacia el espejo – es hora de que hagas tu magia.

Camine delicadamente hasta el espejo, y me quede mirando mi reflejo desnudo. Estaba asustada. Anonadada. Sentía que los vientos débiles de sus respirares, estaban en todo mi cuerpo, recorriéndolo. Estaba nerviosa y me sentía angustiada.

-Estas como una escultura de mármol.

Comenzó a recorrer mi cuerpo con un metro, que antes había tomado de una esquina del espejo. Era frió, y duro en mis piernas, brazos, cuello. Sus movimientos eran intrépidos. Una corriente en la espalda me escandalizo, sentía que tenía que salir corriendo, pero, al mismo tiempo, sentía que no podía escapar de este lugar.

-Tara, lo haces muy bien 

la Sra. Gerson parecía estar contenta, con que un hombre me tocara 

–ves que, no importa que esto sea nuevo para ti, ahora es como si, fueras tocada por un ángel 

Ella no tenía razón. Estaba impaciente mientras Amiéel me tocaba, estaba sufriendo, más de lo que mi alma estaba sufriendo. Y si cree que es como si me tocara un ángel. Estará hablando del ángel de la muerte. Este momento era tan incómodo. Si mi madre supiera esto, ella diera su vida para detenerlo. Pero ella, ya no la tiene. Tras de que, el metro frió, y las manos de Amiéel, me tocaban, y sentía escalofríos. El recuerdo de mi madre, aún estaba presente. Estaba en mi mente, como un virus. Pero este no era cualquier virus. Era culpa. La culpa de que mi madre se pusiera una tela en el cuello, y quisiera morir. Dejarnos. Por aquel recuerdo, llore. Llore como nunca, pero sin hacer ruido con mi boca, solo llanto. Un llanto descontrolado. Mientras las manos de Amiéel, me seguían en mi desgracia.    

La ElegidaWhere stories live. Discover now