Capítulo 28: 99 problems.

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Estocolmo, Suecia

Pasado


Alcé las cejas. Era sexy como el infierno sin proponérselo, pero haciéndolo podría resucitar a los muertos. Estaba tan ardiente en pantaloncitos y con el ombligo al descubierto que realmente estaba conteniéndome. No de follarla con el trajecito puesto, eso lo haría después, sino de cubrirla para que nadie más se atreviera a pensar en ella de la misma manera.

Era mía.

Aclaré mi garganta─. No me digas que has resucitado el salvaje oeste.

─No te lo digo. ─Marie se encoje de hombros cuando nos cruzamos en el camerino durante la segunda ronda. Somos casi los últimos y apenas están empezando─. If you're havin' girl problems, I feel bad for your son...

I got 99 problems and a bitch ain't one ─termina Milo por ella.

─Mierda. ─Halé discretamente a Marie hacia mí cuando él decidió que pasar su brazo por sus delicados hombros era buena idea─. No me digas que también te enseñé a cabalgar para que lo hagas con él allá fuera... ─susurré en su oído. Sonreí al sentir cierto dolor ascender por mi pie izquierdo; clavó el tacón de su bota en mi pie descalzo─. ¿Está todo bien con ustedes?

─Todo bien. ─El princeso desvió la mirada─. Exceptuando algunos pasos que tuvimos que eliminar y cambiar a último momento porque no se daban, estamos bien. ─Me ofreció una sonrisa de dientes blancos─. Aunque no te lo debería estar contando. Después de todo somos competencia, ¿no? Podrías usarlo como ventaja.

Marie, como si se sintiera incómoda al respecto, evitó cruzar su mirada con la mía. Actúe rápido atrapando su mejilla en la palma de mi mano, girándola hacia mí. No hacía falta hablarlo. Yo nunca estaría feliz conmigo mismo arrebatándole cualquier cosa o usándola. Debía permanecer así, completa, en lo que a mí respectaba. Si quería algo era a ella por entero. Milo estaba mal.

Mis aspiraciones eran más altas que el premio del festival.

El mayor trofeo que pude obtener viniendo aquí, fue Marie.

─Lo dudo. Marie me interesa más que cualquier ventaja ─confesé sin apartar mis ojos de los suyos, los cuales se agrandaron y brillaron─. No estaría exagerando si digo que esto ya no me importa en lo absoluto. Quizás hasta sigo compitiendo solo para verla desde los telones.

Milo, con cara de póquer, entrelazó las manos tras su espalda─. Ajá.

─Supongo que no cualquier mortal lo entiende. ─La abracé─. Debes probarlo para comprender mi perspectiva. De lo contrario sería como explicarle algoritmos a un niño de primaria.

─Henry... ─Marie intentó pararme.

Volví a acariciar su rostro mientras continuaba─. Lo que significa que no espero que entiendas nuestra situación, pero sí te exijo es que la respetes.

No conocía la razón por la que me importaba tanto la opinión de Milo. El flacuchento que no se interesaba ni un ápice en la salud de Marie podría morirse y no lloraría por él, pero desgraciadamente era la única referencia real que tenía de su mundo. Creía que si conseguía que él me aceptara dentro, los demás, fueran quienes fueran, lo harían. Me quedé esperando su respuesta con Marie sujeta a mí como por dos minutos. Finalmente, tras inspeccionarnos de pies a cabeza, reaccionó.

Bostezó.

─Bien.

─¿Bien? ─repetimos los dos a la vez.

Deseos ocultos © (DESEOS #2)Where stories live. Discover now