Capítulo 21

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Hay una norma irrompible que tengo que cumplir si quiero estudiar, y esa es madrugar. Da igual si es un día entre semana, si es festivo, o si es fin de semana. Si no madrugo y me tomo una taza gigante de café, no estudio.

Por esa razón a las nueve de la mañana me encontraba parada en mi escritorio, con una segunda taza de café fría y miles de apuntes desperdigados por todos lados. Ah, y un dolor de cabeza terrible.

Mi padre y Kyna habían madrugado también para ir a la tienda, y estaban tan contentos de verme "entusiasmada" por cumplir con mi labor de estudiante que no dudaron en prepararme un buen desayuno junto al café. Comí tanto que mi estómago dolía y no podía terminar con la segunda taza de café. Aunque quizás fuera una señal de que las nueve de la mañana era muy pronto para tanta cafeína.

Así continuaba en pijama, con el pelo en un moño desordenado y tratando de memorizar apuntes incongruentes sobre la lengua inglesa, cuando escuché un fuerte golpe de alguien llamando a la puerta.

Primero decidí ignorarlo, pero el golpe persisitó. Sabía que no podían ser ni Kyna y ni mi padre, porque ya estaban trabajando en la tienda. Tampoco Jaden porque él seguía durmiendo, y desde luego era imposible que fuese Gab porque habíamos estado hablando por teléfono sobre lo mucho que odiábamos inglés cuando ambas nos levantamos a las siete un sábado para estudiar.

Al tercer golpe suspiré y moví la silla para levantarme y bajar a abrir la puerta.

Salí de mi cuarto al mismo tiempo que Jaden lo hacía del suyo. Nuestros ojos se encontraron unos segundos, pero yo aparté la mirada rápidamente. En parte porque le había encontrado en su estado más vulnerable, recién levantado, con cara de sueño y desconcierto. En parte porque iba sin camiseta y no podía fiarme de mis ojos de mantenerse a la altura de su cara.

—Voy a ver quién es —dije rápidamente ante un cuarto llamado más exigente.

Lejos de volver a su cuarto, Jaden salió de él y me siguió hasta la altura de las escaleras. Espero allí mientras yo bajaba a descubrir quién era el invitado pesado que no hacía más que llamar.

Mi sorpresa fue bastante grande cuando descubrí en la puerta a Caleb, el hijo adolescente del nuevo marido de mi madre.

—¿Qué haces aquí? —Pregunté sin ocultar mi desconcierto—. ¿A las nueve de la maña...?

Caleb me interrumpió antes de que terminara de hablar.

—He estado esperando durante dos horas hasta que tu padre se fue de casa... ¡Qué pesado! Casi vuelve porque se le había olvidado coger el teléfono móvil.

Eso sonaba mucho como mi padre. Pero no pasé por inadvertido el hecho de que Caleb había estado esperando fuera de casa por tanto tiempo a una hora tan temprana.

—¿Estabas espiándonos? —Por detrás de mí escuché los pasos de Jaden bajando las escaleras—. Espera un segundo, ¿saben tus padres que estás aquí?

Caleb solo tenía trece años. Si había salido un sábado tan pronto de casa sin que sus padres lo supieran, podrían estar muy preocupados.

—¿Y eso a quién le importa? —Me interrumpió, sacudiendo la cabeza—. Tienes que venir a casa. Es muy importante.

La presencia de Jaden detrás de mí fue palpable, tanto por la picazón en mi nuca por su respiración como por los ojos de Caleb dirigiéndose hacia él.

—¿Qué ocurre?

Esperaba que Caleb le dijese alguna frase cortante. Al fin y al cabo él siempre se había mostrado enfadado con Jaden. Aun sin conocerlo le profesaba odio. Sin embargo eso no ocurrió.

—Erin tiene que venir a casa.

—¿Por qué? —Insistí, ya que me estaba poniendo de los nervios pero no decía nada claro.

Caleb apretó los labios, y entonces soltó la bomba.

—Porque vamos a mudarnos de nuevo.


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Aquí el capítulo que dije, el segundo de hoy. Mañana más, prometido ♥

Besos de chocolate,

Andrea :)

Tentación. No te enamores de tu hermanastro ©Where stories live. Discover now