El Psiquiatra que Enloqueció

16.3K 1.4K 654
                                    


Esa mañana inició como cualquier otra. Como siempre Max era el primero en levantarse. Estaba acostumbrado a que su viejo reloj despertador de hierro lo sacara de su profundo sueño. Si esa cosa vieja y ruidosa no sonaba, nada ni nadie en el mundo lo harían levantarse a tiempo.

Se levantó algo cansado, de un tiempo para acá no dormía muy bien, lo cierto era que estaba preocupado por Jack, sentía la responsabilidad de cuidarlo. Max era un muchacho despreocupado, alegre y a veces solía ser despistado y poco responsable cuando le obligaban a hacer algo que no le gustaba. Pero por otro lado era una persona muy noble y fiel, sentía siempre la necesidad de ayudar y proteger a los que amaba. Su padre murió siendo él aún un crio de 16 años y era el mayor de seis hermanos pequeños. A partir de ese momento se hizo responsable de su familia y ayudaba a su madre no sólo en los quehaceres de la casa sino trabajando después de clases para poder pagar todas las deudas que tenían encima producto de los gastos médicos del tratamiento de su padre y su posterior funeral.

A diferencia de Jack su infancia fue dura, con muchas dificultades económicas, ya que apenas podían mantener la hipoteca de la casa y comer, y eran bastantes bocas que alimentar en esa casa. Tuvo que soportar muchas cosas y trabajar muy duro para mantener a su madre y a sus hermanos. Con mucho esfuerzo ayudó a su familia a salir adelante. Su madre se casó tres años después de la muerte de su marido con un buen hombre que la ayudaba y apoyaba a sus hijos y así Max pudo esforzarse y obtener la beca que tanto anhelaba para ir a la universidad, aunque de muy mala gana tuvo que dejar a su madre y a sus hermanos para poder estudiar. Su única meta era graduarse y llegar a ser un valioso jugador de Rugby profesional: Soñaba con ser parte de la selección de su país y competir a nivel internacional. Obviamente esto le daría los medios para darle a su familia las cosas que tanto anhelaba.

Pero ahora Max tenía a alguien más a quien proteger y que necesitaba su apoyo. Jack era ahora como parte de su familia y se sentía afectado por lo que él estaba pasando. Era posible que le recordara la larga y penosa enfermedad de su padre, y como pese a su voluntad férrea de vivir perdió la batalla contra un cáncer de estómago que lo consumió en menos de 4 años. La simple idea de perder a otro ser querido cercano lo atormentaba.

El incomparable aroma del café le despertó un poco más de su cansancio. Se había recuperado bastante bien de la lesión de la nariz que no fue más que hinchazón y un simple sangrando. Le daba un poco de gracia recordar a Jack fuera de sí intentando golpearlo. Demostró que sabía defenderse y golpear duro como un hombre grande y que no era simplemente una carita bonita.

Sirvió dos tazas grandes y probó un poco de la suya para terminar de despertarse aunque el resto lo bebería con su amigo. Le daría su café y luego le tocaba tomar su tratamiento con el desayuno.

¡Ah! ¡Desayuno!...¿Habrá algo para desayunar en esta casa hoy? —Max revisaba la alacena descubriendo que tenían que hacer urgente algunas compras. Al menos unas pocas cosas para pasar las dos últimas semanas de clase antes de irse de vacaciones. La idea de regresar a casa y ver a su familia le emocionaba. Al menos consiguió algo de pan y en el refri había algunas cosas como para hacer unos buenos sándwiches y dos malteadas para desayunar antes de irse a clases.

Se dirigió a la habitación de Jack a despertarlo con las dos tazas de café. Pensó que posiblemente lo encontraría despierto frente a su escritorio leyendo sus gruesos libros o terminando algún trabajo, pero antes de abrir la boca lo encontró profundamente dormido. Se veía como un niño adorable, estaba abrazado a una almohada y en ropa interior. Max no pudo menos que sonreírse ante aquella escena. Se sentó con cuidado de no despertarlo a un lado de su cama y empezó a beber su café sin dejar de observarlo. Nunca lo había visto así...claro que antes había una puerta en su habitación, que él mismo le quitó, y dejó al pobre Jack sin privacidad. Al menos se veía tranquilo, pero vulnerable. Recordó que lo había visto quebrarse y estar totalmente desolado. No pudo evitar la tentación de quitar el cabello que tenía sobre su frente para ver su rostro.

El día que me atreva a decirte que TE AMO (¡Disponible el TOMO 1 en Físico!)Where stories live. Discover now