Sexto

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Martin sale del ascensor, buscando con la mirada el número de piso que Juanjo le había enviado. Cuarto B, cuarto B... Cuando encuentra la puerta, se para delante de la misma, reuniendo fuerzas para llamar al timbre. El domingo habían pactado volver a quedar el miércoles para su segunda clase, pero el maño había cambiado la localización en el último momento; no más biblioteca.

A pesar de que ya hay más confianza que la semana pasada, Martin siente como los nervios le inundan de una manera mucho más intensa. El recital de piano de Bea ha marcado para él un antes y un después en sus interacciones con Juanjo. Está claro que no puede conformarse con una clase con él a la semana.

Finalmente, llama a la puerta. Cuando esta se abre, Martin casi se arrepiente de no haber preparado algo para decir, porque cuando lo ve, su mente se queda totalmente en blanco.

Juanjo lleva una camiseta de tirantes blancos, unos pantalones de chándal cortos, el pelo alborotado y una sonrisa plácida en la cara. El efecto de dicha sonrisa es que Martin tiene que contenerse para evitar que sus piernas tiemblen.

"Anda pasa, pasa, que ya llegas tarde, Martín." Dice el chico, remarcando la tilde en la i, apartándose del umbral de la puerta, indicando que entre. "¿Está bien visto en Bilbao hacer esperar a la gente?"

"A ver, a ver, que son sólo cinco minutos de retraso y porque tu edificio es un laberinto." Juanjo le lleva hacia el salón de su casa. El piso es grande, moderno y decorado con gusto, mucho mejor de lo que cabría esperar de un estudiante universitario. "¿Tantas ganas tenías de verme que no aguantas ni cinco minutos de espera?"

Martin no sabe cuál de los dos siente más vergüenza al oír el comentario, pero sólo por ver como Juanjo le mira, merece la pena todo el bochorno. El chico no le responde, pero suelta una risa divertida, sentándose en la mesa del comedor, donde ya están colocados unos cuadernos y el ordenador.

"Bueno, a ver, hoy he pensado que podemos centrarnos más en teoría y cosas así, porque si no tienes la base bien aprendida, es complicado luego sacar la práctica adelante..." Juanjo no pierde el tiempo en comenzar la clase, casi sin darle un momento a Martin a sentarse a su lado en la mesa y sacar su propio ordenador.

Durante la siguiente hora, su conversación se mantiene en lo estrictamente académico. El vasco admira profundamente la capacidad del otro chico de explicar sencillamente hasta los problemas más complejos. El ambiente es mucho más cómodo que en la clase anterior, incluso si la dinámica se mantiene exactamente igual.

Juanjo se toma su rol de profesor muy en serio, genuinamente interesado en cómo Martin responde a toda la información, preocupado por hacerle comprender el funcionamiento de cada parte del temario.

Si no fuera por lo guapo que es y lo mucho que eso distrae a Martin, sería el profesor ideal. Una vez ha transcurrido la primera hora, deciden hacer un descanso

"¿Te apetece merendar? Que a lo tonto ya son las seis." Le dice el chico, levantándose y dirigiéndose a la cocina. Martin no tiene más opción que seguirle, sin saber muy bien cómo actuar a su alrededor. "A ver... Yo creo que nos hemos ganado algo dulce..."

Juanjo comienza a buscar por la despensa, es amplia y está absolutamente impecable. De nuevo, no puede evitar preguntarse cómo es posible que el apartamento en el que está sea un piso de estudiantes.

"Os tomáis en serio lo de la limpieza." Dice Martin, apoyándose en la encimera mientras espera a que el otro chico se decida.

"Yo,  porque por Álvaro viviríamos como mamarrachos." le contesta. "El año pasado el piso era una locura. Entre que yo estaba todo el rato fuera haciendo cosas y Álvaro estaba dando bolos y mierdas... Creo que fregamos los platos como tres veces en un semestre."

to the stars and backDonde viven las historias. Descúbrelo ahora