Capítulo 4

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Poché.

Las carcajadas de Liz resonaban por toda su oficina, rodé los ojos.

— No le veo la gracia.

— ¿Por qué no?— respondió calmando su risa. — Dios, me imagino la cara de Daniela y solo desearía estar ahí para tomarle una foto.

Le había contado mi noche con Daniela a mi jefa, solo con ella podía desahogarme, aunque eso implicara que ella iba a burlarse de mí.

La noche de ayer fue una total locura, darme cuenta de que mi clienta era la castaña con la que me acosté fue difícil de asimilar, añadiendo que ni ella sabía que me habían contratado para ser su acompañante, por nuestra situación anterior era algo difícil de sobrellevar, pero no imposible por suerte.

Debí sacar mi lado profesional y marcar un línea con mi clienta, no quería que por nuestro encuentro pasará un momento de confusión o algo parecido. A pesar de todo, este era mi trabajo y debía hacerlo bien ante cualquier mala jugada de la vida.

Ahora tenía que hacerme pasar por novia de Daniela enfrente de sus familiares, los cuales me parecían particularmente interesantes por sus personalidades tan desiguales.

— Me jugaste sucio, eso no se vale. — acusé.

— Si te hubiera dicho que la mujer que te cogió en un motel sería tu próxima cliente no hubieras aceptado.

— Por supuesto que no hubiera aceptado.

— Por eso no puse la foto de Daniela, todo fue fríamente calculado. — alabó con una sonrisa, resoplé.

— Pues así te dirá ella cuando te vea, ayer quería matar a Antúa.

— Conmigo eso no pasará, saldría corriendo.

— No me gusta esto, Liz, siento que me está pagando el polvo o algo parecido.

— No es así, es trabajo, Poch. — consoló, suspiré. — Sé lo profesional que eres y eso me da más risa.

— ¿Por qué?— cuestioné con el ceño fruncido.

— Porque Daniela odia no ser el centro de atención de alguien que le interesa. — respondió riendo.

— Yo no le intereso.

— Eso dices. — murmuró sonriente. — Pero en fin, esto te pondrá feliz y olvidarás el mal rato.

Mi jefa me extendió un sobre blanco, lo tomé de mala gana para abrirlo, al ver su contenido me encontré con un cheque, mis ojos se expandieron al ver la cantidad.

— ¿Cuatro mil dólares?— solté con ojos grandes.

— Y solo por la noche de ayer. — replicó cruzando sus dedos. — Anda, revisa.

Fruncí el ceño y volví a revisar el sobre, me encontré con otro cheque, pero este era de tres mil dólares nada más.

— El de tres mil son por lo que trabajaste la semana pasada, el otro es por la noche de ayer.

— ¿No es mucho?

— No, no lo es. — me aseguró. — Eso te ayudará mucho con el proceso de Valentina.

Solté un suspiro guardando ambos cheques en el sobre otra vez.

— ¿Ya no me odias?— cuestionó mi jefa divertida.

— Gracias, Liz, en serio necesitaba este dinero. — mencioné dándole media sonrisa.

— Cual gracias, encuerese.

Indeleble || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora