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Recomenzar

¿Y qué tal si una noche llegas de repente
y reordenas mis planetas,
tal y como hiciste aquella vez?

Estoy dispuesta, cariño, a abrirte la puerta,
a quererte sin condiciones bajo la luna llena
—o cualquier luna—.

Ya no soy la misma de antes,
pero podría tomar tu mano y llevarte al infinito
como el día que te conocí.

¿Lo recuerdas?
Apuesto a que piensas en ello cada minuto,
cada instante en que las campanas del mundo dejan de sonar,
cada que el resto se va a dormir y la calle queda en silencio.

Sé que te pasa porque a mi también me pasa.
Conozco tus ensueños en la penumbra porque son iguales a los míos.
No existen verdades incomprensibles para mi.

Decenas de veces te has preguntado
si mi piel te daría una nueva oportunidad
y, en la incertidumbre, el cansancio venció,
las luces, solas, se apagaron.

De espaldas el uno al otro,
juntos, pero separados
preguntándonos, tiempo después,
si es posible volver a comenzar.

EpifaníasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora