XXI

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Mapa de colores


El viernes fue increíble, pero también es cierto que pasé toda la tarde fuera de casa, cuando me prometí a mí misma que iba a estudiar mucho más —aunque el primer cuatrimestre haya ido de lujo— para no sentir que estoy desperdiciando la beca, así que este fin de semana he madrugado bastante más de lo normal, porque no hay mal que por bien no venga.

Me he acordado de que tengo consulta esta tarde, así que me gustaría decirle a Lily lo que me pasa con los estudios, ya que nos hemos centrado tanto en mis inseguridades que no me he dado cuenta de que quizás querer estudiar de más también puede tener sus consecuencias.

Estos dos días he estado desde las nueve de la mañana en la biblioteca de la universidad —hora de apertura, porque sino habría ido antes— estudiando el barroco, tendré una presentación sobre eso pronto, así que después de darle muchas vueltas ya me lo se bastante bien —¿que menos?—, y como la literatura no me desagrada, no me importa pasar tantas horas delante de los apuntes.

Lo que he aprendido sobre el tema del amor —el que voy a exponer— es que tiene dos formas de expresarse; el poeta escribía sobre amores lejanos, y casi siempre no correspondidos, con idealización de la amada, aunque por otra parte, el poeta es consciente de que su destino inevitable es amar y sufrir, viviendo con sentimientos contradictorios.

Se complace del sufrimiento propio porque se trata de un sufrimiento por amor, que era signo de dignificación de las almas nobles, y por tanto le ennoblecía.

Eso me ha dado para pensar, porque simplemente con leer un poema de ejemplo del Conde de Villamediana, me he echado a llorar en plena biblioteca, porque me siento tan identificada con él, aunque creo que no debería ser así, no debería sentir que el amor es contradictorio.

«Determinarse y luego arrepentirse;

empezar a atrever y acobardarse;

arder el pecho y la palabra helarse;

desengañarse y luego persuadirse.

Comenzar una cosa y advertirse;

querer decir su pena y no aclararse;

en medio del aliento desmayarse,

y entre el amor y el miedo consumirse.

En las resoluciones detenerse;

hallada la ocasión no aprovecharse,

y perdido de cólera encenderse.

Y sin saber por qué, desvanecerse:

efectos son de amor; no hay que espantarse,

que todo del amor puede creerse.»

Siento un frío que ha congelado mi corazón. Cada vez que recuerdo algún verso, como un eco persistente después de tanta práctica, mis ojos se llenan de lágrimas, como si estuvieran a punto de escaparse, y tengo que controlar mi respiración.

Al pensar en esto, me doy cuenta de que no creo que alguien del siglo XXI sienta lo mismo cuando ama, y como una cosa lleva a la otra, puede que yo no ame realmente a Andrew. Me duele un poco no poder corresponderle a la altura, porque Andrew es muy Andrew y todo lo hace desde el corazón. Trata a las mujeres genial, si tienes un problema con él, lo podéis solucionar al instante... porque él sabe querer y sabe dejarse querer.

Creo que es algo que aún no he aprendido a hacer. Ni me quiero a mí misma ni me dejo querer, por eso siempre he pensado que querer no es lo mío. Aunque quizás esté equivocada y realmente ame a Andrew, pero no soy capaz de expresarlo en voz alta.

Inefable (YA EN FÍSICO)Where stories live. Discover now