24. PROGRAMANDO CHISPAS

2 0 0
                                    

Rhea

Desde que Zion se marchó de aquí, no me han vuelto a incriminar nada, cosa que agradezco. Sé que necesitamos alguna prueba que le incrimine a él, pero, de todas formas, he vuelto a intentar hablar con otro policía para explicarle nuestra situación. Como era de esperarse, no me ha hecho ni puñetero caso. Ni me ha dicho nada de las pruebas, directamente ha pasado de mi cómo la mierda. Espero que Zion vuelva pronto, poner una denuncia cansa más de lo que parece y me estoy quedando dormida, sin tener en cuenta que ahora mismo soy un chiste andante para los policías, sería muy incómodo.

Veinte minutos más tarde abren la puerta de comisaria y entra Zion con portátil en mano. ¿Ha ido a por su ordenador? Estoy a punto de preguntarle el por qué a la vez que se acerca dónde mí y es ahí cuando me doy cuenta de que no es su ordenador. Claro. Con esto tendremos pruebas suficientes.

—¿Puede alguien entrar al ordenador y mirar los programas que tiene instalados? -dice a nadie en concreto. -Aquí tenemos las pruebas que necesitamos.

En ese momento por lo menos cuatro cabezas se giran rápidamente para mirarle y uno de ellos se acerca para hablar con él y, acto seguido, llevarse el portátil de Luka consigo. Supongo que ahora tocará esperar aún más, asi que me relajo en el asiento. Veo que Zion debe de pensar lo mismo porque se acerca para tomar asiento a mi lado.

—Pensaba que te habías ido a casa, imbécil.

—¿Y dejarte aquí sola? -pregunta levantando una ceja.

—No estaba sola, estaba con mis mejores amigos.

—¿Cómo así? ¿Tienes más amigos a parte de mí? Me has decepcionado, payasa.

—Jaja. ¿Cómo has conseguido el portátil?

—Un mago nunca revela sus secretos.

—Lo has robado.

—Puede.

—Eres de lo que no hay. -termino diciendo, preguntándome cómo le aguanto. - ¿Y Las cámaras?

—Me grabaron, pero el segurata debió de estar dormido, si no, no estaría hablando contigo.

—Perfecto, simplemente perfecto. Es que no piensas en todo lo que-

—Calla, anda. Estoy bien, estoy aquí. Duerme un poco que me amargas la existencia.

—Yo también te quiero.

—Lo sé. -dice girando la cabeza para quedar a poca distancia. -Desde el día que te chocas-te conmigo en casa.

—Quisieras. -me cruzo de brazos para zanjar la conversación. – Voy a dormir un poco, no robes nada.

—Si, señora. -sonríe. -Rhea, esta pesadilla acabará pronto, puedes estar segura. -Y esas simples palabras son suficientes para que me relaje lo suficiente como para dormir plácidamente.

-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-

—Arriba payasa. Ya hemos terminado aquí.

Me despierto con unos leves zarandeos y levanto la cabeza de donde la tenía apoyada, su hombro.

—Siento si te he molestado.

—¿Qué? -le señalo el hombro con la cabeza. -Ah, no te preocupes. Venga, vamos.

—¿Van a hacer algo?

—Las pruebas que han encontrado en el ordenador son más que suficientes. Un programa que diseñó él te mandaba esos mensajes programados, por eso podía estar contigo y llegarte uno sin pensar que era él. El muy cabrón me habló del programa en su casa y no pude

Intercambiando secretosWhere stories live. Discover now