6. LOS 5 SEGUNDOS

23 4 9
                                    

Zion

Esto va a ser muy divertido. Solo de pensar que está siendo obligada a hacer ejercicio, hace que me ría a carcajadas. No sé si se presentará donde hemos quedado, aún queda un rato para que sean las tres, pero si no está, creo que los dos sabemos que entraré a su habitación a arrastrarla solo porque quiero reírme un rato.

Termino de preparar la bolsa que suelo llevar a todos los entrenamientos y me pongo el chándal gris de siempre con una camiseta de tirantes. No vamos a hacer pesas hoy, tampoco es que sea un ogro, solo vamos a ir probando diferentes cosas que estén por ahí para que no le cueste tanto y ver si le gusta alguna. Por la cara de desagrado que había puesto antes cuando no podía decir que no, me di cuenta de que no debe de pasar mucho tiempo en el gimnasio, por no decir ninguno. Cuando miro la hora en el móvil veo que ya son más de las siete así que me dirijo al pasillo pensando que no estará, pero me equivoco. Está dándome la espalda así que no me ha visto, bien. Lleva un chándal y una camiseta ancha, supongo que así iría a sus clases de baile que me dijo que asistía cuando la estaba trayendo de la fiesta. Que por cierto no puedo utilizar mi deportivo porque están lavando la pota que dejó ella. Ugh.

Aprovecho que no me ha visto para ponerme detrás de ella, es alta medirá un poco menos de 1,70, pero comparada conmigo le sigo sacando casi dos cabezas. Es gracioso ver como se asusta al ver mi sombra en el suelo y se choca conmigo, haciendo que nos quedemos pegados como la vez que estuvimos bailando y la agarro de la cintura para que no se me escape.

— ¿Lista para nuestra sesión en el gimnasio? -le hablo al oído recordando la reacción que tuvo la última vez que hice lo mismo, pero esta vez no pasa nada. Que pena.

— No -contesta con voz casi temblorosa. Bingo, no sé por qué, pero quería provocar eso. Que note que le puedo provocar esta reacción solo por el simple hecho de hablarle al oído. Que se joda.

— Bien. -digo alejándome a propósito- no tengo el deportivo porque alguien me lo potó entero, así que tendremos que ir en mi moto. Que pena. -empiezo a bajar las escaleras con una sonrisa en mi cara sin girarme a ver si me sigue. Lo voy a pasar muy bien esta tarde, estoy seguro.

— ¿Tienes una moto? -oí que gritaba desde arriba, tanto azúcar del chocolate ha debido de dejarla tonta. -No sabía que tenías moto. -pensaba que le jodería el tener que ir en una moto conmigo, pero no Está ¿ilusionada? ¿Acaso le gustan las motos? Eso sí que no me lo esperaba. -Puedo conducirla un rato antes de entrar al gimnasio? Ya que estoy obligada a ir por lo menos déjame hacer eso.

Vale, eso no me lo esperaba para nada. ¿Dónde aprendió a andar en moto? No tenía pinta de saber de motos para nada, de hecho, aún no puede sacarse el carné de conducir. Aquí hay algo interesante, y yo me voy a hacer responsable de averiguarlo.

— ¿Seguro que quieres conducir la moto? -pregunto para confirmar que no tengo ningún problema en los oídos, que al ver que asiente lo descarto por completo. -Si sabes lo que haces, por mi bien. Ahora, me la rompes o aparece con un triste rayón, no vuelves a ver la luz del día en tu vida.

— A ver, a ver, eh, nos tranquilizamos. Que se conducir motos desde hace un año y no he tenido ningún accidente. Sé lo que estoy haciendo.

Y es ahí cuando me doy cuenta de que está al lado mío y no bajando las escaleras como hace un momento a la espera de ver la moto. Y como también quiero ver su reacción al ver mi juguete, no la hago esperar.

— Pero no tardes mucho, ¿vale? Tenemos que marchar en nada.

-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-

No tendría que haberle dicho nada, teníamos que haber ido andando. Joder. Lleva casi una hora con la dichosa moto. Pero se le da bien, me ha impresionado, a decir verdad, pensaba que se chocaría en la primera curva, pero no. Le queda bien conducir mi moto, solo le faltaría coger mi chaqueta de cuero, ya sería una locura. Pero como la quiero molestar con algo esta tarde, le corto todo el royo. Que ya va siendo hora.

Intercambiando secretosWhere stories live. Discover now