Capítulo 40. La cena entre amigos.

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Cuando entraron al comedor, los otros dos hijos del matrimonio, Fernando y Raquel, se abalanzaron sobre Vanesa cuando las dos mujeres aparecieron, y a Olivia no le pasó desapercibido dichos abrazos, y cómo esos niños debían apreciar y querer a la inspectora. Eso le daba a entender a la forense que a Vanesa se le daban bien los niños y que entonces la imagen que tenía de mujer dura y tosca, era simplemente una fachada. La forense sonrió cuando vio dicha escena. La inspectora era una caja de sorpresas, y a ella no le importaría descubrirlas, una a una.

Cuando se saludaron todos, Vanesa se quedó con los hijos de Marco en el comedor mientras Olivia se dirigió a la cocina a saludar y a ayudar a Rosa con lo que le quedaba a ésta por hacer de la cena, pero la mujer ya lo tenía todo preparado y bajo control.

Vanesa siempre se quejaba de los niños, pero luego era la primera que se ponía a jugar con ellos. Los niños estaban jugando a un juego de mesa y la inspectora se dispuso a ayudar a la más pequeña. Cuando estaba con los hijos de García, solía salir la niña que aún había en Vanesa. Y aunque no lo reconociera, ella disfrutaba mucho con esos niños.

-Raquel, tú y yo vamos a jugar juntas. Te voy a ayudar a ganar a tus hermanos. ¿Estás preparada?

-Eso es trampa, Vanesa, ella tiene que jugar sola- espetó Fernando. No le gustaba perder ni con su hermana pequeña.

-Vamos Fernando, tú tienes diez años y Raquel sólo siete. No seas abusón.

-Está bien, os voy a ganar igualmente. Vamos.

Cuando iban a empezar la partida, aparecieron Rosa y Olivia trayendo platos y colocándolos sobre la mesa.

-De eso nada, chicos, la partida no la empecéis porque os vais ya para vuestras habitaciones -dijo Rosa a sus dos hijos pequeños. Éstos ya habían cenado, así los adultos podrían cenar tranquilos y hablar de temas más trascendentales.

Los niños se dirigieron a sus respectivas habitaciones sin rechistar, mientras los adultos se sentaron para cenar.

Vanesa se sentó en frente de Olivia, y quería que la tierra la tragara. ¿Cómo iba a hacer durante toda la cena para no mirar a la forense con el deseo que estaba sintiendo por ella? Cada vez le costaba más tenerla cerca y tener que contenerse, aunque fuera un simple roce o una mirada coqueta. Porque además estaban sus amigos delante y debía medir sus emociones hacia Olivia. Pero ésta estaba igual que Vanesa, se moría de ganas por mirar fijamente a la inspectora y traspasar la oscuridad de esa mirada que tanto la atraía. Toda ella era algo oscura, como sus ojos, que denotaban cierto halo de misterio, y a esas alturas Olivia se moría de ganas por descubrir qué había detrás de ese escudo o barrera que se había puesto la misma inspectora para que nadie pudiera acceder a ella.

Los cuatro estuvieron hablando de varios temas diversos mientras cenaban. Vanesa y Olivia de vez en cuando se dejaban llevar por lo que sentían la una por la otra, mirándose a los ojos alegremente y con cierto deseo, lo cual no pasó desapercibido para el matrimonio. Rosa y Marco estaban felices de ver cómo estaba yendo la velada entre sus dos amigas. Habían dado en el clavo invitándolas a las dos.

En un momento dado, Vanesa rozó con su rodilla las rodillas de Olivia, y ésta lejos de molestarse y retirarlas, permitió a la rodilla de Vanesa meterse entre las suyas, mientras los ojos de las dos mujeres echaban chispas. Olivia sonrió, intentando que ni Rosa ni Marco se dieran cuenta de lo que estaba pasando entre Vanesa y ella. La inspectora le devolvió la sonrisa como pudo, puesto que no quería ser obvia delante del matrimonio. Sabía de las intenciones de su compañero y no quería darle pie a que enfatizara en el intento de juntarlas.

Cuando terminaron de cenar, y ya en la sobremesa, el matrimonio sacó alcohol para tomar unas copas. Vanesa declinó el tomar una copa porque tenía que llevar luego la moto. En la cena ya había bebido un par de copas de vino y con eso tuvo más que suficiente.

Oliva aprovechó a que los niños no se encontraban merodeando por el comedor, para preguntarles a los policías cómo llevaban la investigación. Estaba muy interesada en cómo iba avanzando ésta. Ella también confiaba tanto en Marco cómo en Vanesa en cuanto a que pillarían pronto al asesino.

-Chicos, perdonad que os pregunte, pero la verdad es que me interesa saber cómo lleváis la investigación de adelantada. Si queréis y podéis responderme, claro.

Vanesa y Marco se miraron titubeantes. Entre ellos no había secretos, y los dos estuvieron de acuerdo, con la mirada que se echaron, que podían confiar en la forense también. Ella misma se tomaba su trabajo muy en serio y Olivia sabía perfectamente que los dos policías hacían lo mismo que ella. Así pues, el primero en hablar fue Marco.

-Pues verás Olivia, creemos que lo tenemos.

-¡Joder!¿Ya?- preguntó contenta Olivia.

-Sí, bueno, mejor dicho, creemos que lo tenemos identificado, ahora sólo nos falta encontrarlo. Tenemos una patrulla de policía vigilando su vivienda. Él vive con su padre pero lleva días desaparecido - ahora fue Vanesa la que respondió a su pregunta. Quería centrar la atención de Olivia en ella.

-Vaya, ¿Vive con su padre? -Olivia se quedó pensando en su teoría inicial de que el asesino, o vivía solo, o si vivía con alguien, sería con una persona impedida físicamente o discapacitada.

-Tenías razón, Olivia, con tu hipótesis. El asesino vive con su padre, un hombre que va en silla de ruedas por un accidente que tuvo hace muchos años. El hombre solo se mueve por la planta calle, así que el hijo tiene toda la planta de arriba y el sótano para él solo. Para hacer y deshacer a su antojo. Luego viven en una casa, a pocos metros de donde vivía Pilar. Y lo mejor de todo, vi olivos en su jardín cuando me asomé por la ventana del comedor -dijo Vanesa sin poder retirar la mirada del rostro de Olivia. Ésta la miraba también atentamente y casi sin parpadear.

Olivia sonrió para sus adentros. Entonces no iba nada mal encaminada con la idea que tenía del asesino y de su entorno. De su padre impedido, de los olivos en el jardín, de que viviera en una casa y no en un piso, y de que si vivía en una casa, seguramente tenía perro. De ahí los pelos encontrados en el cuerpo de la joven. Enseguida pensó que no se le hubiera dado nada mal haber estudiado criminología y luego meterse en la policía como había hecho Vanesa. A ella también le gustaba el tema de los perfiles psicológicos de los sospechosos. Le llamaba mucho la atención todo lo relacionado con los cuerpos con los que ella trabajaba, porque siempre que le traían un cuerpo de una persona que había sido asesinada o que había muerto en extrañas circunstancias, ella quería saber todo lo que pudiera sobre el por qué ese cuerpo se encontraba en ese momento listo para ser abierto, estudiado y analizado por ella.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora