Capítulo 2

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—Así que... ¿has dado el gran paso?—Pregunté, rotando la cerveza entre mis manos.  

Will se encogió de hombros sin poder borrar la felicidad de su cara. Se limitó a asentir, ocultando la sonrisa que se formaba sola en sus comisuras. No pude evitar sentir ciertos... celos. El rubio había conseguido lo que yo quería, aunque claramente me alegraba por él y por Alba. Ambos no se merecía menos que ser feliz tanto como duraran sus vidas.  

—¿Qué tal van las cosas por aquí? 

—Bien. Sin muchos cambios— Respondí y acto seguido terminé la bebida, haciendo una seña al camarero para pedir otra ronda.  

Las cervezas llegaron y la conversación tomó un descanso mientras bebíamos por los botellines. El bar se encontraba en declive, solo quedábamos William, yo y algunos obreros que trabajaban en la obra de enfrente. El lugar estaba mal iluminado y los ruidos de las maquinas tragaperras resonaban con fuerza, ayudando a que mi mal humor aumentara. Desde la noche anterior mi animo era de perros. No solo me había visto arrastrado a una cita a la que no quería acudir, sino que la mujer con que la intentaba emparejarme Anthony era la hermana de Alba. Ana era exactamente de lo que debía alejarme; altiva y arrogante. Y para coronar la velada, la maldita llamada de mi madre. Mis padres se encontraban en pleno auge del divorcio. Mamá había pillado a papá en la cama con su secretaría, a la cual le sacaba unos veinte años.  

Lo único que me apetecía a esas alturas del día era coger una botella de cualquier bebida alcohólica y emborracharme hasta caer rendido en la cama.  

—Tío, no tienes buena cara—Expuso William, estudiándome con el cejo arrugado. 

—No es nada—Espeté de forma brusca. Resoplé y murmuré:—Una mala noche.  

—¿Tus padres? 

Obviamente Will estaba al tanto de la historia; al fin y al cabo era lo más parecido a una familia que tenía en España.  

—En parte—. Respondí, dándole un largo sorbo a la cerveza.  

—¿Y la otra parte? 

Tenía dos opciones; callarme o contárselo. Opté por lo segundo.  

—Tu cuñada. Esa es la otra parte.  

Impresionado, William abrió los ojos a tal punto que temí se le escaparan.  

—¿Ana?—Afirmé en un firme movimiento de cabeza. Will parecía más desconcertado por momentos—. ¿Te la has encontrado?  

—Anthony se empeñó en que lo acompañara a una cita, quería presentarme a alguien.  

—¿Anthony está saliendo con Ana?—Inquirió totalmente alucinado.  

Aguanté las ganas de reírme al imaginar al bueno de Anthony con la pelirroja. Aquella mujer se lo comería vivo, algo así como la Mantis Religiosa.  

—No, Ana iba a ser mi cita. Anthony está saliendo o lo que sea, con la socia de tu cuñada.  

William me miró fijamente unos segundos para terminar carcajeándose escandalosamente. No entendí aquel ataque de locura, por lo que esperé de forma poco paciente a que se calmara para que me explicara: 

—Tú y Ana...—Decía todavía con resquicios de carcajadas—Joder, eso sería digno de ver. No sé quien acabaría peor, si tú o ella.  

—Nunca lo comprobarás—. Aseguré, alzando el botellín en un brindis silencioso.  

Probablemente nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora