Macabra Tentación - 1.El Vínculo (¡¡subida de nuevo!! A la venta en Amazon)

Capítulo XIX

Capítulo XIX!!!! Ya falta muy poco para saber el desenlace de este primer libro :3

La obra está registrada y publicada por lo que está prohibido su copia o reproducción. Todos los derechos reservados.

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Capítulo 19

Salimos de allí con la esperanza de que nadie viese el cuerpo de la vampira en el balcón y esperando que no se complicaran demasiado las cosas esa noche. Marchándome de casa evitaría que viniesen a buscarme y que alguien pudiese resultar herido, pero no era un plan del todo seguro. Si Lucius conocía la muerte de uno de sus neófitos, quizás enviase a más alegando la venganza como excusa, pero realmente dudaba que hiciese eso... Tan solo debía crear otro para sustituirla. Si era cierto que Lucius contaba con un gran número de neófitos a su servicio, debía hacer bastante tiempo que se dedicaba a crearlos sin que nadie lo supiese. La presencia de James sumado a lo que yo sabía punía en peligro todos sus planes.

Avanzamos rápidamente mientras el frio de la noche me golpeaba con furia en la cara. Iba a ser una noche larga a la espera de que ocurriese algo, ese tipo era capaz de cualquier cosa con tal de mantener su secreto a salvo, de todas formas, estaba segura que el consejo se iba a enterar tarde o temprano. Una vez en la casa encendimos la chimenea y nos sentamos sobre el suelo de madera. Quedé absorta en las llamas que ululaban de un lado a otro de forma hipnotizarte, todo lo sucedido desde que conocí a James pasó por mi mente. Había estado a punto de morir en dos ocasiones y aún no sabía si estaría viva terminada la noche. James me abrazó y permanecimos allí en silencio esperando a que algo sucediese y se terminará todo de una vez.

—James, ¿dónde conociste a Lucius? —pregunté al fin terminando con aquel silencio.

—Fue hace mucho tiempo, en la antigua Roma. Lucius era un adinerado hombre de negocios, su ambición y tiranía eran conocidos por todos, incluso se codeaba con el mismísimo Julio Cesar. También era conocido por sus fiestas que se alargaban hasta altas horas de la madrugada y donde el vino, las mujeres y la comida no faltaban.

—Veo que no ha cambiado demasiado con el tiempo, sigue siendo ambicioso y tirano —añadí—. Continúa.

—Bien, precisamente en una de esas fiestas fue donde le conocí. Hacía pocos días que habíamos llegado a Roma mi creador y yo, en aquel entonces aún seguía llamándome Gunnar. Viajamos durante semanas y esa noche habíamos salido a alimentarnos, el ruido, la música y el olor de múltiples personas comiendo y bebiendo nos atrajo al lugar. Cuando llegamos la música sonaba con un ritmo endemoniado. Nuestra presencia no pasó desapercibida. La extraña palidez que poseíamos y nuestros ojos de un extraño color claro captaron la atención de las féminas allí congregadas. Bailarinas que se contoneaban sensualmente, prostitutas y mujeres de bien se dieron la vuelta para mirarnos.

Mi creador era más alto que yo y poseía un cuerpo muy musculado, su piel era de un moreno muy pálido algo que le confería un aire exótico, algo que despertaba el deseo de las mujeres. Aquello no pasó desapercibido para Lucius, que se encontraba tumbado sobre un gran número de enormes cojines mientras dos jóvenes de corta edad y con poca ropa se deshacían en caricias y le daban de comer toda clase de manjares. Se dio cuenta desde el principio que no éramos como los demás humanos. Un joven se acercó y nos indicó que Lucius quería hablar con nosotros. Supusimos que querría saber que hacíamos en su fiesta como ya te he dicho teníamos un aspecto totalmente diferente a los demás. Nos acercamos donde se encontraba y ordenó a las jóvenes que se marchasen quedándonos a solas con él; nos invitó a una copa de vino que ni siquiera probamos. Nos preguntó quiénes éramos, de dónde veníamos y qué hacíamos en su fiesta, le contamos que acabábamos de llegar a Roma después de un largo viaje y que solo queríamos pasarlo bien. Complacido por nuestras respuestas llamó de nuevo a las jóvenes y les dio órdenes para satisfacer todos nuestros deseos, pero debimos suponer que tanta amabilidad tendría un precio, Lucius era muy perspicaz. Aún no nos habíamos alimentado así que las condujimos hasta una zona apartada del bullicio del lugar y nos alimentamos de aquellas jóvenes, después de varios días sin alimentarnos aquella sangre nos supo al más exquisito de los manjares. Cuando aún nos encontrábamos tomando su sangre apareció Lucius sorprendiéndonos e instintivamente las soltamos y nos abalanzamos sobre él, nadie podía saber que éramos vampiros, pero como te decía, él sospechó que éramos diferentes desde el principio. Cuando estábamos a punto de arrancarle la cabeza, Lucius nos informó que si le pasaba algo toda Roma se enteraría que éramos unos monstruos y que le habíamos asesinado, alguien había sido informado y si le pasaba algo no podríamos permanecer en Roma más tiempo. No le matamos y unos días después de la fiesta nos reunimos de nuevo con él, nos propuso un trato, podríamos permanecer en Roma todo el tiempo que quisiéramos y disfrutar de su palacio si le dábamos el don de la inmortalidad. Sabía lo que éramos, incluso conocía a alguien como nosotros pero ese alguien nunca quiso transformarle, le explicamos las consecuencias de lo que nos pedía, la sed y todo lo que conllevaba ser un vampiro, pero no le importaba, solo quería ser más poderoso y no envejecer, ser como nosotros le permitía alcanzar todo aquello. No teníamos donde ir y queríamos quedarnos en Roma, era un sitio en progreso, un sitio donde pasar desapercibidos, un lugar donde podíamos estar, dejar de huir y vagar sin rumbo. Lo pensamos durante dos noches más y decidimos aceptar lo que nos ofrecía a cambio de estar bajo nuestra supervisión, aprender a controlar sus instintos y sobretodo de mantener en secreto que era un vampiro. El trato quedó cerrado y esa misma noche Lucius dejó de ser humano.