CAPÍTULO 35 | ÚLTIMO ADIÓS |

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— tú...¿tú recordaste? — mi voz se tornó muy confundida y temblorosa.

— de que estás hablando? — preguntó mirandome.

Obviamente el no sabía de su problema de olvidar las cosas y me sentí un idiota por haberle preguntado eso.

— no, nada..olvidalo — sonreí, feliz de tener a mi padre de vuelta.

El sonrió y puso su mano grande y fria sobre la mia, por primera vez desde hace mucho tiempo me sentí un niño de cinco años viendo al mejor heroe en frente de mi...mi papá.

— si esa chica te hace feliz, no la dejes ir Tom. Quizás ella te saqué de toda está mierda — dijo ahogando un poco de tos.

Luego tosió apretando sus ojos hasta qué reguló su respiración.

Traté de tragar el nudo de mi garganta.

— lo siento mucho papá, siento mucho todo lo que paso entre los dos, eres lo mejor qué tengo y siempre será asi — dije mirandolo y mis ojos se llenaron de lágrimas.

Pude notar como sus ojos se rebalsaron en lágrimas y sonrió dejando caer una por su rostro.

— ya nada de eso importa, gracias por quedarte haciendole compañia a este viejo — su voz comenzó a sonar débil y mi corazón se acelero, estaba asustado.

— ¿papá? — pregunté mirandolo.

La maquina comenzó a sonar, sus latidos eran rápidos.

— ¡papá!

Su mano apretó fuerte la mia y trate de calmarme, pero la maquina se detuvo emitiendo un sonido sordo y una línea recta apareció en ella, la mano de mi padre ya no me apretaba.

— ¡no! — grité empuñando mis manos en su remera.— ¡papá! no...¡papá despierta! — grité.

La puerta se abrió de golpe y unas enfermeras entraron junto a mis tias y a mi hermano.

Estaba alterado, me sentía fuera de mi cuerpo y no asimilaba nada.

— papá...no — susurré rodeando su cabeza con mis manos y tratando de levantarlo — no me abandones, no me dejes solo papá...no me hagas esto

Mi voz cada vez era más fuerte y lágrimas rebalsaron mis ojos, sentí una mano en mi codo, pero la ignoré.

Me alteré gritandole a mi papá que estaba siendo atendido por miles de enfermeras, las otras me decían que saliera.

La mano de mi codo me apretó con fuerza y luego tres pares de manos femeninas me sacaron de ahí a gritos, pero yo no escuchaba.

La puerta se cerró en frente a mi y comenzaron a reanimarlo.

Diablos, esto no es real.

— ¡Tom ya calmate! — me gritó tomandome de los hombros.

Lo mire hablarme, sentía que todo daba vueltas y tenía el presentimiento de un puto trance del cual no podía escapar.

— maldita sea, ¡sueltame! — me alteré zafandome de su agarre.

Apoyé mi espalda en la muralla y me arrastre en ella hasta quedar sentado en el suelo.

Flexione mis piernas hundiendo mi cabeza en mis brazos y rodillas. Mis ojos colapsaron y lágrimas recorrieron mi rostro.

Sentí una mano en mi hombro, pero no sentía nada.

Es increíble como piensas que algo mejorará y de un segundo a otro todo está cayendo encima tuyo.

— Tom, tranquilo — decía mi hermano asumiendo que si seguía así de alterado y llorando, vendría un trance que nadie quería que apareciera.

Ganar perdiendo | Tom HollandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora