Capitulo 15

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Tauriel se refugió en el hueco de la raíz de un árbol.
Una vez ahí, se acurrucó y comenzó a sollozar fuertemente.
No quería pensar en lo que le había dicho Legolas.
No quería pensar en que Anrod no regresaría.
Simplemente no quería.
Se consolaba a sí misma sujetando su colgante de luz de estrella, viéndolo brillar, deseando brillar ella también.
Tenía miedo de perder a Anrod, el único ser por el que alguna vez había sentido algo.
Y mientras sollozaba, limpiándose las lagrimas, tarareando canciones, se quedo dormida.

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Legolas se maldijo a si mismo por haber dicho eso.
Trató de seguir a Tauriel, pero no pudo seguirle el paso a travez del espeso bosque.
Y regresó al Reino del bosque rendido.
Y no se dejó de culpar y maldecir, por que había perdido a la hija del bosque una vez mas.

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Un súbito grito despertó a Tauriel sobresaltada.
Se incorporó rápidamente, desenfundando ambas dagas, lista para ser atacada, pero descubrió que el grito no provenía de tan cerca de ella.
Aún así, la hija del bosque se levantó y busco la dirección de la que provenía el sonido.
"Este, cerca del embarcadero" pensó para sí misma. Comenzó a correr hacia el lugar tan rápido como sus aún dormidas piernas se lo permitían. Debía de haber dormido gran parte de la noche, pues la oscuridad que la rodeaba sólo podía significar que era cerca del amanecer.
Los gritos, que a Tauriel le parecían que provenían de un niño humano, se intensificaron conforme se iba acercando al embarcadero, y también fue reconociendo otros sonidos.
Gruñidos y aullidos de orcos.
Tan pronto como llegó a los bordes del bosque, fue capaz de ver la escena:
Un niño gritando, tratando de sacarse de encima a una de esas horribles criaturas, un hombre no muy lejos, tratando de llegar a su hijo, armado con tan sólo un tubo de fierro.
Y un jauría de orcos entre ellos.
Inmediatamente, Tauriel se llevó la mano a la espalda, esperando que sus dedos aferrarán su arco, pero sólo aferraron airé.
Maldijo en la lengua común para sí misma.
Las únicas armas que poseía eran sus dagas. Lanzó una hacia el orco que se encontraba sombre el niño, clavando a en el cráneo de la criatura.
Luego se lanzó al ataque, matando cualquier inmundicia que estuviera en su camino. El padre del niño corrió a abrazar a su hijo mientras la hija del bosque seguía luchando contra los orcos. Ocasionalmente el hombre lanzaba uno que otro golpe con su bar de fierro, dejando al orco aturdido, que era inmediatamente después asesinado por Tauriel.
Pero eran demasiados orcos, y Tauriel fue retrocediendo poco a poco hacia el Lago, subiendo a una pequeña barcaza de madera. El padre y el hijo hicieron lo mismo, posicionandose siempre detrás de la elfa. Algunos orcos subieron a la embarcación, intentando acorralarlos para poder matarlos.
Con un solo movimiento, Tauriel cortó la soga que ataba a la barcaza al muelle y el impulso de las criaturas subiendo los empujo directo al centro del Lago.
Algunos orcos se quedaron aullando en la orilla, mientras que otros (los que habían logrado subir a la barcaza) intentaban matar a la elfa.
-¡Agachate!- le gritó Tauriel al niño mientras empujaba a otro orco fuera de la embarcación. El orco cayó por la borda, pero otro sujeto a Tauriel por atrás, inmovilizandola.
La hija del bosque gruñó y sintió como el peso los arrastraba a ambos, el orco y ella, hacia la orilla de barco.
Y no logró estabilizarse a tiempo.
Tauriel cayó al Lago.
Agitó las manos tratando de flotar, pero todos sus esfuerzos fueron en vano. Sentía como sí unas manos invisibles, pero infinitamente frías, la jalarán hacia abajo, hacia la profundidad. Supo que iba a morir, y que nadie iba a saber que le había pasado. Iba a ser olvidada.
Recordó a Anrod y a esa hermoso noche que habían pasado juntos. Intentó llevar una de sus manos hacia su cuello, en un intento de sujetar su colgante, pero el frío era tal que no se pudo mover ni un ápice. La asfixia comenzó a ahogarla, e intentó respirar, aunque sólo agua entro por sus pulmones.
La joven elfa agitó las manos una vez más, tratando de asirse al vacío. Pensó que, sí iba a morir, al menos quería tener un último buen recuerdo de la vida.
Inconscientemente, Tauriel miro hacia arriba, y a través de la cortina cristalina de agua, pudo ver algo. Algo hermoso y valioso para ella.
Pudo ver las estrellas.
Cerro los ojos, pensando en ellas, y abrazó su luz.
Tauriel sintió a la muerte justo tras ella, y se preparó para recibirla.
Pero aquel no sería su fin. No estaba escrito así.
Antes de perder el conocimiento, pudo ver como una mano aparecía y la jalaba hacia arriba.
La hija del bosque perdió el conocimiento al tiempo que un barquero la sacaba de las heladas aguas del Lago.

FIN DEL LIBRO UNO

Hija del BosqueWhere stories live. Discover now