No somos culpables de encontarnos. No somos culpables de enamorarnos. No somos culpables de amarnos. Ni culpables de dejarnos. Somos culpables de dejar que intervengan en nuestra vida y culpables pensar más en los otros que en nosotros. Somos culpables de amarnos y dejarnos por los demás... 𝘚𝘰𝘮𝘰𝘴 𝘤𝘶𝘭𝘱𝘢𝘣𝘭𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘰𝘭𝘷𝘪𝘥𝘢𝘳𝘯𝘰𝘴.