De: La Saga de Adán. Pero Dios observó la fragilidad del hombre y en su amoroso deseo de proteger y cuidar a su criatura, de la angustia de su propio destino, decide crear un jardín para cuidarlo, como toda madre o padre con su creación. El jardín inundado del espíritu de Dios, es acogedor, un lugar en donde no hay muerte, pero cuando Dios traslade al hombre se dará cuenta que no puede dejarlo tal cual fue creado porque es conocedor de su naturaleza.
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