Hacia lo Prohibido ©

By Nara_CC

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Collet Zane es una adolescente que, junto a su mudanza de Carolina del Norte a nueva York, viene a su vida lo... More

ANTES DE LEER
Prefacio
Introducción | Collet Zane
...
Capitulo 1 | El comienzo de todo
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 5 | Parte 2
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 8 | Parte 2
Capítulo 9 | Un faro y un cigarro
Capítulo 10 | Impotencia
Capítulo 11 | Al carajo
Capítulo 12 | La diferencia entre...
Capítulo 13 | Impulsos
Capítulo 14 | Karma
Capítulo 15 | Descubriendo la verdad
Capítulo 16 | Sentimientos
Capítulo 17 | Dudas sin responder y Encaros
Capitulo 17 | Parte 2
Capítulo 18 | Choque con la realidad
Capítulo 19 | Mal presentimiento.
Capítulo 20 | Demone
Capítulo 21 | Consecuencias
Capítulo 22 | Límites
Capítulo 23 | A la vista de alguien
Capítulo 24 | Espejos
Capítulo 25 | Desde las sombras
Capítulo 26 | Escarmiento cruel
Capítulo 27 | Eres como las otras
Capítulo 28 | La última gota
Capítulo 29 | Eso es de tramposos
Capitulo 29 | Parte 2
Capítulo 30 | Me arrebataron...
Capítulo 31 | Tu y Yo
Capítulo 32 | Tú y Yo, claro que sí.
Capítulo 33 | Navidad diferente
¿Esto es un...?
Capítulo 34 | Revolución de las ratas.
Capítulo 35 | Desgracia de media noche
Capítulo 36 | Afrontando el sufrimiento
Capítulo 37 | Encuentros sabor a tristeza
Capítulo 38 | La última copa
Extra | Bajo mi atención.
Capítulo 39 | Ni un beso, ni un perdón
Capítulo 40 | Nuestro destino
Capítulo 41 | Tiempo cumplido
Capítulo 42 | Asuntos ajenos
Capítulo 43 | El sabor de la verdad
Capítulo 44 | Llena eres de desgracia
Capítulo 45 | Mi suerte, tu suerte, nuestra suerte.
Epílogo
Agradecimientos.
Hacia la Obsesión.
Un pequeño regalo
El sabor a muerte.
Extra -Halloween atrasado-
Escena fugaz

Alas de ángel

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By Nara_CC

Observación: Hay imagen de una descripción en específico, sabrán cuál es cuando lean y ahí es cuando deben ver los comentarios para ver la imagen.

Alas de ángel.


Narrador omnisciente.

Verlo de soslayo se había vuelto una de las cosas que más hacía en los últimos días ¿Por qué? Por la simple y sencilla razón de que él era un niño que ella no pensaba tocar (o talvez sí). Aunque la tarea se estaba haciendo difícil y además la palabra "niño" permanecía de más, pues él ya tenía dieciséis. En cualquier caso ella nunca lo obligaría a algo que él mismo no quisiera, y como siendo ella una chica con mucha experiencia sabia y notaba que él no le era indiferente, que él tambien sentía una fuerte atracción por ella.

Volvió y reiteró en su mente: «En cualquier caso yo no lo obligaría a nada que él no quiera»

Y como desde que él la fue a traer a su casa no había dejado de verla con deseo, apretando el timón, luciendo más guapo de lo que ya era, entonces... Ella nunca se queda con las ganas, nadie se enteraría de nada y el placer sería un secreto.

—Detente —se oyó decir en medio de la carretera solitaria, rodeada de muchos árboles.

—¿Que pasa? —preguntó él, tenso ante la presencia de ella a su lado, con un vestido revelador que lo obligaba a recurrir a su auto control para no embelesarse con la vista.

—Solo detente —volvió ella a pedir con su entrepierna cosquilleando.

Él frunció sus cejas sin entender, en su inocencia, la petición desesperada de ella quien estaba siendo muy evidente con lo que pretendía. Sin embargo detuvo su tan hermoso auto en una orilla pegado a los árboles.

—Ya —afirmó apagando el motor— ¿Estás bien? —se obligó a preguntar cuando vió que el pecho de ella comenzó a acelerarse.

Ella no dijo nada, miraba directamente al frente con sus manos en su regazo, si que se le estaba acelerando el pulso con solo la tensión que desde que lo vió de cerca surgio entre ellos. Le sudaban las manos, pero no era porque ella estuviera nerviosa, no, era porque su inseguridad de meterse con alguien menor de edad, no solo menor que ella, era algo complicado ante la sociedad y ante la ley. Si tan solo fuera un año de diferencia no sería tanto el problema, o mejor dicho, no lo sería.

Volteó a ver y lo sorprendio a él quién le veía el escote directamente, ella sonrió satisfecha por lograr lo que quería, se obligó también a dejar por un lado su preocupación del qué pasará, solo disfrutaría del presente.

—¿Me deseas? —cuestionó juguetona, no se anduvo con rodeos.

Él tragó saliva, avergonzado por no lograr que su deseo de hombre fuera controlado para no verla de más. Pero sus ojos brillaron en un destello de excitación, ¡Diablos! ¡Claro que la deseaba! La deseaba desde que la vió en una fiesta siendo aún novia de su amigo y, no se sentía mal, no lo hacía porque se reprimió e hizo todo lo posible para evadirla todo lo necesario para no cruzarse con ella porque muy dentro de él sabía que algo así, como lo de este momento, podría pasar.

Pero ahora que ella no estaba en ninguna relación no había problema ¿O sí? Aquel chico, ex de ella, era su amigo también, pero no se podía evitar lo inevitable, él no podía seguir siendo invisible para ella quien ahora era amiga del ligue más constante de su hermano, además, aquella chica le caía bien y seguramente sería una buena amiga y eso conllevaría acercamientos seguidos con la hermosa chica que yacía a un lado de él.

—Si. —dijo absorto por el momento tan tenso que ahora permanecía en el auto.

Ella observó el tan perfecto rostro de él, era tan guapo que se preguntó el por qué no lo había visto antes, como no lo había notado antes si ella era cercana al hermano, y vaya que lo era, pero de haber sabido que aquel chico contaba con un hermano tan guapo como él las cosas habrían cambiado drásticamente, aunque antes él sería mucho más pequeño.

Pero ahora que recuerda, lo vió algunas veces en dónde él huía de ella como si de una plaga se tratase, entonces ¿Por qué?

—¿Quieres bésarme? —incitó y se puso de medio lado para verlo mejor.

—Si. —volvió él a confesar tirando por la borda todo lo que había evitado.

Ella sonrió de una forma tan arrogante y seductora, típico de ella, alguien segura de sí misma, capaz de hacer caer a quien se le diera la gana. Y él, vulnerable, sin estar acostumbrado ni adiestrado a los encantos de chicas como el porte de ella, involucrado sólo con pubertas de su misma edad e incluso menores que él, en dónde lo único en lo que pensaban eran besos dulces y caricias inocentes, con ganas de presumir a su pareja, obvio que él iba a caer, obvio que no sería la excepción.

—¿Y que estás esperando para hacerlo entonces? —inquirió con vos seductora, la mejor que ella tenía.

Volvió a tragar saliva con ver cómo ella se mordía el labio inferior y, penso en que él también quería hacerlo, demasiado había fantaseado para no aprovechar el momento. La observó por unos segundos y se perdió en los alucinantes ojos miel que ella cargaba en su perfilado rostro, se inclinó y perdió todo tipo de control sobre él.

La besó, la besó evocando aquél momento en dónde ella lo masturbaba en el inicio del pasillo a su habitación, sabiendo que pasaría a más si no fuera por su padre que llamó interrumpiendo todo. Se le erectó, su verga se le erectó y jadeó con la mano nuevamente intrusa de ella.

Ella se erizó con sentir los novatos y carnosos labios de él, sintiendo el sabor ácido y dulce de su saliva, perdiendo en su mente que aquello era lo más delicioso en ese momento. Sus lenguas se acariciaban en una deliciosa danza de erotismo palpante, transmitiendo el deseo e inocencia pura entre sí, inocencia de parte de él y erotismo por parte de los dos, porque por más delicado que el chico pareciera, tenía sus técnicas para calentar a una mujer, a una mujer como ella que estaba excitada reteniendose y controlándose al saber que el chico frente a ella era virgen y adelantarse mucho sería espantarlo.

Llevó sus manos a la cintura de ella cuándo ésta ya no aguantó más y se abalanzó encima de él quedando de piernas abiertas sobre su regazo. El momento se tornó más acelerado y desesperante. Ella rompió el beso en un intento de tomar aire besando el cuello de él que se estremeció ante la acción y los movimientos expertos de las caderas femeninas que rozaban a propósito su erección.

Las palabras sobraban y de todas maneras ella no quería arrepentirse, no antes de haberselo follado, claro que no.

Después de minutos de besos y toqueteos ella se separó tomando el control de la situación. Llevo sus manos a sus muslos y subió su vestido bajo la vista de él que observaba deseoso la acción de ella quien no se detuvo y se subió todo el vestido hasta pasarlo por su cabeza, quedando solo en un sensual y hermoso conjunto de brasier y tanga de hilo de seda fina color rojo.

Sintió venirse con solo ver el tan sexy cuerpo de la chica y más con esas tetas grandes que siempre había querido ver sin nada, sin obstáculos, por lo tanto se atrevió a llevar sus manos al brasier rozando provocativamente sus dedos en la espalda de ella y logró desabrochar la prenda que cayó liberando los pechos que rebotaron levemente.

«Que delicia» pensó con la sangre corriendo a un solo lugar el cuál hizo sonreír a ella que lo sintió perfectamente en su entrepierna cuando por debajo del pantalón se apretó el bulto.

Sin pensarlo llevo su boca a un pezón femenino que tomó entre dientes mordiendo despacio, no era tan difícil saber que eso excitaba a cualquier mujer. Lamió con la punta de la lengua sintiendo el pequeño piercing que atravesaba su pequeño pezón, se sorprendió al notarlo, en su vida había creído que una joya podría ponerse allí, se separó un poco para ver y captó unas pequeñas alas de ángel, una a cada lado del pezón y lo único en lo que pensó es que de ángel ella no tenía nada, más bien, era una diabla en carne y hueso.

Volvió a meterse la teta a la boca, salivando, tentando y haciendo que ella deseara más que eso, su mano le dió atención al otro pecho, megreando con timidez, aún, notando también que en ése pezón también tenía el mismo piercing.

Ella esperó a que él hiciese lo que quisiera con sus pechos porque sabía que era lo que más le gusta de ella. Pero no aguantó más así que llevó sus manos al pantalón, sin antes cerciorarse muy bien de la reacción que él tuviese, no quería que se sintiese obligado, pero el afán y el chispeo ansioso de él cuándo levantó la cabeza para darle un beso fue suficiente permiso para que desabrochara el cincho y bajara el zíper, sin pensar mucho haló del elástico del boxer liberando el pene erecto que la sorprendió. Los centímetros del chico quedaron completamente expuestos enviando corrientes de adrenalina a su cuerpo excitado.

«Definitivamente el tamaño es de genética»

Tomó entre dedos el falo que era grande para la edad que él tenía, un tamaño que serviría muy bien para penetrar y provocar mucho placer. Subió su vista a él que había dejado las tetas para observar como ella tomaba su miembro y lo comenzaba a masajear.

—Me encanta —halagó ella con una sonrisa pícara, moviendo de arriba abajo su mano mientras que tomaba la de él con otra llevándola a su teta y apretó junto con la de él, como indicándole como era que debía hacerlo.

—Es mi parte favorita —secundó él con nerviosismo con su intento de bromear.

Ella rió y en un acto malicioso tocó esa parte tan sensible en la punta del pene, esa parte que lo hizo jadear tan eróticamente que tuvo que volver a besarla avergonzado por gemir de esa manera.

«Si supiera que los gemidos de un hombre excita más que cualquier cosa a una mujer» pensó divertida y volviéndose agua encima de él, mojando así el pantalón bajo de ella.

Ahora es cuando él se arrepintió de no ponerle atención a su hermano quien le daba charlas de sexo, más bien algo en específico, y era como durar más antes de venirse, se arrepintió porque quiso saber los secretos ya que en ese preciso momento él estaba por hacerlo, la mano experta de ella se movía despacio pero duro, apretando el falo que provocaba una presión extrema de placer, unos segundos más y se corría, ya no podía más y lo peor es que no queria, no quería parecer un crío, aunque lo fuera.

Ella sabía lo que hacía, a pesar de que no estaba implementando sus buenas técnicas para masturbar, porque entendía que para el virginal pene de él era mucho, estaba apunto de lograr concederle un orgasmo y mejor  disminuyó los movimientos, lo hizo porque ansiaba que eyaculara dentro de ella y no en su mano.

—¿Que quieres? dímelo —preguntó con malicia, ella sabía perfectamente que quería él pero necesitaba que él lo admitiera, que lo pidiera.

Él tensó su mandíbula hundido por el placer que jamás había sentido a ese nivel, sintió que algo iba a explotar y no se creía capaz de aguantar mucho, pero también quería que ella obtuviera placer de él y sabia también que lo lograría sin tanto esfuerzo con ella encima de él.

—Móntame —le pidió con voz ronca, reprimiendo los jadeos.

Ella sonrió complaciente y siguió moviendo su mano en lo que él se atrevía a llevar sus manos a las nalgas de ella, esas mismas que tanto lo ponía duro, unas voluptuosas nalgas que apretó y nalgeó perdiendo la timidez, ella se mordió el labio con la acción y soltó la polla tomando una mano de él guiándola a su centro.

—Estimula —le ordenó agarrando dos de sus dedos poniéndolos en su clítoris, haciendo así a un lado las diminutas bragas.

Él tragó saliva al sentir la humedad de su piel, pero obedeció haciendo círculos en ese punto que palpitaba hinchado. Ella hechó la cabeza atrás con la deliciosa sensación de los dedos de él en su sexo, que, no parecían ser tan tímidos, parece que antes ya habría hecho eso porque los movía de maravilla haciéndola ver estrellitas, y el que él tomara la pequeña perla como si de un pequeño pene se tratase le confirmo aquello que tanto le excitaba.

—¡Diablos! ¿Ya habías hecho esto antes? —jadeó moviendo sus caderas a la mano de él, pidiendo más.

—No —dijo él con una sonrisa, divertido y malicioso.

Ella volvió su rostro a él, lo observo y de inmediato supo que le estaba mintiendo ¿O no? Que va, no le interesaba eso en este momento, probablemente más adelante pero no ahora.

—No pares —le exigió mientras tomaba la verga ubicando el glande rosado y grande en su entrada, haciendo por completo a un lado la braga, dejando libre la vagina.

Él contrajo su abdomen al saber lo que estaba por pasar. Jadeó cuando de romplon ella se enterró todo el falo, de un solo sentón el cuál le robó un gruñido al sentir un leve dolor de fricción en su miembro, nunca antes había estado dentro de un canal y la sensación cálida y húmeda ya era mucho para él.

Ella arruñó los brazos de él al sentir la deliciosa sensación, esa que le hacía sentir llena, plena y saboreó desde yá el roce placentero que llegaba muy profundo.

—¿Estás.. bien...

—¡Muevete! —exigió él al borde del abismo interrumpiendola, ya solo veía la luz del orgasmo que quería alcanzar con climax.

Ella rió por milésima vez y obedeció, quería ver si la lubricación de sus fluidos era suficiente para el voltaje al que estaba acostumbrada. Pero él pidio y se cumplió.

Sus caderas subian y bajaban buscando el aclamado ritmo placentero, mientras que él no dejaba de estimular su clítoris hechando la pelvis arriba para conseguir una mayor penetración, sin saber que la posición en la que estaban era de máxima penetración. No se dió tiempo de nada y aceleró los movimientos haciendo chocar sus nalgas en el regazo de él.

Chupó sus pezones acariciando el perfecto y escultural cuerpo de reloj de arena que ella poseía, un cuerpo que nunca antes había imaginado ver y comer.

—Feliz cumpleaños —felicitó ella agitada y gimiendo.

Él arrugó su ceño, tratando de entender lo que ella decia por encima del éxtasis placentero que sentía en su polla.

—¿Cómo lo supiste? —respondió él entre jadeos cortos

—Tengo mis contactos.

—¿Qui... —gruñó con el estrellón fuerte de los glúteos de ella en su cadera —¿Quiénes? 

—No importa —le dió un beso en la comisura de sus labios—. Solo ten presente... —gimió abalanzandose sobre él con furor —que cada vez que cumplas años —jadeó con escándalo— siempre te recordarás de mí —se le corto la voz con la cercanía del orgasmo— y que cuando recuerdes... tu primera vez, sepas que fue el mejor regalo de cumpleaños que te dí.

Se aferraba a sus hombros y hechó la cabeza atrás. Se movía más rápido aumentando el sonido de los choques, subiendo y bajando haciendo rebotar sus grandes tetas, una vista placentera para él, que estaba a punto de correrse.

Sus paredes vaginales se contrajeron y saboreó el orgasmo, hasta que explotó y por completo lo pudo disfrutar arañando los hombros de él, que al verla derretirse encima de su verga, al sentir la succión fuerte del canal de ella, al escuchar los gemidos escándalosos que salían de su boca, se dejó ir en picada, corriendose como nunca antes había logrado con masturbarse. Eyaculó con fuerza, su líquido blanco y caliente lo derramó en el interior de ella haciéndola sonreír bobamente, a ella le creció el ego al saber que habia provocado semejante eyaculación en él que también disfruta al sentirlo.

El olor a sexo inunda, predominante, en el lujoso auto, con las ventanas empañadas por el vapor de la agitación de los dos. Él Recostó su cabeza en el respaldar del auto y cerró los ojos disfrutando de los últimos espasmos, luego los abrió y se encontró con la vista fascinada de ella y con la expresión post-orgasmo que poseía.

Él rió quitando sus manos, una en la cadera de ella y otra en el muslo interno pegada a la vulva, para llevarlas a su nuca, acomodándose en una pose demasiado sexy.

—¿Que? —preguntó divertido.

Ella se mordió el labio inferior y deslizó sus manos por el pecho.

—Te quería sin nada de ropa.

Es ahí cuando se dió cuenta que él fue el único que no se quitó ni una prenda de vestir, que era él quien tenía a una diosa completamente desnuda encima de él pidiendo con sus ojos brillantes más de esa dosis de inocencia y perversión.

Fue en ese momento entonces cuando analizó las circunstancias y era que ella fue quien dió el primer paso, no él. Que era ella quien aún seguía sentada sobre él, con la verga aún dentro de su vagina, siendo ella una chica inalcanzable para todos y que si llegaban a tener un polvo ella ya se habria separado, cambiado e ido sin despedirse. Más sin embargo allí estaba ella, viéndolo con ojos fascinados con un brillo que no logro decifrar. Entonces ¿Que fue eso?

Observo nuevamente el cuerpo desnudo de ella, un cuerpo tan bello y exuberante, entonces supo al instante que eso no fue nada más un polvo, cuando ella se le fue encima besándolo con pasión acariciando sus lenguas, rodeándole el cuello con sus delicados brazos, rozando sus aún erectos pezones en su pecho.

Publicado el 31/12/2020 a las diez cuarenta y cinco horas.

Nota de la autora:

Solo puedo decir que me encantó, me encantó demasiado ❤️🥺

Acá sus opiniones sobre el capítulo.

El siguiente en una hora.

¿Vieron la imagen del piercing? Para que quede claro ese es el que posee ella, pero su teta es más grande que la de la imagen.

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