James Potter observaba a su supuesta hija dormir en la cama de la enfermería. Habían intentado convencerlo de que se fuera a su habitación a dormir, pero ¿qué se supone que debía hacer? ¿Irse y dejar a la pelirroja sola, luego de lo que se había enterado?
Según lo que Dumbledore dijo, aquella chica parecía venir del futuro y no cabía duda de que era su hija. Ella misma lo había dicho, aparecía su apellido al lado de su nombre en el mapa y el mapa nunca mentía. Luego de generaciones donde los Potter solo tenían un hijo varón, no podían pretender que se vaya a dormir luego de enterarse que iba a romper esa estúpida tradición.
La duda de quién era su madre lo mataba. Aquel cabello pelirrojo, sus ojos verdes y sus facciones suaves gritaban el nombre de su amada por todos lados, pero lo hacía dudar el hecho de que su madre era pelirroja y su padre tenía ojos verdes también. Bien podría haberlos heredado de su abuelo.
Le dolía simplemente pensar que se había rendido con la chica que amaba, pero hasta que Phoebe no se despertara no podría hacerle ninguna pregunta.
Sonrió levemente al recordar el nombre de la chica. Phoebe era un nombre hermoso con diferentes significados, entre ellos "blanca pureza" y "brillante". Recordaba vagamente haber leído que estaba relacionado con ciertos mitos griegos, algo sobre una titánide asociada con la luna.
La chica se removió en la cama, por lo que él se alejó para no asustarla por si se despertara. Cuando la chica abrió los ojos, frunció la nariz, un gesto que le pareció tierno de cierto modo.
—¿Sigues aquí? —preguntó al reconocerlo. Él hizo una mueca y asintió—. ¿Eres real?
James la miró con confusión, pero volvió a asentir. Al contrario de lo que esperaba, la chica se enderezó de la cama y saltó a sus brazos, aferrándose a sus hombros. El azabache no comprendía la actitud de la chica, así que la abrazó y acarició su cabello hasta que volvió a dormirse en sus brazos.
(...)
—... y allí están las cocinas, al lado de la Sala Común de Hufflepuff, pero se supone que no mucha gente lo sabe...
—James —cortó rápidamente Remus al azabache. Todos lo miraron—. Estoy seguro que Phoebe ya conoce Hogwarts, déjala respirar. Vamos al Gran Comedor, que en breve la van a Seleccionar.
Ella sonrió y entrelazó su brazo con el de su padre. Al principio, a los cuatro chicos les había costado asimilar que aquella chica era una viajera del tiempo y que, además, era la hija de James, pero después de un rato lo habían superado.
El director Dumbledore no le había impedido pasar tiempo con su padre y los amigos de este, siempre y cuando ella no revelara mucho del futuro. Sin embargo, estaban hablando de su vida. O, mejor dicho, de la muerte de sus padres, no podía simplemente dejarlo pasar.
Si estaba en sus manos la posibilidad de salvarlos, ¿debía ver cómo pasaba todo otra vez? ¿Debía verlos confiar en la persona equivocada?
No podía permitirlo. Ella no iba a dejar que vuelva a pasar, incluso si eso significaba perder su futuro tal y como lo conocía.
Sin embargo, algo le impedía hablar cada vez que lo intentaba. Su padre parecía un chico tan feliz, despreocupado y travieso que le rompía el corazón la simple idea de contarle algo de lo que lo esperaba. Él amaba a sus amigos, y no tenía ni idea de cómo contarle la verdad.
Aunque no podía disimular la molestia que sentía cuando veía a Peter Pettigrew, y por esa razón agradecía que solía mantenerse alejado. Para ese entonces, Phoebe suponía que él ya debía ser parte de los mortífagos.
—No entiendo para qué hay que hacer lo de la Selección —se quejó el chico—. Ya sabemos a qué casa pertenece. Es una Potter, está en su sangre.
Phoebe miró a su padre con los ojos abiertos más de lo normal. Se le había pasado contarle el pequeño detalle de que no pertenecía a la misma casa que el resto de los Potter.
—Ahm, sí... —murmuró—. Hablando de eso, no soy de Gryffindor —soltó la chica. Los tres adolescentes frenaron y la miraron—. Soy Slytherin.
Sirius y Remus debieron sostener a James para que no se desmaye, cosa que irritó a Phoebe en cierto punto. A ella no le parecía la gran cosa, opinaba que la casa no definía al mago, pero al parecer ellos tenían esos tontos prejuicios en contra de todos los Slytherin.
—Muy bien —murmuró James, recuperándose—. Nuestra mejor amiga es Slytherin y es hija de muggles. Está bien, Phoebe. Estoy bien.
—¿Papá? —lo llamó Phoebe, disfrutando poder decirle aquella palabra por primera vez a alguien.
—¿Sí?
—Eres un exagerado.
Se dirigió a las puertas del Gran Comedor y las abrió, siendo observaba enseguida por todos los alumnos que se estaban acomodando. En el medio del Comedor, ya estaba el Sombrero Seleccionador sobre el mismo banquito que habían usado para seleccionarla cuando tenía once años.
Ella soltó un suspiró cuando Dumbledore le sonrió. McGonagall le hizo una seña de que se acerque.
—Alumnos, tenemos una nueva alumna entre nosotros. Phoebe Potter ha sido transferida desde Beauxbatons y llegó para terminar su sexto año con nosotros —relató la historia que habían inventado antes de salir de enfermería. Para cualquiera que preguntara, ella era la hermana menor de James Potter transferida de Beauxbatons. Aunque tuviera diecisiete, habían decidido colocarla en sexto ya que era el año donde se suponía que estaba—. La sortearemos en una casa y luego podremos cenar.
La chica caminó hacia la profesora McGonagall, aún más nerviosa de lo que había estado seis años atrás. Amaba ser Slytherin, a pesar de que para la gente fuera raro ver a una Potter en la casa de las serpientes. Le encantaba ser la excepción y amaba a los amigos que había hecho allí, que aunque no fueran muchos, eran los mejores que habría podido tener. Había aprendido que los Slytherin se cuidaban y apoyaban entre ellos porque no confiaban en nadie más, y no quería cambiar eso por nada.
Pero también temía, por primera vez, decepcionar a su padre. Porque lo tenía ahí, sentado en la mesa de Gryffindor con sus amigos mirándola con ansiedad. Aunque intentara ocultarlo, ella sabía que él esperaba que quedara en Gryffindor.
Será lo que el Sombrero quiera pensó.
Se sentó en el banco y cerró los ojos cuando McGonagall colocó el Sombrero sobre ella.
Phoebe no sabía si era algo bueno o malo, pero el Sombrero no había tardado ni cinco segundos en decidirse. Tampoco se había tardado tanto la primera vez, y eso significaba que Phoebe seguía perteneciendo a la misma casa y nada en ella había cambiado.
—¡Slytherin!
McGonagall sacó el Sombrero de su cabeza. Ella suspiró y miró a la mesa de Gryffindor, donde su padre se veía algo decepcionado pero enseguida le sonrió para darle ánimos.
El tenso silencio que se había formado se rompió cuando una chica castaña de Slytherin comenzó a aplaudir con una sonrisa. Le dio un codazo al chico sentado a su lado, quien hizo una mueca de dolor y aplaudió junto a ella. El resto de la casa aplaudió con ellos, algunos mostrando más entusiasmo que otros.
Phoebe decidió ser la serpiente que era desde hacía seis años y caminó hacia su mesa con la barbilla en alto. No iba a dejarse intimidar. Para cuando se sentó en la mesa, su túnica y corbata eran de Slytherin ahora.
Sintió una mirada sobre ella, pero cuando buscó al dueño, la castaña se colocó delante se ella y le tendió la mano.
—¡Hola! Soy Adelaide Evans. Sé quién eres tú, no hace falta que te presentes. Y quiero decir, sé quién eres —le guiñó un ojo. Luego siguió hablando sin hacerle caso a la mirada descolocada de la pelirroja—. Bienvenida a Slytherin. Regulus y yo somos los prefectos así que luego te mostraremos donde dormirás.
—¿Tu nombre es Adelaide Evans? —interrumpió la chica. La castaña asintió.
—Sí, ¿por qué?
—Tu apellido se me es familiar —respondió, mirando a la mesa de Gryffindor, donde su padre estaba hablando con una chica parecida a ella.
—Sí, tu... hermano es mi mejor amigo —explicó la chica—. O tal vez conozcas mi apellido porque está obsesionado con mi hermana.
—¿Lily Evans? ¿Tu hermana es Lily Evans? —preguntó en un hilo de voz.
Ella asintió con una sonrisa.
—¿La conoces?
Phoebe sacudió levemente su cabeza. No podía hablar, ni siquiera podía abrir la boca porque sentía que si lo hacía vomitaría. Sentía un nudo en su estómago y un dolor en su pecho que no la dejaban respirar con normalidad, y sus manos habían comenzado a temblar en algún momento.
No pudo volver a mirar a la chica a su lado. No podía hacerlo, porque esa chica no era solo la mejor amiga de su padre como le había dicho. Era la hermana de su madre, una hermana de la cual no le habían hablando nunca.
Y como si eso fuera poco, el chico que le tomaba la mano y le sonreía con cariño era Regulus Black, el hombre que ella amaba.
Se levantó de la mesa con brusquedad y se dirigió a la salida del Comedor, con la vista borrosa debido a las lágrimas. Corrió hacia el baño de chicas del segundo piso, sabiendo que nadie iba a interrumpirla estando allí. Al llegar, cerró la puerta y se dejó caer de rodillas en el suelo, luchando por llenar sus pulmones de aire.
Se sentía herida, engañada. No lograba entender porqué sus padrinos le habían ocultado algo como aquello, y mucho menos entendía porqué Regulus se lo había ocultado. Justo él, a quien había dejado que la bese y la toque. Le había demostrado cientos de veces que lo amaba y que dejaría todo por él. Y él se lo pagaba mintiéndole.
No lo entendía de parte de nadie. Suponía que todos sabían que había tenido una tía. Aquella chica preciosa de ojos castaños, se notaba tan risueña y traviesa como James y Sirius, lo contrario a los responsables Remus y Lily. Lo contrario al serio y aristócrata Regulus. ¿Por qué él salía con alguien como ella?
Desde que la saludó tan energéticamente y feliz supo de quién se trataba realmente. Supo que era el quinto miembro de los Merodeadores del que Sirius y Remus nunca habían hablado.
Soltó un quejido y más lágrimas cayeron de sus ojos cuando un recuerdo pasó por su cabeza de manera fugaz. Era Bellatrix la noche del duelo en el Ministerio, diciéndole confusas cosas que ella había ignorado ya que le parecía que era solo para distanciarla de Regulus y de la gente que quería. Como bien había dicho Rodolphus momentos antes, ellos no podían llevarla con Voldemort, ella debía ir por cuenta propia.
Bellatrix sabía quién era Adelaide y había intentado usarlo para alejarla de Regulus. Se preguntó si había sido casualidad la discusión que habían tenido el mismo día.
Sollozó, sintiéndose traicionada por la gente que más amaba, por la que daría su vida sin pensarlo dos veces.
Deseó nunca volver a su época.
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Puta ke sad, por qué no dejan a mi bebé Phoebe tranquila? Siempre está sufriendo pobresita
Les gustó el cap???? Yo sé que sí, no me mientan o lloro, recuerden que soy piscis, soy una llorona
Qué canción describe la relación de Regulus y Phoebe en su opinión? Yo creo que The Cut That Always Bleeds de mi amor Conan Gray, porque él siempre la lastima alejándola pero cuando le dice vení perdoname ella lo perdona jajs efe pobre nena
Bueno en fin, déjenme sus opiniones y teorías de lo que va a pasar con Phoebe ahora. Qué desastres les gustaría que haga en el futuro o qué cosas les gustaría que cambie? Saben que amo leer sus comentarios y cuando una idea cabe en la historia me gusta usarla, así que siéntanse libres de comentar
Recuerden que no hace falta apegarse a la historia real, esta novela es todo menos canon ♥️
Bueno bai las amooo