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La necesidad de venganza era más fuerte que ella, le oprimía el pecho hasta el punto de hacerle difícil la simple tarea de respirar. La mano con la que sostenía la varita temblaba, pero no dudó ni dos segundos en apuntar a Bellatrix.

La mayor la miró con una sonrisa ladeada, y Phoebe se sintió cómo una presa siendo cazada. No le dio tiempo a que la ataque y atacó ella primera.

Bellatrix esquivó el primer hechizo así como los otros, pero Phoebe no se rindió, al contrario, atacó a la morocha con más ahínco utilizando todos los hechizos que conocía. Aquel duelo era igual a la última vez, Bellatrix no tenía permitido hacerle daño y aquella era la única razón por la que Phoebe lograba darle pelea, y porque sus movimientos eran lo mismos que los de la última vez, con la diferencia de que la Bellatrix de su tiempo estaba más loca que aquella y ni siquiera le importaban las órdenes de su propio amo.

Lestrange salió disparaba contra un árbol cuando Phoebe le lanzó un Desmaius. Tuvo tiempo de meditar sobre el duelo en el Ministerio, lo revivió en su cabeza una y otra vez, por lo que recordaba lo que había hecho mal y los puntos débiles de la mayor, para no volver a repetir los mismos errores.

—Patética, Bellatrix —espetó Phoebe. Bellatrix no tardó nada en levantarse y apuntar a la pelirroja, quien desvió un Expelliarmus—. Veinte años después sigues siendo igual de predecible.

James, Remus y Sirius fueron los primeros en llegar a ella, siendo seguidos por las Evans y Regulus. El último se puso entre Phoebe y Bellatrix, sabiendo que él sería el único al que su prima lo pensaría dos veces antes de matarlo. Toda su vida su instinto de autoconservación había sido más fuerte que su instinto de proteger a los demás, eso se lo dejaba a su tonto e impulsivo hermano Gryffindor, pero en ese momento no dudó ni dos segundos en poner a Phoebe detrás suyo, protegiéndola. Bellatrix pareció olvidar a Phoebe al verlo.

—Vas a morir por esta traición —le gruñó su prima.

—Lo sé. Bella...

—No. Voy a llevármela y mis órdenes son llevarla con vida, pero no me dijeron nada sobre ustedes, así que no me tientes —colocó la punta de su varita en el cuello del menor.

Sirius se colocó al lado de su hermano con rapidez y lo alejó de la mayor. No iba a dejar que esa arpía lo amenace.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó burlón.

Los ojos grises de la mortífaga se oscurecieron varios tonos al ver a su primo, quien bajo su sonrisa socarrona y desafiante se escondía la inseguridad e incluso el miedo que Bellatrix le provocaba. Recordaba cuando eran más pequeños, él la admiraba al igual que a Andrómeda, ella era fuerte y no temía hacerle frente a sus padres. Aquello, antes de que Cygnus y Druella la torturaran hasta que sus pensamientos dejaron de ser suyos y comenzó a pensar y actuar como los mayores le decían.

Recordaba la manera en la que lo torturó meses antes de escaparse a lo de los Potter, recordaba su risa aguda y sus burlas. Intentó convencerse que luego de tantas veces que jugaron con la cabeza y la cordura de Bellatrix, ella ya no era consciente de sus actos. Pero aquello no quitaba el dolor que le había hecho sentir. Si Bellatrix daba miedo en ese entonces, luego de tanto tiempo en las filas del Señor Tenebroso debía ser peor.

Phoebe no permitió que Bellatrix respondiera. Ignorando los intentos de su padre por mantenerla donde estaba, salió de detrás de los Black para enfrentarse a la morocha.

—¿Por qué no vienes por mí y terminamos con esto?

Bellatrix sonrió. Cuando las brujas retomaron su duelo, un grupo de mortífagos se acercaron para que no se metan a ayudar a Phoebe, entre ellos Rodolphus Lestrange, el esposo de Bellatrix. El resto de los mortífagos se quedaron manteniendo ocupados a los profesores y a los pocos alumnos de séptimo que luchaban para que no se acerquen a aquel grupo.

Sixteen [Regulus Black]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora