Acuerdo Pre-Nupcial

By RossyCastaneda

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Tras perder la esperanza que él la buscara, Candy tomó una decisión que cambiaría el rumbo de su vida sin ima... More

Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X

Epílogo

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By RossyCastaneda

4 semanas después....

El día tan esperado para Candy llegó y el Hogar de Pony sería el escenario donde Terry y ella se jurarían amor eterno delante de Dios, sus familiares, amigos y una decena de reporteros.

Para seguir con la tradición de las novias de la realeza, Candy llevaba algo nuevo, algo usado, algo prestado y algo azul.

Su elegante vestido blanco, confeccionado exclusivamente para ella, cumplía con la tradición de algo nuevo. Este, estaba cubierto de un fino encaje donde se podían apreciar narcisos bordados a mano cubiertos de tul de seda. Este, fue un lujoso regalo de la casa Real de Inglaterra para la feliz novia.

Sobre su cabeza, Candy llevaba una tiara de diamantes que pertenecía a la casa Grantchester, la cual pasaba de generación en generación entre las esposas de los primogénitos. Aquella era de las muchas joyas que jamás fue entregada a la antigua Duquesa. Cumpliendo así la tradición de algo usado.

Una elegante gargantilla de diamantes propiedad de Eleonor Baker, cumplía con la tradición de algo prestado. La complementó con unos pendientes de diamantes, los cuales fueron un regalo de Albert, provenientes de los tesoros de su hermana Rosemary.

Y para culminar, Candy llevaba también un pequeño moño azul debajo del vestido, confeccionado por las hábiles manos de Annie, cumpliendo de esta manera con la tradición de algo azul.

Con una mirada cargada de amor, Candy observaba y escuchaba con atención los consejos de sus madres con respecto a sus deberes conyugales, no es que ella no supiera sobre el asunto, pues en su condición de médico, sabía perfectamente como funcionaba la procreación.

En cuanto sus madres se despidieron de ella y una vez mas se quedó sola, Candy se puso de pie y se dirigió a la ventana para ver lo que sucedía en el exterior. Sonrió al ver a los niños del Hogar de Pony correr de un lado a otro. Suspiró al recordar su feliz infancia en aquella humilde casa hogar, el cual gracias a Albert fur remodelado completamente a excepción de la pequeña capilla donde ese día ella contraería nupcias con el hombre de su vida.

—Siempre le estaré agradecida a mis padres el que me hayan dejado en este maravilloso lugar  —musitó tras regresar de sus recuerdos.

Giró su rostro hacía su izquierda y sonrió al ver a Eleonor Baker del brazo del Duque de Grantchester. Sonrió al recordar la manera como finalmente y después de muchos intentos por parte de su suegro para obtener el perdón de Eleonor, fue la noche del cumpleaños de Terry, que aquello fue posible.

Flash Back......

Finalmente y después de años de encuentros y desencuentros, todo estaba a favor de ellos, y el Mauretania era el transatlántico que los llevaba de regreso a America.

Aquella era la primera vez, que Candy celebraría el cumpleaños de Terry.

Todo estaba preparado para esa noche. El Duque de Grantchester se encargó de reservar el salón de baile de aquella gigantesca máquina de acero por iniciativa propia, ganándose así finalmente el perdón de Eleonor Baker.

Para despistar, Candy se pasó toda la tarde con Terry y constándole mucho trabajo, fingió no recordar la fecha. Tras despedirse de él, Candy se dirigió a su habitación para ataviarse y llegar al salon de baile a la hora acordada.

La joven rubia, no estaba tan segura de usar el vestido que Annie había comprado para la ocasión. A pesar de no ser amante de la moda y los cambios de esta, Candy era consiente que debía cambiar por completo su guardarropa, aquello significaba una ruptura de las normas establecidas por la alta sociedad y despedirse para siempre de los incómodos corsés, los vestidos largos y pomposos, y los brazos totalmente cubiertos.

—Annie, no voy a salir así—dijo Candy escandaliza tras ver su reflejo en el espejo y mirar sus pantorrillas y rodillas descubiertas, al igual que sus brazos, que le daban un look sexy y femenino.

—Oh vamos Candy, desde cuando te escandalizas por un simple vestido —Annie comenzó a reír. El vestido era negro de flecos. El cabello estaba completamente recogido, adornado por una banda con una pluma en la parte de atrás de su cabeza, complementado con un collar de perla largo anudado y zapatos de tacón ancho ajustados por una cinta en la parte frontal con los que podría bailar cómodamente durante toda la noche sin agotarse.

—No se trata de un simple vestido, Annie, mírame —se señaló a si misma —estoy prácticamente desnuda de la mitad de mi cuerpo.

—Luces muy bien, y estoy segura que Terry quedará deslumbrado cuando te vea.

<<Quien lo diría, además de Tarzan, eres una excelente bailarina Pecosa.. por cierto te ves hermosa con este vestido>> —le dijo Terry al final de la noche.

Fin del Flash Back....

Candy sonrió al recordar el rostro de Terry cuando la vio con aquel diminuto vestido. Su primera reacción fue cubrir sus hombros al ver que ella tenía sus brazos cruzados a la altura del pecho, minutos mas tarde se echó a reír de saber por ella misma que no tenía a frio sino vergüenza de estar vestida así y finalmente se habían pasado el resto de la velada bailando Charleston entre bromas y risas; y para cerrar con broche de oro, bailaron un sensual tango —suspiró —jamás en su vida imaginó que Terry sería un excelente compañero de baile. ¿Quien lo diría?

Tres toques a la puerta hicieron que se girara en aquella dirección. Con una enorme sonrisa, Albert ingresó a la habitación tras recibir el pase.

—Estas preciosa, realmente luces como una verdadera reina.

—Gracias —respondió ella sonrojándose ante el alago de quien ademas de ser su padre adoptivo, lo consideró siempre su amigo y hermano mayor —Muchas gracias por todo lo que has hecho por mi hasta el día de hoy.

—Recuerdas lo que te dije en una de mis cartas sobre la reacción que tuvieron Cleopatra y Cesar al reencontrarse después de tanto tiempo separados el uno del otro?

Candy asintió.

—Recuerdo que también me dijiste que no creías que fuera diferente entre los seres humanos y que harías todo lo que estuviera en tus manos para que yo fuera feliz —respondió ella conteniendo las lágrimas que amenazaban en salir de sus ojos verdes —y lo hiciste Albert, no te detuviste hasta cumplirlo —lo abrazó —no tengo manera de pagarte todo cuanto has hecho.

—La tienes —respondió el rubio —sé feliz Candy —sacó su pañuelo y limpió las lágrimas que rodaron por sus pecosas mejillas —Terry y tu merecen ser felices. Y quiero por lo menos cuatro nietos. ¡Por Dios! Se había llamado a si mismo anciano. Se carcajeó por sus propias palabras.

Candy abrió los ojos como platos

—Y por que mejor no te das prisa me das unos cuantos hermanitos —respondió ella después de unos segundos.

—Quien sabe, quizás un día de estos te de la sorpresa.

—¿Lo dices en serio?

Albert se encogió de hombros.

—Ya es hora —necesitaba desviar la conversación a terreno seguro —¿Estas lista? —Preguntó ofreciendo su brazo para que se apoyara.

—Lo estoy —respondió ella con una radiante sonrisa aceptando el brazo ofrecido y dejando de lado la conversación anterior.

***************

En cuanto las puertas de la capilla se abrieron, los suaves acordes la marcha nupcial resonaron, al igual que el que los flashes de las cámaras de los reporteros que estaban presentes. Cuatro de ellos se habían tomado en serio la invitación de Terry y se llegaron provenientes de Londres, por nada del mundo iban a perderse la exclusiva de ser testigos y protagonistas de la boda del futuro Duque de Grantchester, experto en romper los estereotipos que marcaba la nobleza Británica, con la heredera de una de las familias mas poderosas de America.

Con una radiante sonrisa y ojos cargados de amor, Terry recibió a Candy del brazo de Albert.

—Hazla feliz Terry, ella se lo merece.

—Ten la seguridad que dedicaré cada uno de los días de mi vida para que así sea.

La ceremonia comenzó y tras el sermón del clérigo, los novios dijeron sus votos matrimoniales frente a Dios y los hombre, intercambiaron los anillos y finalmente las palabras que tanto esperaban fueron dichas:

—Con la autoridad de ser un ministro del Dios Altísimo delante de los hombres, los declaro marido y mujer, que lo que Dios unió, no lo separe el hombre. Puede besar a la....

Antes siquiera que el clérigo pronunciara la última palabra, Terry ya estaba besando a su ahora esposa, provocando que los presentes sonrieran y los reporteros captaran aquel momento.

Un sonoro suspiro salió de la garganta de Candy mientras acariciaba su abultado vientre de casi nueve meses.

—¿Candy, que haces en la oscuridad? —preguntó Terry encendiendo el interruptor de luz e ingresando a la biblioteca. Sonrió al ver el cofre que le obsequió el día que le anunció que estaba en cinta. Aquella era una tradición dentro de la familia Grantchester, dicho cofre había pasado de generación en generación a la esposa del primogénito el día que esta, anunciaba estar en la dulce espera.

—¡Aush! —se quejó Candy llevando ambas manos a la parte baja de su vientre —Terry, ya es hora —le advirtió mientras inhala y exhalaba aire. Las leves contracciones que sintió durante todo ese día, la llevaron a aquel lugar apartado de la casa que compartían desde  hacía cuatro meses.

Alzándola en sus brazos, Terry subió las escaleras y la acomodó en la cama, e hizo todo cuanto Candy le dijo.

A sabiendas que el tiempo del alumbramiento estaba cerca, los padres de Terry y el médico de la familia se encontraban en casa.

—Ve por el médico.

—No voy a dejarte sola

—Estaré bien —musitó ella apretando la mandíbula al sentir una fuerte contracción —Terry, por favor, ve por él —rogó acariciando el dorso de su mano

Sin quedarle otra opción, Terry se puso de pie, corrió hasta la puerta, abrió esta y comenzó a dar gritos para alertar a todos. Su plan tuvo los resultados que esperaba, tanto sus padres como el médico y dos empleadas llegaron en su auxilio.

—Necesito agua caliente y toallas limpias —ordenó el doctor Gordon.

Las dos empleadas salieron de la habitación en busca de lo que el médico necesitaba.

—Ustedes pueden esperar afuera —ordenó el galeno.

—No voy a dejarla sola —Terry tomó la mano de Candy quien respiraba de manera acelerada mientras trataba de controlar el fuerte dolor en la parte baja de su vientre.

—Terry, hijo —intervino el Duque.

—Esta bien su excelencia, él puede quedarse  —intervino el galeno al ver que Candy se aferraba a la mano de Terry .

Minutos mas tarde, las dos empleadas ingresaron a la habitación con todo lo que el médico pidió y permanecieron allí por petición del galeno, para ayudarle en lo que fuese necesario.

Después de largas horas de labor de parto, finalmente Candy dio a luz a un hermoso niño de cabellera castaña ondulada y preciosos ojos verde azules, trayendo de aquella manera no solo alegría, sino también, el próximo sucesor de la casa Grantchester.

*************

Dos meses después...

Terry se encontraba recostado plácidamente dentro de la tina.

—¿Te ayudo? —la voz de Candy fue un susurro. Necesitaba aprovechar que sus suegros se habían llevado al pequeño Richard a dar un paseo por el pueblo y que por ser domingo, estaban completamente solos.

—Me encantaría, Candy, pero mis padres están aquí.

—Ellos salieron con el pequeño Richard.

—No creo que pueda controlarme si lo haces.

—No lo hagas

Él sonrió al ver su traviesa sonrisa.

—Si me lo pides de un modo tan seductor, no puedo negarme —respondió con un guiño de ojo.

Candy comenzó a enjabonar la espalda, deslizó sus manos por sus anchos hombros. Él se inclinó hacia delante para que ella pudiese enjabonarle su hermoso y redondo trasero. Ella siguió por los costados de las caderas. Él aspiró profundamente.

—Ten cuidado, Pecosa, o terminarás despertando a la fiera dentro de mi —bromeó con voz jadeante.

Candy sonrió. Subió sus manos hasta los hombros, y las deslizó por los duros y formados músculos de sus brazos. Se puso de pie y removió la bata que cubría su desnudez e ingresó a la tina.

—Dios, Candy —jadeó Terry al sentir los pechos de ella rozando su espalda

—Aún no Terry —dijo ella colocando sus manos a un costado de la tina cuando él intentó girarse para quedar frente a ella —no muevas tus manos de este lugar hasta que yo te lo indique

—Lo intentaré —respondió él jadeante —aunque te confieso que no sé si podré hacerlo, tu modo de tocarme me está matando lentamente.

—Entonces prepárase para morir, milord, porque le aseguro que apenas estoy comenzando

—¡Eh! —¿se puede ser tan cruel y dulce a la vez? —se preguntó él aspirando profundamente al tiempo que cerraba los ojos —Haré mi mayor esfuerzo, pero recuerda, sólo soy un hombre, Pecosa ladina.

—Sí, eso puedo verlo Terry —dijo ella entre risas al ver la prueba evidente de sus palabras.

—¡Oh Dios!, —Terry jadeó al sentir sus pequeñas manos tocando su erecto miembro. Cerró los ojos y se mordió los labios para ahogar un fuerte gemido. —Por favor Candy, permíteme tocarte.

—Si me lo pides de un modo tan seductor, no puedo negarme, Mocoso engreído

Las manos de Terry soltaron instantáneamente el borde de la tina. En un rápido movimiento y sin importarle salpicar todo a su alrededor, Terry se giró para quedar frente a ella, la tomó por los hombros para atraerla hacia él, su boca cubrió la de ella, el agua caía en cascada por los costados de la tina. Ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvieron juntos de manera íntima, razón por la cual, Terry sentía que explotaría en cualquier instante.

En ese momento, los únicos sonidos que se escuchaban, eran los gemidos de placer de Terry y los de Candy. Después de unos minutos, la joven madre abrió las piernas para Terry y él entró en ella, llenándole por completo. Aquella conexión tan intima, era un deleite para ambos y juntos alcanzaron el climax.

—Te Amo Terry.

—No mas de lo que yo te amo a ti mi dulce Tarzan con Pecas —respondió él besando sus labios.

Fin.....

************

Llegamos al final de esta aventura. Lamento la demora, pero he tenido unos días complicados en el campo familiar y laboral sobre todo, pero afortunadamente tuve este pequeño espacio para concluir con esta aventura y cumplir con ustedes.

Cuídense mucho y nos estamos leyendo 😉.

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