Epílogo

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4 semanas después....

El día tan esperado para Candy llegó y el Hogar de Pony sería el escenario donde Terry y ella se jurarían amor eterno delante de Dios, sus familiares, amigos y una decena de reporteros.

Para seguir con la tradición de las novias de la realeza, Candy llevaba algo nuevo, algo usado, algo prestado y algo azul.

Su elegante vestido blanco, confeccionado exclusivamente para ella, cumplía con la tradición de algo nuevo. Este, estaba cubierto de un fino encaje donde se podían apreciar narcisos bordados a mano cubiertos de tul de seda. Este, fue un lujoso regalo de la casa Real de Inglaterra para la feliz novia.

Sobre su cabeza, Candy llevaba una tiara de diamantes que pertenecía a la casa Grantchester, la cual pasaba de generación en generación entre las esposas de los primogénitos. Aquella era de las muchas joyas que jamás fue entregada a la antigua Duquesa. Cumpliendo así la tradición de algo usado.

Una elegante gargantilla de diamantes propiedad de Eleonor Baker, cumplía con la tradición de algo prestado. La complementó con unos pendientes de diamantes, los cuales fueron un regalo de Albert, provenientes de los tesoros de su hermana Rosemary.

Y para culminar, Candy llevaba también un pequeño moño azul debajo del vestido, confeccionado por las hábiles manos de Annie, cumpliendo de esta manera con la tradición de algo azul.

Con una mirada cargada de amor, Candy observaba y escuchaba con atención los consejos de sus madres con respecto a sus deberes conyugales, no es que ella no supiera sobre el asunto, pues en su condición de médico, sabía perfectamente como funcionaba la procreación.

En cuanto sus madres se despidieron de ella y una vez mas se quedó sola, Candy se puso de pie y se dirigió a la ventana para ver lo que sucedía en el exterior. Sonrió al ver a los niños del Hogar de Pony correr de un lado a otro. Suspiró al recordar su feliz infancia en aquella humilde casa hogar, el cual gracias a Albert fur remodelado completamente a excepción de la pequeña capilla donde ese día ella contraería nupcias con el hombre de su vida.

—Siempre le estaré agradecida a mis padres el que me hayan dejado en este maravilloso lugar  —musitó tras regresar de sus recuerdos.

Giró su rostro hacía su izquierda y sonrió al ver a Eleonor Baker del brazo del Duque de Grantchester. Sonrió al recordar la manera como finalmente y después de muchos intentos por parte de su suegro para obtener el perdón de Eleonor, fue la noche del cumpleaños de Terry, que aquello fue posible.

Flash Back......

Finalmente y después de años de encuentros y desencuentros, todo estaba a favor de ellos, y el Mauretania era el transatlántico que los llevaba de regreso a America.

Aquella era la primera vez, que Candy celebraría el cumpleaños de Terry.

Todo estaba preparado para esa noche. El Duque de Grantchester se encargó de reservar el salón de baile de aquella gigantesca máquina de acero por iniciativa propia, ganándose así finalmente el perdón de Eleonor Baker.

Para despistar, Candy se pasó toda la tarde con Terry y constándole mucho trabajo, fingió no recordar la fecha. Tras despedirse de él, Candy se dirigió a su habitación para ataviarse y llegar al salon de baile a la hora acordada.

La joven rubia, no estaba tan segura de usar el vestido que Annie había comprado para la ocasión. A pesar de no ser amante de la moda y los cambios de esta, Candy era consiente que debía cambiar por completo su guardarropa, aquello significaba una ruptura de las normas establecidas por la alta sociedad y despedirse para siempre de los incómodos corsés, los vestidos largos y pomposos, y los brazos totalmente cubiertos.

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