Acuerdo Pre-Nupcial

By RossyCastaneda

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Tras perder la esperanza que él la buscara, Candy tomó una decisión que cambiaría el rumbo de su vida sin ima... More

Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Epílogo

Capítulo X

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By RossyCastaneda

Desde la ventana, Elisa observaba cada auto que aparcaba frente al Hotel. torció los labios al darse cuenta que ningún era el que esperaba.

Los insistentes toques a su puerta le obligaron a retirarse y sentarse rápidamente frente al tocador. Tras tomar el cepillo y simular que peinaba sus cabellos, dio acceso a quien estaba al otro lado.

—Adelante.

—Hola Elisa.

—Hola Niel

—Me da gusto verte mas calma que esta mañana.

—Sabes Niel, después de hablar contigo, salí a dar un pequeño paseo por Hide Park, necesitaba meditar en tus palabras —fingió una sonrisa —tienes razón hermano, lo mejor es dejar el asunto de Candice y Terrence de lado.

—Me da gusto que finalmente lo hayas entendido —Niel sonrió satisfecho al escuchar a su hermana —¿Me contarás ahora la razón por la cual cambiaste de humor después de la fiesta de fin de año? —preguntó Niel dando un giro a la conversación de ciento ochenta grados.

—No vale la pena recordarlo —respondió Elisa cepillando con fuerza su cabello al recordar el mal rato que pasó gracias al atrevimiento de idiota que se hizo pasar por un Lord.

Por un momento se sintió afortunada y dichosa de encontrar a alguien tan interesante con quien quizás podría emparentar, pero la dicha se volvió furia al escuchar de labios de aquel usurpador que él no era quien ella creía sino que era un simple miembro de la tripulación del transatlántico.

—Bien, en vista que estas mas calmada,,cosa que me alegra, me retiro para que termines de arreglarte.

—Gracias por preocuparte por mi, Niel —musitó Elisa mientras su hermano mayor se llegaba a la puerta.

—Eres mi hermana y es lo menos que puedo hacer por ti —Respondió Niel abriendo la puerta —Deberías de sonreír mas a menudo —bromeó al ver la sonrisa que le mostró.

—Claro, te prometo que lo haré a partir de hoy.

En cuanto la puerta se cerró, Elisa corrió a la ventana. Corrió hacía la puerta de salida al ver que sus cómplices estaban en posición. Necesitaba pedirles un último favor.

**********************

Terry maldijo el no haber llevado el auto que su padre le proporcionó para que se movilizara por la ciudad con mayor rapidez. Cruzó la calle y detuvo un coche de alquiler.

—Necesito llegar al Hotel Savoy

—Lo lamento señor, llevo un pasajero.

—Señor, es un asunto de vida o muerte —dijo Terry intentando abrir la portezuela para ingresar pero el chofer del coche de alquiler se lo impidió.

—Le he dicho que llevo un pasajero

—Y yo le he dicho que es un asunto de vida o muerte —replicó Terry con voz grave.

Al escuchar la pequeña disputa en el exterior, el pasajero de coche de alquiler se asomó a la ventana. Sus ojos se abrieron como platos al reconocer al joven que discutía con el chofer.

—Señor Romeo —dijo tras abrir la portezuela.

—¡Usted! —dijo Terry con sorpresa pero a la vez sintió alivio de ver al empleado del transatlántico que le ayudó el último día a bordo. Lo escrutó rápidamente, lucia diferente vestido de aquella manera tan formal

—¿Problemas con tu damisela? —le preguntó con una sonrisa invitándolo a subir. Terry asintió y n silencio subió al coche de alquiler en silencio. —al Hotel Savoy —Le ordenó al chofer.

—Si, si ya sé —comenzó a decir el hombre —¿te preguntarás que hago con esta ropa tan elegantes? —sonrió ante el asentimiento de Terry. Iba a contarle la verdad, después de todo no había razón para seguir ocultándoselo —en realidad no era un camarero como te hice creer, mi nombre es Adam Scott, conde de Portland, pero puedes llamarme solamente Adam, odio los formalismos —extendió sus piernas —me vi obligado a fingir ser un miembro de la tripulación luego de la fiesta de fin de año —suspiró

—¿Por que? —preguntó Terry sin salir de su asombro

—Todo iba de maravilla hasta esa noche que se me ocurrió asistir a esa condenada fiesta de fin de año, creí tontamente que todo iría bien mientras mi rostro estuviera oculto detrás de aquella máscara, pero no fue así —resopló —me encontraba disfrutando de la velada cuando una molesta joven se acercó a mi y comenzó a conversar tras quitarse su mascara. No niego que la joven era hermosa pero su voz me resultó irritante. No quise ser descortés con ella, así que me quedé allí escuchándola por unos minutos hasta que me llamó por mi nombre. Obviamente le dije que me estaba confundiendo y la muy descarada me dijo que no, ya que me había investigado. Fue entonces cuando decidí jugar el papel de empleado del barco —sonrió —le dije que yo no era la persona que ella decía, que en realidad solo me había hecho pasar por esa persona para que él mantuviera su privacidad, pero que yo en realidad era un simple empleado de la cocina. Si hubieras visto su rostro de repugnancia —completó echándose a reír, consiguiendo que Terry se le uniera.

—Hemos llegado —les anunció el chofer tras detener el coche de alquiler.

—Aguarde por nosotros —dijo Lord Scott dirigiéndose al chofer cuando este abrió la portezuela. Se detuvo al reconocer a cierta joven al otro lado de la calle

—¿Que pasa? —preguntó Terry al ver que cerraba la portezuela.

—La chica de la que te conté, está al otro lado de la calle.

Los ojos de Terry se abrieron ante la sorpresa de ver que se trataba de Elisa Leagan, pero su sorpresa fue mayor al ver como aquella serpiente infernal hablaba con su madrastra, su medio hermano y un tercera persona a quien jamás había visto pero que en ese momento portaba un uniforme de chofer de la casa Grantchester.

Ahora todo cobraba sentido. Sus fuertes pulsaciones tenían una razón de ser. No se necesitaba ser un genio para llegar a la conclusión que si aquellas serpientes estaban juntas, Candy era el blanco.

—Adam, necesitaré tu ayuda —dijo Terry al ver que Elisa ingresaba al Hotel

—Oh no amigo, llámame cobarde si así lo deseas, pero por nada del mundo me expondré a que esa irritante pelirroja me vea y descubra quien soy realmente.

—Ella se ha marchado.

—En ese caso, cuenta conmigo.

—Ves aquellos dos que están allá —Terry señaló el lugar

—Si —Respondió Lord Adam haciendo un gesto de desagrado al reconocerlos.

—Son mi madrastra, mi medio hermano Richard y el otro con uniforme de chofer de la casa Grantchester, jamás lo había visto

—Lo sé, los conozco muy bien —Lord Adam se asomó a la ventanilla para ver al tercer sujeto en mención. Sus ojos se abrieron como platos al reconocerlo. Se trataba de un delincuente bastante escurridizo. Podría reconocerlo entre muchos; la cicatriz en su rostro era inconfundible.

Terry hizo un rápido resumen de lo todo lo sucedido. No podía dar muchos detalles; en ese momento lo que necesitaba era partirle la cara a Richard e impedir que se salieran con la suya.

*****************

Tras unos tortuosos minutos en manos de Annie, Candy finalmente estaba preparada.

Sabiendo que aquella sería la primera vez que se presentaría en público del brazo del guapo actor, Annie puso si mayor empeño en que luciera radiante.

—¡Oh por Dios! —musitó Candy al ver su reflejo en el espejo —Annie es solo una ida al teatro.

—Nada de eso Candy, con seguridad los reporteros querrán retratarte. ¡Por Dios! No eres solo la prometida de Terrence Graham, eres la prometida del Futuro Duque de Grantchester, por lo tanto debes estar a la altura.

Las mejillas de Candy se encendieron al escuchar las palabras de Annie. Finalmente y después de años de dolorosa separación, estaban juntos y esta vez, nada ni nadie empañaría la felicidad de ambos.

De pronto, una sensación angustiante se apoderó de su pecho y sin poder evitarlo, sus mente la llevó a dar un ligero recorrido en el pasado, centrándose en la noche del estreno de Romeo y Julieta y todo el tumulto de acontecimientos que vinieron después.

Sus ojos verdes se empañaron al recordar a Terry en aquel sucio teatro ambulante de Rockstown. Cuanto le había dolido verlo así. Su rostro era la viva imagen de su derrota. Durante años se culpó por su desgracia, se odió a si misma por haberse alejado sin hablar con él siquiera. Le consoló saber que unos meses mas tarde, Terrence volvía a ser el mismo actor que brillaba con luz propia. Su corazón se estrujó años mas tarde, tras recibir la misiva de Eleonor Baker en donde le enviaba un boleto de entrada para el estreno de Hamlet, el cual, tuvo que declinar porque sabía que no se conformaría verlo solo de lejos. Solo Dios sabía el gran esfuerzo que hizo para no correr a sus brazos cuando lo vio en Rockstown.

—Adelante —dijo Annie al escuchar tres toques a la puerta que terminaron sacando a Candy de sus cavilaciones.

—Señorita Ardley, un chofer aguarda por usted en el recibidor del hotel —le informó una de las mucamas del hotel.

—Gracias, bajaré enseguida—respondió Candy con una cálida sonrisa.

—Vaya, al parecer Terrence tiene prisa por verte —Annie sonrió —menos mal que ya estas preparada.

—Y todo gracias a ti Annie —Candy la abrazo

—¿Sucede algo? —le preguntó la joven pelinergra al sentir que el cuerpo de la joven rubia temblaba

—Annie, a ti no puedo engañarte —le tomó las manos.

—¿Que pasa Candy, estas asustándome?

—Tengo miedo Annie, tengo miedo que suceda algo que impida que Terry y yo estemos juntos.

—¿Lo dices por lo que sucedió en New York?

—Por eso y por todas las veces que el caprichoso destino se ha empeñado en separarnos de la manera mas cruel desde la noche que nos conocimos a bordo del Mauritania.

—No pienses mas en eso Candy —Annie la abrazó —todo estará bien, ya lo verás. Ve, no hagas esperar a tu prometido —musitó Annie separándose un poco.

Con un beso en la mejilla, Candy se despidió de Annie. Su radiante sonrisa se borró de sus labios al ver la pelea. Frente a ella, Terry golpeaba fuertemente a su medio hermano en tanto otros dos hombres estaban liados a golpes mientras la madrastra de Terry gritaba histérica.

<<¿Que hacían ellos allí?>>

El escándalo proveniente de la calle alertó a mas de un huésped del Hotel, Albert entre ellos. Tras asomarse a la ventana y ver lo que sucedía bajó a toda prisa al ver que Candy se encontraba en shock.

—Lo va matar —alcanzó a decir Candy en un hilo de voz en cuanto vio a Albert.

Sin pensarlo dos veces el joven patriarca corrió hasta donde Terry se encontraba sujetando a Richard del cuello.

—Terry no cometas una tontería —dijo Albert al ver que el rostro de Richard se tornaba de color púrpura.

—Terry por favor detente.

Al escuchar la voz suplicante de Candy, Terry volvió en si. Como si se tratare de un muñeco de trapo, soltó a Richard y éste cayó inconsciente al frío suelo al igual que lo hizo aquel peligroso delincuente quien tras recibir un certero golpe que Lord Scott le propinó en la nariz noqueándolo al instante.

—Pagarás por esto maldito bastardo —amenazó la Duquesa con cara de cerdo.

—Los que pagaran y muy caro lo que pretendían hacer con mi prometida serán ustedes tres y su otra cómplice —arremetió el joven castaño.

—¿De que hablas Terry? —Preguntó Albert quien no entendía una sola palabra.

—Estos tres cerdos planeaban secuestrar a Candy en complicidad con la serpiente de tu sobrina.

—¿Queeeee?

—Los vi Albert y no me cabe la menor duda que tramaban algo turbio.

—George, encárgate de ellos —ordenó Albert a su fiel asistente quien tras verlo correr escaleras abajo minutos antes, no dudo en seguirlo.

Albert ingresó furioso al Hotel, si lo que Terry decía era certero, Elisa iba a pagarlo muy caro, él mismo se encargaría de levantar una denuncia en su contra.

Albert estaba por ingresar a la habitación de Elisa cuando la escuchó celebrar su triunfo por sobre encima de Candy y Terry. Sin previo aviso e importándole un pimiento los buenos modales, el joven rubio abrió y la puerta, sin medir palabra con Elisa, en dos zancadas llegó hasta ella y la sujetó con fuerza de uno de sus brazos.

—Tio William me hace daño —lloriqueó Elisa.

—Esto no nada en comparación de lo que te espera,  ahora es cuando me conocerás. ¿Como te atreviste a tramar algo contra mi hija?

—No sé de que me habla tío William.

—No te sirve de nada que finjas demencia, te escuché antes de ingresar —Albert la soltó con violencia provocando que la joven Leagan cayera de bruces.

—¿William que es todo este escándalo?

—Tia abuela —Elisa se puso de pie y se refugió en los brazos de Elroy —le juro que yo he hecho nada malo para merecer este trato

—No se meta en esto Tía Elroy —advirtió Albert al ver que la mujer iba a decir algo —y tu —se dirigió a Elisa —deja de fingir que no has hecho nada malo, yo mismo te escuché celebrando que finalmente Candy dejaría de ser un obstáculo en tu vida y que de paso te vengarías de la humillación que Terry te hizo pasar durante la fiesta de compromiso, así que, no pretendas verme la cara de idiota porque te aseguro que no lo soy. Para que lo sepa Tia Elroy —Albert se dirigió a la mujer mayor que se veía desconcertada —Elisa se unió a la madrastra de Terry y a su medio hermano para secuestrar a Candy en complicidad con un delincuente

—¿Queeeee? —con brusquedad, Elroy se soltó del agarre de Elisa  —¿Como te atreviste a hacer tal cosa?

—Porque estoy harta que todos la vean a ella —estalló Elisa perdiendo el control de si misma —desde que esa hospiciana apareció, mi mundo se volvió gris, todos se olvidaron de mi, incluso Niel lo hizo años mas tarde al enamorase de ella.

—Eres una tonta —dijo Elroy furiosa al escucharla aceptar su culpa, cruzándole el rostro con una fuerte bofetada —haz lo que tengas que hacer con ella William, no toleraré este tipo de conducta.

—Tenga la seguridad que así será Tía Elroy

Tras dar un par de órdenes, Albert bajó una vez mas al recordar que Terry debía estar en teatro.

Al llegar se encontró con la sorpresa que el Duque de Grantchester se encontraban en el lugar y se estaba haciendo cargo de todo junto al otro joven que había ayudado a Terry a inhabilitar al hombre que acompañaba a la Duquesa y a su hijo

Albert sintió alivio cuando George le informó que Candy y Terry se habían marchado al Teatro junto al chofer de los Grantchester.

—Señor Ardley, como comprenderá debo tomar acciones legales en contra de su sobrina —advirtió el Duque de Grantchester.

—Lo tengo muy claro y estoy dispuesto a colaborar en todo lo que se necesite.

—De mi cuenta corre que tanto ella como sus cómplices, sin importar que se trate de quienes aún funge como mi esposa, mi hijo y ese otro delincuente, terminen en la mas fría mazmorra del Reino Unido de la cual no saldrán jamás.

**************

Treinta minutos mas tarde, el telón del Teatro de su Majestad, se recorría para que los presentes dentro del recinto se deleitaran con la impecable actuación de un joven noble que años atrás lo dejó todo para conquistar el corazón de muchos con su talento innato.

Conforme cada acto era presentado, el corazón de Candy se regocijaba, ya que cada línea era dirigida a ella.

El último acto llegó y con él la culminación de la obra. Candy al igual que todos los presentes, se puso en pie y ovacionó la impecable actuación del grupo Teatral Stratford, en especial la actuación de Terry.

Candy se sentía feliz, aquella era la primera vez que veía actuar a Terry desde el principio de la obra hasta el final de esta.

Como era de esperarse, en cuanto lo vieron salir del teatro con aquella hermosa rubia, los reporteros Londinenses se fueron sobre él, ya que además de ser el mejor Hamlet de todos los tiempos, Terrence Graham, era el futuro Duque de Grantchester. Muchos reporteros se preguntaban, ¿cual era la manera correcta de dirigirse a él?

—¿Señor, quien es la joven que lo acompaña? —preguntó finalmente uno de los reporteros.

Terry no acostumbraba a hablar sobre su vida privada, pero esta vez era distinto, gritaría a los cuatro vientos quien era la hermosa joven que posaba junto él con una radiante sonrisa.

—Su nombre es Candice White Ardley, y es la mujer de mi vida, con quien voy a contraer nupcias en las próximas cuatro semanas —respondió Terry con una enorme sonrisa en sus labios.

Murmullos de sorpresa se escucharon tras aquella declaración, el apellido Ardley era bastante reconocido en aquel lado del mundo. Todos sabían que eran, una de las familias mas acaudaladas de los Estados Unidos. 

—¿Desde cuando se conocen?

—Desde nuestros tiempos de Colegio —respondió Terry mirando a Candy a los ojos. En ese momento, flashes de cámaras captaron aquella escena digna de ser recordada.

—¿Permitirán que los medios estén presente? —preguntó otro reportero.

—Eso depende de que ustedes gusten viajar a America —respondió Terry con soltura.

Los ojos de Candy brillaron tras aquella declaración y sin previo aviso y para sorpresa de todos, Terry besó sus labios regalándoles la mejor portada para la sección de espectáculos y sociales.

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