Sixteen [Regulus Black]

By barnesroses

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Donde Phoebe Potter se enamora del hermano de su padrino, Regulus. terminada. barnesroses 2k19 - 2k22 More

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Epílogo
Agradecimientos
extra
extra II

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By barnesroses

Phoebe no sabía qué diablos estaba sucediendo, pero ya estaba harta de que Regulus la ignorara. Grimmauld Place era enorme, así que se le hacía muy fácil evitarla en el día, escondiéndose en lugares como la habitación que antes pertenecía a su prima Bellatrix, un lugar que Phoebe nunca pisaría. Por la noche, Regulus trataba la puerta de su habitación. O lo había hecho la primera noche, y Phoebe, indignada, no había vuelto a insistir.

Pero ya habían pasado más de dos semanas y Phoebe se cansaba de no tener una explicación de porqué el hombre había comenzado a ignorarla, y ya no sabía con quién hablar. ¡Hasta había comenzado a entablar conversaciones con Walburga Black sin insultos de por medio!

Según ella, estaban bien. Muy bien, de hecho. Habían superado las inseguridades que sentían respecto a su relación, su padrino finalmente aceptó su relación y habían pasado una noche maravillosa en su cumpleaños, y muchas otras veces más, así que realmente no entendía qué le sucedía a Regulus y porqué se había alejado de ella.

Pero estaba dispuesta a averiguarlo, así tuviera que perder su dignidad.

Caminó hacia la sala de estar, donde Dora estaba acariciando a Loki, el gato que se había conseguido hacía pocos días.

—Hola, Dora —saludó la menor—. ¿Has visto a Regulus?

—En la biblioteca —respondió la metamorfomaga con una sonrisa amable.

Phoebe sonrió agradecida.

—Gracias, Tonks. Por cierto, si vuelvo a ver a ese gato entre mi ropa, lo voy a descuartizar. Me llena todo de pelo.

Nymphadora rodó los ojos.

—No es mi culpa que sea travieso, Phoe. Y Sirius me dejó conservarlo, aprende a vivir con eso —Phoebe la miró ofendida y comenzó a dirigirse a la biblioteca.

Sabía que Dora amaba los mitos y leyendas, pero ¿ponerle a tu gato el nombre del Dios del Engaño? Sí, a Phoebe le parecía un poco exagerado, pero no iba a meterse. Tenía asuntos más importantes que resolver.

Entró sigilosamente a la biblioteca y pasó su mirada por el lugar, buscando al Black menor. Él hombre estaba en uno de los sillones individuales, leyendo un viejo libro de Artes Oscuras con una copa de vino en la mano. La chica se dirigió a él a paso firme, cruzándose de brazos para demostrar su descontento. Cuando Regulus la notó, dejó el libro en la mesa y la miró.

—Maldición —murmuró.

Ella rodó los ojos.

—Sí, sí. Lo que digas.

Regulus suspiró.

—Phoebe...

—Ah, no. Yo hablo y tú escuchas, porque me cansé de que me ignores —espetó. Regulus se removió incómodo, pero decidió escuchar lo que la pelirroja tenía para decir—. ¿Qué diablos te está pasando? Porque un día estamos bien, y luego estamos mal. Y pareces que estás feliz cuando yo estoy de rodillas y...

—¿Estás recitando Should I Stay or Should I go de The Clash? —interrumpió Regulus, reprimiendo una sonrisa.

—No.

—¿No?

—Bueno, sí —admitió la chica—. Pero tú me dedicaste Michelle de The Beatles y no me burlé. De hecho, casi lloré.

—Lloraste —corrigió Regulus.

—Sí, bueno. Cualquiera lloraría si le dedican una canción de The Beatles y yo soy sensible. No estábamos hablando de mí —le dijo molesta, cuando vio lo que intentaba hacer.

Regulus suspiró y asintió, sabiendo que no tenía escapatoria.

Phoebe se sentó en un sillón grande cercano al del mayor y lo miró con tristeza.

—¿Por qué te alejaste?

—Phoebe...

—¿Hice algo mal? —cuestionó con tristeza en su voz.

Regulus se levantó de su asiento y se sentó a su lado para tomar su mano.

—No, amor, no hiciste nada mal —respondió él.

Sabía que Phoebe ponía ojitos de cachorrito y voz triste para conseguir lo que quería, lo hacía con él, con sus padrinos, incluso funcionaba con algunos miembros de la Orden (Narcissa era la única inmune, y eso seguro se debía a que la mayor lo utilizaba para manipular a sus padre cuando era pequeña); pero Regulus nunca podía negarle nada cuando lo miraba de esa manera.

El ojigris acarició los nudillos de su novia, y luego los llevó a sus labios. Phoebe se maldijo internamente, porque había prometido mantenerse fuerte y no lo estaba logrando. Probablemente si le pedía disculpas en ese momento, ella saltaría a sus brazos y lo perdonaría.

Sin embargo, Regulus no parecía que iba a pedirle disculpas. No en ese momento, al menos.

—Hay una razón por la que me costó aceptar lo que sentía por ti, Phoe —comenzó a hablar el hombre—. Eso se debe a que... no estaba seguro de lo que sentía en ese momento.

Se interrumpió a sí mismo, como si estuviera pensando cuáles serían sus siguientes palabras, pero Phoebe, en el fondo de su corazón, ya las sabía.

Deshizo el agarre de sus manos y lo miró con más firmeza de la que sentía en ese momento.

—Y tampoco estás seguro de lo que sientes ahora.

—Phoebe...

—No —lo interrumpió, dolida. Se había prometido que, sin importar el resultado de aquella charla, no iba a llorar enfrente de él, pero sus ojos ya comenzaban a picar—. Todos estos meses... me mentiste.

—Amor, no...

—¡No me llames así! —chilló, levantándose del sillón—. Me hiciste creer que me amabas. Me dijiste que me amabas, y yo te creí, como estúpida.

Regulus pasó una mano por su cara, frustrado. Quería decirle tanto, pero a la vez no sabía por dónde empezar. Le dañaba saber que Phoebe pensaba que él no la amaba, pero no sabía cómo explicarle la verdad. No sabía cómo explicarle que su inseguridad se debía a un secreto que había guardado desde que se conocieron. Un secreto que podría destruir toda su relación.

—Escúchame, Phoebe —le pidió el hombre. Ella lo miró.

La pelirroja ansiaba escuchar que se equivocaba, que él estaba seguro de que la amaba y que no quería perderla por nada del mundo, pero la puerta se abrió y fueron interrumpidos por un Sirius que se mostraba preocupado y angustiado.

—Tenemos que irnos —le dijo a Regulus, y luego miró a Phoebe, sin notar que claramente estaban en medio de una discusión—. Tú te quedarás aquí. Si alguien viene, te defiendes. Haz lo que tengas que hacer, usa cualquier hechizo, Phoebe.

—¿De qué hablas, Sirius? ¿Qué sucede?

Él suspiró, sabiendo que Phoebe no iba a dejar de insistir hasta que le dijera la verdad.

—Tu hermano fue atacado en el Ministerio. Iremos por él, pero tú debes quedarte y ten tu varita a mano porque pueden usarlo de distracción para venir por ti —explicó rápidamente el mayor.

—No me vas a dejar aquí —espetó. Sirius intentó hablar pero Phoebe sacó su varita de su bota y siguió hablando—. Sabes mejor que nadie que no voy a quedarme aquí de brazos cruzados sabiendo que mi hermano está en peligro.

Su padrino suspiró y miró a Regulus. Ambos asintieron y se coordinaron para desaparecer sin darle explicación alguna a la adolescente. Sin embargo, la pelirroja se adelantó a sus acciones y tomó el brazo de Regulus, desapareciendo con él.

(...)

Ambos aparecieron en el Ministerio de Magia, junto al resto de la Orden. Reconoció a su padrino detrás de Lucius Malfoy, quien estaba apuntando con la varita a Draco y Harry. Los dos se miraron. Parecía que aquellos chicos, tan diferentes a simple vista, no necesitaban palabras para comunicarse, porque con aquella simple mirada se dijeron todo: Draco necesitaba compañía para enfrentar a su padre en ese momento, y Harry no iba a dejarlo. Sirius tocó el hombro de Lucius y, cuando este volteó, lo derribó de un golpe en el rostro.

Regulus tomó a Phoebe del brazo y la alejó para esconderla.

—Por favor, quédate aquí —pidió él, sabiendo que era en vano. La mirada de la adolescente se lo decía.

—No voy a quedarme aquí —refutó ella—. Tengo que proteger a mi hermano.

—Phoebe, literalmente moriría si algo te pasara —dijo el mayor, tomando a la chica de las mejillas—. No podría soportar perderte. No a ti también. Pondré a tu hermano y a sus amigos a salvo, te lo prometo, pero por favor, quédate.

—Muy tierno, Regulus —espetó—. Me lo creería si no fuera porque me mentiste todo este tiempo. No me hagas perder tiempo, necesito poner a mi hermano a salvo —se deshizo del agarre del mayor. Cuando él quiso acercarse a ella, Phoebe negó—. No te acerques. Sólo... no vuelvas a acercarte a mí, Regulus.

Sin esperar respuesta, se alejó del hombre y fue hacia donde Sirius, Draco y Harry peleaban contra Lucius y Antonin Dolohov. Regulus la observó alejarse, pero antes de poder acercarse, Bellatrix Lestrange se interpuso en su camino.

Él suspiró, pero comenzó a defenderse de todos los hechizos que Bellatrix le tiraba.

Regulus se consideraba un buen duelista desde que era estudiante, y en su tiempo como mortífago se había perfeccionado mucho más. Sin embargo, sus defensas se volvieron débiles cuando escuchó el grito de dolor de Phoebe y la risa de Rabastan Lestrange.

El primer Crucio de Bellatrix lo hizo estremecerse, pero logró aguantar el dolor. Después de todo estaba acostumbrado a aquella maldición, pues sus padres solian usarla mucho en ellos cuando eran pequeños, al igual que Voldemort cuando se unió a los mortífagos. El segundo y el tercero lo hicieron caer al suelo, soltando su varita en el trayecto. Comenzaba a sentirse más débil, y en lo único que podía pensar era en asegurarse que Phoebe estuviera a salvo. Cuando el cuarto Crucio llegó, Regulus soltó un quejido y cerró sus ojos con fuerza.

Definitivamente, Bellatrix lo despreciaba y podía notarlo con cada Crucio. Realmente la mujer quería dañarlo.

Sin embargo, su prima decidió que aquello no era suficiente y se acercó a donde su cuñado torturaba a Phoebe. La pelirroja estaba en el suelo, con sus ojos en blanco y temblando por los Crucios recibidos.

Bellatrix se agachó, la tomó del cabello y la obligó a levantarse. La hizo caminar hasta donde estaba Regulus, quien miró a su prima con miedo.

—Mírala, es tan parecida a la anterior —dijo ella, burlona. Regulus cerró los ojos y se abstuvo de aclararle que no lo era—. Como no pudiste con la tía, lo intentaste con la sobrina. Eso no se hace, Reggie.

—No la toques —espetó, levantándose con lentitud—. Mátame a mí, Bellatrix. Es lo que quieres hacer desde que deserté.

—Oh, cariño —canturreó ella—. No quiero matarte. Mataré a todos los que aprecias. Como hice con la otra, lo haré con ella ahora.

—Y estoy seguro que chillará como perra, justo como ella hizo mientras se desangraba en tus brazos —murmuró Rabastan, acariciando el pelo de una temblorosa Phoebe.

Bellatrix dejó que su cuñado la sostenga y la apuntó con su varita. Regulus intentó ir hacia ella, pero sintió unas sogas atándose a sus extremidades y cuello.

—No te acerques, primo.

—¡No! ¡Déjala ir! —gritó con pánico.

Observó alrededor, buscando a alguien que pudiera hacer algo. Pero todos los miembros de la Órden estaban en sus propios duelos contra otros mortífagos. Sirius aún intentaba deshacer de Lucius y Antonin con ayuda de su ahijado y su sobrino.

Bellatrix apuntó a Phoebe, preparada para decir las palabras que acabarían con su vida, pero la pelirroja le dio un codazo en la garganta a Rabastan y se agachó para agarrar la varita de Regulus que estaba en el suelo. De esta salió un rayo de luz roja mientras que de la de Bellatrix salía un rayo verde.

En medio de aquel duelo, una explosión hizo que todos los cercanos se taparan los ojos y se alejaran unos pasos de ambas mujeres, pues la luz blanca que salió de sus varitas los había cegado.

Cuando la luz desapareció, Bellatrix cayó al suelo, inconsciente.

Sin embargo, Phoebe había desaparecido.

🌺🌺🌺🌺🌺

Bueno, voy a ser completamente sincera con ustedes. Esto fue completamente improvisado. Estaba releyendo la novela para seguir con el capítulo y me di cuenta que se estaba volviendo algo pesada y aburrida, así que quise darle un giro a la historia.

Y agradezcan que la desaparecida fue Phoebe, porque al principio tenía pensado matar a Regulus, pero no pude hacerlo, lo amo mucho :(

Pero si quieren una buena noticia, RECUPERÉ MI CELU así que voy a actualizar más seguido (mentira) ahre

Por cierto, qué parejas shippean además de Regulus y Phoebe? Y me refiero en esta novela, que no sea canon ah

Bueeeno, nos veremos en el próximo capítulo. Espero que les haya gustado este, fue larguito para compensar la demora

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