Fantasía de un Soberano [Ka...

By JakeD79

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Bakugou Katsuki, Rey de Mytitur, ostenta el liderazgo sobre el reino más prominente y avanzado del continente... More

Cap 01: La Llegada del Rey
Cap 02: Unidos por el Destino
Cap 03: La Amenaza Inminente
Cap 04: La Profecía
Cap 05: El Indicado
Cap 06: La Vida que se Deja Atrás
Cap 07: Un Mal Comienzo
Cap 08: La Cálida Noche
Cap 09: ¿Prepararme?
Cap 10: La Ceremonia
Cap 11: El Corazón que No Sana
Cap 12: Indicios: Parte I
Cap 13: Indicios: Parte II
Cap 14: Indicios: Final
Cap 15: El Brillo de un Sentimiento
Cap 16: Respuestas: Parte I
Cap 17: Respuestas: Final
Cap 18: Trágame, Tierra
Cap 19: La Esperanza de Todos
Cap 20: Una Mágica Sinfonía
Cap 21: El Deseo de un Omega
Cap 22: Un Nuevo Comienzo
Cap 23: La Pregunta
Cap 24: El Festival de los Faroles: Parte I
Cap 25: El Festival de los Faroles: Final
Cap 26: Mis Hermanos y Yo
Cap 27: Izuku vs Shoto
Cap 28: Fuego Celestial
Cap 29: Los Espíritus de la Magia Blanca
Cap 30: Un Rey sin Corona
Cap 31: El Amor en Tiempos de Cosecha
Cap 32: El Temor del Pasado
Cap 33: Lo que se Mueve en las Sombras
Cap 34: El Reflejo de un Alma Rota
Cap 35: Mi Reino
Cap 36: Sueños de Pesadillas
Cap 37: Entre la Luz y la Oscuridad: Parte I
Cap 38: Entre la Luz y la Oscuridad: Parte II
Cap 39: Entre la Luz y la Oscuridad: Parte III
Cap 40: Entre la Luz y la Oscuridad: Parte IV
Cap 42: 200 Años de Caos y Miseria
Cap 43: ¿La Muerte me Sienta Bien?
Cap 44: La Visita de la Bruja de las Ondas
Cap 45: Un té con sabor a sangre
Cap 46: El Destino que Nadie Quiso
Cap 47: Hasta que el Corazón se Derrame
Cap 48: Los Lamentos de los Desdichados
Cap 49: El Bosque Petrificado de Codicia
Cap 50: Por Amor, la Muerte Será
Cap 51: Con el Consejo de Guerra: Parte I
Cap 52: Con el Consejo de Guerra: Parte II
Cap 53: Con el Consejo de Guerra: Final
Cap 54: La Sangre Ajena de Mí
Cap 55: La Danza del Medio Día
Cap 56: La Forma de la Felicidad
Cap 57: El Druida, la Bruja y el Hechicero
Cap 58: Todavía Estamos Aquí: Parte I
Cap 59: Todavía Estamos Aquí: Parte II
Cap 60: Todavía Estamos Aquí: Parte III
Cap 61: Todavía Estamos Aquí: Parte IV
Cap 62: Todavía Estamos Aquí: Final
Cap 63: Fumikage vs Shoto
Cap 64: Entre Sombras y Espejismos: Parte I
Cap 65: Entre Sombras y Espejismos: Final
Cap 66: Ecos de Pesadilla
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Cap 67: La Furia de la Discordia

Cap 41: Entre la Luz y la Oscuridad: Final del tomo I

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By JakeD79

Debido a todas las confusiones respecto al capítulo 40 he decidido subir el resto como una actualización más. Así ya no habrá ningún problema para continuar leyendo.

Por favor, disfrute de su lectura.
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En medio de ese árido y destrozado campo de batalla estaban dos Druidas y un Hechicero apunto de tener la batalla más significativa de todas sus vidas.

A varios metros de distancia del de alfa y el omega se encontraba una Sombra cargada de odio, portando un arma cuyo siniestro poder es en estos momentos insuperable. Teniendo esto en cuenta, Katsuki e Izuku se hallaban más que conscientes de lo terriblemente difícil que sería combatir contra un poder de semejante calibre.

–Comencemos de una vez –indicó Tomura poniendo a sus adversarios en alerta.

Sin tardarse un segundo más, Katsuki encendió dos poderosas llamas escarlatas que brotaron de sus palmas y, al juntarlas, instantáneamente disparó una potente y abrazadora llamarada que fundió la tirrra al tomar la forma de un gigantesco dragón alado, que voló en círculos alrededor de Tomura al mismo tiempo que creaba un tornado de fuego carmesí de tamaño colosal, desplegándose hacia el cielo.

Las nubes eran arrastradas violentamente por el vortice de fuego que acabó invadiendo su territorio, el viento soplaba con fiereza mientras era acompañado por una despiadada tormenta, la misma que obligaba al cielo manifestar su furia por medio de rugidos aterradores en forma de truenos con fuerte estruendos.

En medio de esta demencial escena, Izuku quedó sumamente asombrado al atestiguar todo el caos que yacía a su alrededor. Sin embargo, no se dejó llevar por la emoción del momento. Sabía que también debía luchar, no iba a darse el lujo de quedarse observando todo sin hacer nada como un mero espectador.

Así que al sujetar su cetro firmemente con ambas manos, disparó una potente ráfaga de llamas blancas hacia el frente, la cual se transformó también en un gigantesco dragón resplandeciente que empezó a volar en círculo alrededor del tornado carmesí hasta que se fusionó con este.

– ¡Bien hecho, Deku! –Alegó el rubio.

La combinación de ambas magias presentó como resultado un titánico y poderoso tornado rojo de franjas blancas. En medio de aquel destrozado campo de batalla se encontraba un gigantesco pilar de fuego que consumía lentamente al prisionero que yace en su interior.

Katsuki estiró su brazo al frente y al apretar su puño el tornado comenzó a hacer más delgado, haciendo que las llamas se concentraran en su centro en dónde se encontraba Tomura. La Sombra solo veía como su cuerpo es consumido por las llamas y como poco a poco este comenzaba a desintegrarse, sin embargo, no le importó, sostuvo su daga a la altura de su rostro para luego formar una retorcida sonrisa.

Por otro lado, Izuku y Katsuki seguían concentrando el fuego del tornado en su centro, ellos esperan que con todo este poder pudieran dañar con severidad a Tomura para poder asesinarlo de una vez por todas; sin embargo, todos esos pensamientos se esfumaron cuando del núcleo del tornado ocurrió un inmenso estallido de neblina negra.

– ¡¿Ahora que hizo la mierda esa?! –Exclamó Katsuki furioso.

Cuando ocurrió aquella explosión, la neblina comenzó a expandirse a gran velocidad por la superficie de la tierra, cubriendo cada centímetro del campo con un velo de sombras que parecía tragarse todo a su paso. Actuando de forma inmediata, Izuku se encerró a tiempo junto con Katsuki en una barrera de luz que conjuró al trazar rápidamente una línea invisible en el aire.

Para cuándo ambos lograron asegurarse, fueron arropados por un insondable manto de oscuridad que les impidió conocer lo que sucedía en el exterior, cosa que los desesperó en cierta medida. Pero de un momento a otro, las sombras comenzaron a desintegrarse, dispersándose prontamente por los fuertes vientos de la tormenta, siendo esta la oportunidad en la que pudieron echar un vistazo a lo que ocurría afuera.

No obstante, cuando la oscuridad mengüo y fue posible ver el exterior, Izuku y Katsuki se estremecieron por la gran impresión que les generó asombro y desconcierto al contemplar lo que sucedía en verdad.

Ninguno de los dos podía creerlo, aquella neblina negra estaba tragándose por completo el tornado de fuego de abajo hacia arriba.

Que todo el poder que se usó para crear un tornado de esa magnitud fuera borrado fácilmente por las sombras que invocó Tomura fue sin duda algo increíblemente impactante de comprobar. Sin poder hacer nada al respecto, dicho tornado desaparecía delante de los estupefactos iris esmeraldas y rubíes. Y en menos de nada, la niebla oscura alcanzó el cielo al tragarse por completo la magia del Druida y del Hechicero, para posteriormente desaparecer a la merced del viento.

–Es más fuerte de lo que pensaba... –comentó Izuku mantenimiento la vista al frente.

–Deku... –y cuando escuchó el tono con el que Katsuki lo nombró sabía exactamente lo que tenía pensado decir.

– ¡No voy a irme, Kacchan, no insistas! –Exclamó el Druida mirándolo directo a los ojos–. Pelearemos juntos –al ver qué Izuku estaba determinado a quedarse, Katsuki no tuvo más opción que dejar de insistir, a veces odiaba lo obstinado que su omega suele ser.

Ya cuando toda la niebla desapareció del campo en su totalidad, Izuku canceló la barrera de luz. No había tiempo que perder, con un poder así tenían que encontrar a Tomura antes de que realizara su próximo movimiento.

Katsuki se encargó de esa tarea, al segundo de que su prometido eliminara la barrera, usó la vista para buscar a Tomura. Aun con tanta destrucción por doquier y la lluvia cayendo a su alrededor, Katsuki logró localizarlo en la lejanía, por lo que se preparó para lanzar su siguiente ataque. 

Sin embargo, antes de darse cuenta, la Sombra redujo la distancia entre los dos al aparecer delante de él en tan solo un parpadeo.

Antes de que cualquiera de los dos pudiera reaccionar, Tomura golpeó con una fuerza sobrenatural el estómago de Katsuki, lo cual hizo que saliera disparado hacia atrás a gran velocidad.

– ¡Kacchan! –Gritó el peliverde–. ¡Tú!

Dejándose llevar por la rabia, Izuku se arrojó sobre Tomura para golpearlo con su cetro, sin embargo, la Sombra lo esquivó sin realizar mucho esfuerzo. Luego estampó un puño en el rostro del pecoso con el cual le volteó la cara y haciendo que cayera boca abajo al suelo.

Cuando el pecoso llevó la vista hacia la Sombra vio como esta se le acercaba de forma peligrosa, rasgando el aire con la daga al hacer cortes rápidos y precisos. Pero antes de ejecutar acciones de defensa, Bakugou apareció de la nada, estrellando a Tomura contra el suelo al lanzarse como una bestia sedienta de sangre sobre él.

Katsuki estaba furioso, tanto que no se dio cuenta que había transformado sus manos en las garras de un dragón y en un desenfreno total y como todo un lunático comenzó a golpear a Tomura en el rostro.

Izuku no podía creer lo que contemplaban sus ojos, jamás había visto a su alfa comportarse de esa manera. Tampoco se necesitaba indagar mucho para saber el por qué de su comportamiento, estaba más que clara la razón por la cual su ira era incontrolable. Pero aún así no dejaba de ser algo sorprendente.

– ¡NO VUELVAS A TOCAR A MI DEKU, TÚ, ENGENDRO DEMONIACO!

Habiendo expresado su furia por medio de palabras, Katsuki pasó darle forma con actos violentos. Al arrojarse sobre Tomura, lanzó un puñetazo directo en su cara, cuyo empleo de fuerza descomunal lo hundió instantáneamente en la tierra. Sin embargo, no acabó ahí.

Omitiendo todo pensamiento de parar, Katsuki siguió golpeando a Tomura de forma brutal al lanzarle toda una lluvia de interminables puñetazos, aplicando en cada golpe una increíble cantidad de fuerza sobrehumana. La tierra debajo de ellos se rasgó de forma violenta, la destrucción se propagaba con cada golpe, las piedras volaban y el polvo se levantaba; de seguir así pronto los dos acabarían en el fondo de un abismo. Entre tanto, la carne de la Sombra se hallaba siendo aplastada entre el suelo y los puños del alfa.

Debido a que se encontraba siendo amasado por todos esos poderosos impactos, golpeado de arriba abajo, de un extremo a otro, de derecha a izquierda, Tomura no alcanzó a reaccionar ni por un segundo. La fuerza con la que el alfa lo atacaba estaba fuera de cualquier escala y el dolor que venía con cada golpe era siempre mayor que el anterior.

No obstante, la entidad que se hallaba siendo molida a golpes es una Sombra, la más poderosa de todas, de hecho. Por lo que no siempre estaría a merced de los puñetazos del monarca.

Por un breve momento, Tomura alcanzó a reaccionar y en ese instante intentó apuñalar a Katsuki en el rostro, pero el alfa detuvo su oleada de puños para agarrar sus muñecas. Mientras que forcejeaban para dominar al contrario, ambos se lanzaban miradas de odio y como la ira de Katsuki aun no había sido apaciguada le dio un duro cabezazo a Tomura en la frente, luego de su boca disparó una poderosa llamarada de fuego carmesí como si de un dragón se tratase.

Como aquella corriente de fuego incandescente se descargaba directamente en su demacrado rostro, Tomura no tuvo más opción que recurrir al poder de la daga, con el que provocó un poderoso estallido de sombras, que forzó a Bakugou a salir disparado por los aires al segundo de su surgimiento. Mientras tanto, toda la zona que fue alcanzada por el radio de la explosión fue cubierta por la niebla negra.

Al regresar al suelo, Katsuki continuó siendo jalado por la fuerza de la explosión, por lo que enterró sus garras de dragón en la tierra para frenar el arrastre. Deteniéndose justamente delante de cierto Druida de rizos verdes.

– ¡¿Kacchan, estás bien?! –Interrogó angustiado.

–Estoy bien –contestó el cenizo al pararse sobre sus pies. Luego se acercó al peliverde para posteriormente acariciar la mejilla que fue hinchada gracias al golpe que le propinó Tomura, con el propósito de aplicar magia en ella para restaurarla a como era antes, sanándola por completo–. ¿Tú estás bien?

–Sí –contestó Izuku con una gran sonrisa–. Muchas gracias.

–Le haré pagar por lo que te hizo, te lo juro –declaró irradiando cólera por su encendida mirada mientras presionaba su puño.

–Gracias a ti estoy bien, así que mejor concentrémonos en acabar con él –forzando una sonrisa, Izuku profirió esto con el fin de que el rubio se calmara y dejara su ira a un lado por ahora. 

Si actúa de acuerdo con sus emociones podría lamentarse mucho después, por eso siempre la mejor será encargarse de asuntos importantes, o de vida o muerte como es este caso, con completo raciocinio.

Katsuki pareció comprenderlo, ya que inhaló una gran cantidad de aire para liberarla después en un ritmo lento.

–Muy bien –respondió el alfa.

Cuándo ambos concluyeron la charla, las sombras que aparecieron por la explosión de niebla negra se habían extinguido del campo. Esto permitió que Izuku y Katsuki hallaran a Tomura, quien todavía seguía hundido en la tierra gracias a los violentos golpes que recibió del monarca.

Luego de haberlo localizado, Druida y Hechicero no esperaron ni un segundo más para dirigirse rápidamente hacia él. Sabían que debían aprovechar este momento en el que Tomura se encuentra inactivo para destruirlo antes de que siguiera atacando con el poder de la daga, ya que ninguno de los tiene idea de que otras cosas, además de la explosión de niebla, puede hacer.

Pero cuando empezaron a correr a hacia la Sombra, vieron como esta misma entidad se sentó sobre el suelo, para después fruncir los labios y enseñarles una mirada fulminante cargada de odio. 

Una vez que obtuvo la atención del alfa y el omega, Tomura levantó el brazo derecho con el que sostenía la daga negra que apuntaba su filo hacia el tormentoso cielo. Hecho esto, miró únicamente a Izuku, solo para dedicarle una retorcida y espantosa mueca que le congeló la sangre.

Midoriya, al ver esa mueca extraña plasmada en su cara, detuvo de forma abrupta su andar, haciendo que Katsuki de detuviera más adelante.

–Algo está mal –comentó el pecoso tieso como una escultura de piedra.

Bakugou arrugó el entrecejo confundido por esa reacción e inmediatamente dirigió su mirada hacia la Sombra, quien aún seguía sin borrar aquella sonrisa.

Luego de darle una última mirada a Katsuki, Tomura llevó la vista en dirección a la daga que sostenía clavada en la tierra, mientras que un júbilo indescriptible y temblores incesantes se esparcían por todo su ser.

–Manifiéstate.

De forma instantánea la daga liberó poderosas corrientes de aguas negras que se esparcieron por todo el campo en las afueras de Arlabor hasta cubrirlo por completo, formando así un enorme lago de oscuridad.

Katsuki actuó rápido y, acogiendo a Izuku en sus brazos, saltó hacia una enorme roca. Una vez asegurados, ambos veían impactados como los cientos de cadáveres que estaban por todas partes empezaron a ser tratados por las aguas negras.

–Al menos no tendremos que preocuparnos por la limpieza –comentó Katsuki.

–Creo que ese será el menor de nuestros problemas –replicó Izuku sin apartar la mirada de lo que atestiguaba.

De repente, la atención de ambos fue captada por un antiguo Druida de cabello azul que emergía de las misteriosas aguas teniendo la cabeza inclinada hacia adelante, para posteriormente flotar sobre la inmensa e insondable oscuridad que se encuentra en estado líquido.

No pasó mucho tiempo cuando enderezó la cabeza, demostrando que todavía no se había desecho de la torcida mueca en sus labios. En este momento, Shigaraki Tomura se hallaba expresando una alegría incomprensible, pero dada su maléfica naturaleza, solo podía significar que las cosas estaban por empeorar.

– ¡Surjan! 

Al instante que rugió con pasión, apuntó su daga a la poderosa tempestad que descendía del cielo, la misma que le respondió proyectando un inmenso relámpago junto con un trueno ensordecedor. Atendiendo a su orden, docenas de gigantescas serpientes abandonaron las profundidades del lago para aparecer en la superficie, manifestando bramidos estridentes que sonaba como el lamento de innumerables bebés.

Por otro lado, Izuku y Katsuki quedaron boquiabiertos ante la aparición de los reptiles de sangre fría, pero de aspecto anormal y descomunal. Cada una de esas serpientes medían veinte metros de longitud, cuyo cuerpo se encontraba recubierto por escamas negras cual obsidiana. En sus fauces portan ileras de alargados y curvilíneos colmillos, venenosos como se espera de este tipo de reptil, por supuesto. 

Pero además de estás características, son sus brillantes ojos escarlatas los que infunden un nivel de terror indescriptible.

Para prolongar más su deleite, Tomura chasqueó los dedos, con esta señal le ordenó a las serpientes atacar a sus oponentes. Sin ninguna clase de tardanza, ellas se deslizaron por la superficie del agua ejecutando movimientos serpenteantes en dirección a sus objetivos.

Pero antes de que cumplieran con su cometido, Izuku levantó su centro a la máxima altura que pudo alcanzar y, al despedir un vibrante destello blanco que proyectaba la enorme gema, desplegó un poderoso ataque que conformado por cuchillas mágicas envueltas en llamas blancas.

Las cuchillas del Druida peliverde penetraron el aire a una velocidad increíble y cada una de ellas impactó en las serpientes que se aproximaban. En cuestión de segundos cortaron cabezas, atravesaron las duras corazas y desgarraron la carne, creando explosiones de sangre mientras que aquellas víboras expresaban su dolor por medio de gritos miserables.

Sin embargo, a pesar de que el ataque de Izuku fue efectivo, a pesar de que había destruido y diezmado con precisión y sin misericordia a sus enemigos, una de las serpientes que aparentemente masacró se lanzó del agua hacia él para devorarlo de un bocado.

Reaccionando instintivamente, Izuku apuntó su cetro al frente y disparó un potente rayo blanco que ingresó al interior del animal por su gran boca, obteniendo como resultado que su cuerpo estallara en miles de pedazos sin tardanza.

Aun sumergido en un estado de asombro y confusión, Izuku no podía entender como es que siquiera un solo animal de esos se liberó del alcance su ráfaga de ataque. Hasta donde él sabía, las había eliminado a todas, vio como sus cuerpos despedazados envueltos en sangre se hundieron bajo el agua. Pero también pensando en quien era su oponente y la forma tramposa con la que lucha, no le pareció descabellado que ocultara algún truco en este caso.

Así que para confirmar su teoría, se acercó con cuidado al borde de la roca y asomó su cabeza hacia afuera, siendo este el momento en que se percató de la autentica verdad.

–Ya entiendo.

En el agua, alrededor de la roca en la que permanece, Izuku vio que estaba siendo rodeado por todas las víboras que en un principio supuestamente asesinó, ya que todas daban evidencia de lo contrario. A las que les rebanó la cabeza ya las tenían como nueva, a las que les trituró la carne y rasgó las escamas, se encontraban enteramente ilesas.

De esto podía concluir que todas estas serpientes tienen un poder de regeneración increíble; sin embargo, lanzó una segunda oleada de feroces ataques. La luz de su cetro brilló de manera centellante y de esta salieron disparadas poderosas cuchillas de fuego blanco, que se estrellaron en los gigantescos reptiles ocasionando atronadoras explosiones. Pero por más que cortara, dividiera o mutilara, no lograba destruirlos de forma permanente, el resultado siempre era el mismo. 

Cada serpiente se regeneraba a una velocidad alarmante y, para cuando se dio cuenta, vio como otras más descendían de las profundidades teniendo como objetivo devorarlos. Pero aún así, Izuku continúo atacando mientras se quejaba en su interior por no tener el poder suficiente para erradicar esa extraña magia por completo.

Katsuki se unió a la lucha disparando poderosos rayos dorados que salían de las palmas de sus manos; no obstante, ni siquiera su Magia Blanca era suficiente para eliminar a las serpientes. Cada vez que una era destruida volvía a regenerarse de la nada, aunque perdieran sus cabezas y fueran pulverizadas, nada funcionaba. Lo único que estaban haciendo era malgastar fuerzas y de eso eran conscientes.

"Ese bastardo solo está jugando con nosotros, si no fuera por esa horrible daga... ¡¿De dónde mierda vino tanto poder?!"

–Kacchan, ¿Tienes alguna idea? –Preguntó con la mirada puesta en Tomura.

–Tenemos que quitarle esa daga, solo así podrá dejar de controlar toda esta magia.

– ¡Pero eso es...!

– "¿Difícil?", lo sé.

– ¡Más bien imposible!

–Aun así es nuestra única alternativa.

De repente todas las víboras se sumergieron en el agua haciendo que Katsuki e Izuku cesaran sus ataques, luego ambos notaron como Tomura los observaba con una mirada tan neutra que no tenían idea de como reaccionar a eso.

"¿Ahora qué?" –Dijo Izuku para sus adentros.

–Creo que ustedes están tramando algo –dijo la Sombra viéndolos con una expresión indescifrable–. Así que voy a tener que apresurarme.

En el momento en que esa frase llegó a sus oídos, Izuku y Katsuki se tensaron un poco, y cuando vieron a Tomura levantar de nuevo su daga supieron que lo venía a continuación, esas serpientes negras de nuevo, pero no era tal cual como ellos pensaban.

Las serpientes emergieron de nuevo rodeando está vez a la pareja de alfa y omega, pero ninguno de los dos pudo creer lo que sus ojos alcanzaron a ver.

– ¿Qué mierda...? –Inquirió Katsuki atónito, Izuku al estar en su mismo estado no tubo ni una sola palabra que pronunciar.

Ciertamente se trataba de aquellas enormes serpientes, pero estas ya no eran docenas, sino millares.

En un solo instante todo el campo de Arlabor estuvo ocupado por miles de víboras negras

Izuku estaba estupefacto, en solo un momento se encontró rodeado por miles de esas cosas y lo peor es que ni él, ni Katsuki tenían el poder para combatirlas a todas. Eso era lo que más le aterraba.

–Contemplen mi maravilloso poder –decía Tomura con sus brazos bien abiertos–. Tan fuerte y tan temible como ningún otro, incluso más fuerte que la mediocre magia de un Druida incompleto, y todo gracias a esta daga que el Maestro muy amable me entregó.

"¿El Maestro?" –Inquirió Izuku mentalmente.

–He esperado muchos años para acceder a esta magia y por desgracia no puedo hacer un libre uso de ella por tiempo indefinido, por eso voy a disfrutar derramar cada gota de su poder. Ahora ustedes dos... ¡Caigan ante mí!

Tomura envío todas las miles de víboras hacia Katsuki e Izuku, y cuando el peliverde los vio aproximarse hizo lo primero que se le vino a la mente.

Levantó su cetro al cielo y este al emitir una segadora luz plateada creó con dicha luz una enorme barrera a su alrededor, haciendo que a su vez las serpientes chocaran con ella.

En medio de esa inmensa oscuridad apareció una enorme esfera de luz plateada que resplandecía como una gran estrella en el cielo nocturno, la cual era golpeada constantemente por miles de víboras que buscaban destruirla.

Izuku usaba todas sus fuerzas para mantener la barrera, pero le era una tarea muy difícil ya que las víboras no dejaban de lanzar sus feroces ataques y el estruendo que los golpes provocaban hacían que se le hiciera más difícil concentrarse.

– ¡Ahora sí es imposible quitarle esa daga! –Comentó el peliverde–. ¡Debemos pensar en algo, no se cuanto pueda mantener esto!

–Enseguida te ayudo –Katsuki iba acercase a Izuku por atrás, pero el omega instantáneamente lo detuvo.

– ¡No! –Exclamó–. Mientras yo me encargo de la defensa tú en encárgate de atacar. No hay mucho tiempo. ¿Puedes hacer algo? –En ese momento Katsuki se puso pensativo.

Viendo que todas las opciones se les acababan, no tenía más remedio que recurrir a "eso". Desde un principio no tenía pensado llegar tan lejos porque confiaba en que su basta fuerza sería suficiente para luchar contra las Sombras y también porque no quería pagar el precio que "eso" implicaba. Sin embargo, ahora se enfrentaba a un poder desconocido y lo único que creía que era lo suficientemente fuerte para combatirlo era "eso"

–De acuerdo, pero necesito algo de tiempo.

–Haré lo que pueda –Katsuki volvió a meditar para concentrar poder mágico.

Por otro lado, Tomura volaba alrededor de la esfera plateada mientras veía como Izuku se esforzaba para mantenerla intacta y verlo así le causaba mucha gracia.

– ¿Qué no te lo dije? –Inquirió Tomura muy sonriente–. Tu magia no puede con esto. Pierdes tu tiempo y ahora te lo voy a demostrar –Con un movimiento de su mano Shigaraki retiró todos sus serpientes para colocarlas alrededor de la barrera.

Katsuki se percató enseguida y al abrir los ojos se encontró con la perpleja mirada que tenía el omega que se encontraba de pie a su lado. Izuku sabía lo que la Sombra planeaba hacer y en segundo un escalofriante temor lo invadió de pies a cabeza.

Tomura formó una extraña mueca en su rostro al estar complacido por la expresión del pecoso y luego de señalar con su dedo índice hacia a la barrera todas las serpientes se apresuraron a ir a esta. Todas las miles al mismo tiempo.

Katsuki inmediatamente se levantó del suelo para acercarse a Izuku y al sostener también su cetro hizo que emitiera una luz dorada, en ese instante la Magia Blanca de Izuku fue cambiada por la Katsuki para fortificar la barrera.

A la señal de Tomura las serpientes impactaron al mismo tiempo en la barrera y la fuerza de miles de ellas fue tan voraz que la destruyeron en un segundo.

La destrucción de la barrera provocó una explosión de ondas doradas tan potentes que se propagaron por todo el campo alejando a las víboras que la ocasionaron y agitando las aguas negras donde muchas de esas víboras cayeron luego de volar por los aires.

Shigaraki ya había tomado distancia antes que la explosión ocurriera y desde las alturas vio a Katsuki y a Izuku inconscientes caer hacia el lago negro direcciones opuestas. Fue en ese preciso momento cuando voló hacia al omega mientras formaba una extraña mueca que se agrandaba poco a poco hasta las orejas.

Antes de que Izuku cayera al agua fue alcanzado por los brazos de Tomura, quién al atraparlo estaba más extasiado que nunca.

Katsuki recuperó el conocimiento justo antes de caer al agua y en el instante que vio a Izuku atrapado en los brazos de Tomura una furia como nunca antes había sentido en toda su vida se apoderó de él. Sus ojos brillaron como el par de gemas que son y luego de que su aura escarlata cubriera todo su cuerpo cayó de cabeza en las aguas negras.

Cuando Izuku despertó se llevó un gran susto al encontrarse con la horrenda mueca del omega peliazul frente suyo y fue en ese momento en el que se dio cuenta que el mismo Shigaraki Tomura tenía una mano puesta en su cintura y la otra apretaba levemente su cuello. De forma frenética se puso a buscar a Katsuki por todos lados, sin embargo, lo único que veía era el mar de sombra que yacía en el suelo, eso lo aterró más que cualquier otra cosa.

–Ka... Kacchan...

– ¡No está! –Le gritó Tomura en el rostro–. Ahora solo estamos tu y yo, los únicos Druidas de ésta Edad.

Izuku puso sus manos en el rostro del contrario y enseguida emitió un poderoso brillo blanco, esperaba que la Sombra lo soltara al no poder soportar tal resplandor. Pero una vez que quitó sus manos, Shigaraki Tomura siguió mostrándole su tétrica y retorcida sonrisa.

– ¿Cuándo lo vas a entender? Tu magia mediocre no tendrá ningún efecto en mí, porque en estos momentos yo soy más fuerte que tú y como bien sabes, a nosotros los Druidas no nos puede afectar una magia que sea inferior a la nuestra. De verdad odio incluirme.

Izuku apretó sus dientes por lo frustrado que estaba de ser un inútil en esos momentos.

– ¿Dónde está Kacchan? –Preguntó con una mirada fulminante.

–Cayó en mi profundo abismo y ya jamás lo volverás a ver.

– ¡No, eso no es cierto! ¡Mientes!

–Te lo dicho muchas veces ya, desde que llegué aquí solo te he hablado con la verdad, pero me importa muy poco si me crees o no. Mejor pasemos a la parte importante.

– ¿De que hablas? –Izuku solo podía pensar que las cosas iban a empeorar.

–La razón por cual tan desesperadamente te quería aquí, en carne y hueso, la razón por la cual intenté hacerte recapacitar para que te unieras a nosotros es... para liberar a los hermanos de la oscuridad que están sellados en estás mismas aguas por alguien con que conoces muy bien. Pero ahora es momento de traerlos de vuelta y tú me vas a ayudar.

– ¿De quién hablas? –Preguntó pensativo.

Rápidamente pensó en las personas que conoce y quién de todas ellas tenía la capacidad de pelear cara a cara contra las Sombras. Luego un pensamiento fugas apareció en su mente.

– ¿La Bruja de las Ondas?

Luego de mencionar aquello, Izuku claramente notó la cara de fastidio que había colocado Shigaraki y luego de que el peliazul liberara un suspiro procedió ha hablarle.

–No me digas que ya olvidaste a la persona que te invocó como Druida en este mundo –Izuku enseguida tuvo una idea de a quien se refería.

– ¿Hablas de...?

– ¡Así es! –Gritó eufórico–. ¡Por supuesto que hablo de uno de los más grandes y poderosos Druidas que ha pisado este asqueroso mundo! El Gran Toshinori Yagi: El Dorado.

Midoriya abrió su boca debido a esa revelación, era la primera vez que escuchaba de las hazañas que hicieron los anteriores Druidas y a pesar de estar en la peor situación posible no podía evitar asombrarse por eso.

–Es por eso que tu ayuda es de crucial importancia. Así que por favor copera, hemos esperado dieciséis largos años para este momento.

– ¡Estás loco! ¡Nunca voy ayudarte hacer nada! –Exclamó.

–En la situación en la que te encuentras ahora no tienes opción. Pero descuida, no es mucho lo que tienes que hacer –Tomura soltó a Izuku de la cintura sosteniéndolo en el aire solamente del cuello. Izuku se aferraba en el brazo de la Sombra para evitar caer en el lago negro.

Ahora con su mano libre, Tomura acercó su daga al rostro del peliverde haciendo que entrara en pánico instantáneamente, tener un objeto tan oscuro y malvado como ese tan cerca de su rostro le causaba pavor.

La Sombra acercó la punta afilada al ojo del asustado omega y del miedo de lo que pudiera hacerle se quedó tan quieto como una escultura de piedra. Tomura al verlo tan aterrado soltó una pequeña carcajada y luego retiró la daga del rostro del menor.

Izuku sintió un gran alivio cuando aquel objeto se fue alejado de su rostro. Sin embargo, muy poco le duró. Tomura hizo que una serpiente saliera del agua, era del tamaño de una anaconda y enrollándose en el cuerpo del peliverde lo aprisionó en el aire.

Atemorizado, Izuku luchaba para liberarse, pero cuando más se movía la serpiente más lo apretaba y enseguida se dio cuenta que de esa forma era imposible quitársela de encima. Al ver qué no podía liberarse cubrió su cuerpo en llamas blancas haciendo que a su vez la serpiente que lo retenían se incendiara también.

Tomura simplemente liberó un suspiro.

– ¿Cuántas veces tengo que repetirte que tú magia no sirve para nada ahora?

–Cuando Kacchan regrese acabará contigo –Tomura se acercó hacia el atrapado Izuku y formando de nuevo su retorcida sonrisa procedió a responderle.

–No lo creo.

Dicho eso tomó la mano del omega apretándola fuerte y levantando su daga lo más alto que pudo fue invadido de nuevo por un delicioso y exquisito éxtasis.

Cuando Tomura quiso continuar la feliz expresión de su rostro se borró por completo y con una mirada de desconcierto giró su cabeza hacia todos lados, era como si estuviera buscando algo.

Izuku no entendía lo que pasaba, le parecía extremadamente raro que Tomura se viera tan confundido cuando hace unos momentos estaba de lo más contento, pero luego se percató de algo.

Mirando hacia el oscuro lago, notó como el agua empezaba a agitarse, cosa que lo sorprendió en gran manera, ya que si el mismo Tomura no tenía idea de lo que pasaba tal vez se trataba de algo mucho peor que las serpientes negras y que estaba fuera del control de la Sombra. Esa sola idea le provocaba un terror indescriptible.

Por otra parte, Shigaraki no le dio importancia al extraño evento, así que simplemente continúo en lo que estaba antes de haberse detenido.

No obstante, antes seguir con sus malevolas intenciones, una gigantesca y poderosa llamarada de fuego carmesí intenso, como la sangre misma, emergió de las oscuras aguas con violencia, con furia, para posteriormente abrirse paso hacia ennegrecido cielo y pintarlo con un rojo vehemente.

Ambos omegas vieron impactados como aquellas llamas escarlatas se alzaban con fiereza hacia el tormentoso firmamento de tinieblas, pero cuando pilar de fuego se apagó, contemplaron una escena de terror, algo tan irreal que les será imposible de olvidar; pues resulta que una monstruosa bestia de tamaño colosal salió muy agitada de las profundidades del lago negro. Se trataba de un dragón inmenso.

Ninguno de los dos podía creerlo, era tan grande y tan terrorífico como ningún otro que haya existido jamás.

Un dragón cubierto con escamas de color bronce tan duras como el mejor de los metales, coronado con ásperos y enormes cuernos que se asemejaban a la astas de un ciervo. Su hocico era alargado y sus colmillos eran tan grandes que sobresalían de su dentadura, haciendo que su apariencia luciera más terrorífica. Contaba con finas y poderosas garras de acero, con las que es capaz de demoler montañas enteras; también posee un par de extensas y anchas alas pegadas a sus patas delanteras, solo que además de volar, con ellas puede provocar un desvastador huracán. Igualmente, su cola era más larga que su propio cuerpo, pero lo suficientemente fuerte como formar monumentales abismos en la tierra. Cada miembro de su cuerpo indicaba abiertamente que una criatura con esa descripción solo puede ser una calamidad.

Sus ojos eran de un hermoso y brillante color carmesí, los cuales se hallaban encendidos como llamas por la cólera, y una vez que ese precioso par de gemas encontraron a su objetivo, manifestó un rugido tan potente y ensordecedor que alcanzó a escucharse hasta las lejanas ciudades vecinas.

Tanto fue el miedo y la impresión que la gran bestia provocó, que Izuku y Tomura se privaron de cualquier movimiento, incluso se veían incapaces de mover la lengua para formar palabras.

<∞———~•§•~———∞>

Eijirou se encontraba con sus amigos volando sobre uno de los dragones que llegó Katsuki, ellos se dirigían de regreso a Mármol Real cuando de repente escucharon un rugido de furia que los espantó en demasía. De forma inmediata un terror abrumador se apoderó de sus cuerpos y sus caras se tornaron tan blancas como si toda la sangre que corría por sus venas fuera sido drenada por completa.

– ¿Q-Q-Qué fue eso? –Preguntó un aterrado Tetsutetsu mientras abraza al beta sentado delante suyo.

Todos estaban sentados en el lomo del dragón en una hilera. Kirishima, quien iba a la cabeza, sabía perfectamente de qué, o más bien, de quién provenía aquel rugido y en ese instante todo su cuerpo comenzó a sacudirse por el ataque de temblores que sintió de repente.

– ¿P-Pero qué clase de bestia trajeron las Sombras ahora? –Inquirió Sero sentado al final de la fila.

–Esa bestia de la que hablas –dijo Yosetsu– no es de las Sombras.

– ¿A qué te refieres? –Preguntó Ojiro alarmado.

–Con solo al oírlo sabes que es un dragón –respondió el beta–, pero no uno cualquiera. ¿Acaso todos olvidaron las historias de la Bestia de la Llama Roja? –En ese instante todos quedaron estupefactos, los temblores en sus cuerpos empezaron a aumentar a medida que sus mentes empezaban a recordar–. Así es amigos míos, ese es Bahrahgol, el Dragón de la Furia Escarlata. Nuestro Rey.

Eijirou no dijo una sola palabra, lo único que quería era alejarse de lo más rápido posible de Arlabor en esos momentos y en medio de su afán un recuerdo se apoderó de su mente, un recuerdo dónde veía a un gigantesco dragón a la luz de la luna lanzar poderosas llamaradas rojas a la capital de un reino vecino.

Todavía recuerda lo aterrado que estuvo al ver por primera y última vez a su hermano transformado en esa enorme bestia por decisión propia.

Ahora solo quería llegar lo más rápido posible a Mármol Real.

<∞———~•§•~———∞>

Izuku no podía creerlo, su terror se había hecho realidad, Tomura tenía una gigantesca bestia en su abismo oscuro, pero ver al omega peliazul tan sorprendido e impactado como él lo desconcertó. Era como si no tuviera idea de lo que guardaba en las profundidades de oscuro lago.

Luego miró de nuevo a aquella bestia y al fijarse en sus ojos una rápida revelación llegó a su mente.

"¿Kacchan?"

Y en ese preciso momento recordó cuando Eijirou le dijo que Katsuki podía transformar sus manos en las garras de un dragón, pero nunca pensó que podía transformar su cuerpo entero en uno y mucho menos en uno como ese.

– ¿Mi... Mitsuki Bakugou? –Inquirió débilmente Tomura llamando la atención del peliverde.

Apenas vio al dragón salir de la oscuridad recordó aquel momento que sucedió hace más de veinte años atrás cuando él y el All For One se enfrentaban a Masaru y Mitsuki Bakugou para conquistar el reino de Mytitur.

También recordó cuando la Reina Mitsuki, al perder a su amado en batalla, se dejó llevar por la ira y se transformó en una enorme dragona que arrasó con todos los ejércitos de la oscuridad en un desenfreno total para luego enfrentarse cara a cara contra All For One, siendo ese el enfrentamiento que llevó a las Sombras a una aplastante derrota de la cual no se recuperaron en décadas hasta este momento. Por desgracia también fue la última batalla de la temible Reina Mitsuki.

Recordar aquello no le gustó, recordar aquello lo llenó de tanta ira que voló hacia el dragón para enfrentarlo por su cuenta, y no es que era temerario ni nada de eso, sino que a diferencia de aquella vez ahora tenía el poder para acabar con él.

Al parecer, Katsuki en su forma de dragón no representaba ninguna amenaza para él.

– ¡¿Y qué?! ¡¿Crees que porque te transformes en un dragón tienes alguna probabilidad de derrotarme?! –Katsuki solo respondió con otro poderoso rugido–. ¡Ni tú ni nadie puede hacer nada hora! ¡Yo llevaré acabo mis planes sin que nadie intervenga! ¡ESTA VEZ NO SERÉ DERROTADO!

Katsuki extendió sus alas lo más que pudo y de un solo impulso voló hacia el cielo provocando así poderosos vientos que parecían de tormenta. Las personas que aún andaban en la ciudad corrían despavoridos al ver semejante bestia en el cielo y entre giros y rugidos se acercaba a las tormentosas nubes. Izuku aún no podía creer que ese de verdad era su alfa.

Cuando Katsuki tomó distancia suficiente descendió a toda velocidad mientras acumulaba su fuego carmesí en su garganta, y ya estando listo para desatar el caos una gigantesca serpiente salió de un salto del lago directo hacia él.

– ¡Kacchan! –Gritó Izuku angustiado.

Sin embargo, Katsuki apenas la vio a la serpiente exhaló fuego sobre ella mandándola de vuelta hacia abajo y una vez que descendió lo suficientemente desató el infierno.

Katsuki escupió una gran llamarada roja y solo una bastó para que el fuego se extendiera por todo el campo. Cómo si de agua se tratara poderosas olas de fuego carmesí cubrieron toda la superficie del lago.

Izuku creó una barrera a su alrededor y luego de haberse asegurado perdió la vista de Tomura. Lo único que podía ver era como todas esas llamas lo rodeaban.

El fuego del dragón continúo propagándose por el lago de aguas negras hasta cubrirlo por completo y gracias a ese poderoso ataque gigantescas gruesas columnas de humo se elevaron al cielo.

Katsuki esperaba que al menos con ese ataque haya extinguido el lago oscuro de Tomura para que ya no pudiera seguir usando sus molestas serpientes y mientras volaba por el área para cerciorarse frenó su vuelo de forma abrupta al ser jalado hacia atrás por algo que agarraba con mucha fuerza una de sus patas traseras.

Sorprendido, Katsuki despejó todo el humo que nublaba su vista provocando fuertes vientos con sus inmensas alas y cuando este despejó no solamente vio que aquellas aguas negras no se habían evaporado en lo más mínimo, sino que también vio millares y millares de enormes serpientes por todos lados.

Katsuki no era el único que irradiaba ira en ese momento. Flotando sobre las aguas negras estaba Tomura junto Izuku igual de furioso.

Antes de que Izuku se protegiera en una barrera mientras, Tomura ya se había sumergido. Desde las profundidades de su inmensa oscuridad creó olas de aguas negras y con eso apagó el fuego del dragón. Fue por eso que hubo tanto humo. Luego usando todas las serpientes a su disposición salió del agua más enojado que nunca.

Tomura ya estaba cansado de que Katsuki tratara en vano de arruinar sus planes, por eso estaba más que dispuesto a demostrarle lo inútil que era en estos momentos.

Alzando ambas manos al cielo mandó a todas sus serpientes a ir por el dragón, estas eran tan increíblemente largas que sus cuerpos no salían por completo del agua.

–Terminaré con esto –comentó la Sombra con una expresión totalmente sería y escalofriante que alarmó al peliverde.

– ¡Kacchan, cuidado!

Katsuki lanzó fuego a la víbora que estaba enrollada en su pata, pero ni aún así pudo liberarse. En ese momento se preguntaba qué clase de magia era esa que no cedía con nada.

De repente miles de esas serpientes lograron alcanzarlo enrollándose en sus patas, cola, alas, cuello, cabeza y boca. Y cuando ya lo tenían atrapado, Tomura hizo que sus serpientes lo jalaran hacia a las aguas negras.

Izuku, estupefacto, vio caer al enorme dragón al lago y gracias a su gran tamaño el impacto de su caída fue tan fuerte que creó una gigantesca ola. Las aguas se esparcieron hacia el bosque y pronto comenzaron a tragarse los árboles que alcanzaban.

Por otro lado Tomura intentaba hundir a Katsuki, pero el dragón este se resistía con todas sus fuerzas. A pesar de haberlo aprisionado con miles de aquellas víboras lo mucho que pudo hacer fue derribarlo. Pensó que al menos así no ocasionaría más problemas.

Luego de tener a Katsuki bajo control dio media vuelta para dirigirse a Izuku, quien al ver que su alfa no podía hacer nada para ayudarlo esperaba aterrado lo peor.

–Tu quieres saber por qué soy tan fuerte ahora, ¿No es así? –Inquirió Tomura plasmando una siniestra sonrisa–. Quieres saber por qué en estos momentos los seres que son los más poderosos del mundo no pueden derrotarme –a pesar de sus miedos, Midoriya lo fulminaba con la mirada–. Bien, te lo diré. Si tuvieras tu magia completa serías capaz de enfrentarme ahora, solo la autentica Magia Blanca de un Druida sería capaz combatir esto, ya que ambos poderes trascienden más allá de este mundo.

– ¡¿Qué?! –Inquirió en completo desconcierto.

–Por eso tú alfa no puede derrotarme, nadie lo hará, y ni creas que el tercer Druida de esta Edad aparecerá, porque luego de que nacieras lo buscamos por dieciséis años y no lo encontramos. La única conclusión a la que llegamos es que, no ha nacido aún, o no está en este continente –esa declaración impactó en demasía al pecoso–. De cualquier forma no esperes ser salvado por él ni por nadie.

– ¿Tercer Druida? ¿De qué hablas? –Preguntó Izuku tan confundido como nunca. Tomura arrugó el entrecejo al ver que él de verdad no sabía nada.

– ¿Esos inmundos espíritus no te lo dijeron? –Al ver qué Izuku no conocía nada de lo que estaba hablando fue su turno de quedar increíblemente confundido e intrigado–. ¿En serio no sabes nada?

– ¡No sé de qué hablas! –Exclamó furioso el peliverde.

El enojo y la ignorancia de Izuku le causó mucha gracia a la Sombra.

–No puedo creerlo, en serio no te dijeron nada –soltó una risita solo para aumentar más el enojo del Druida frente a él–. Bien, debido a tu colaboración de hoy; te lo diré –a pesar de no poder moverse mucho, Katsuki también trataba de escuchar mientras luchaba para no ser hundido en las profundidades de aquellas extrañas aguas.

–Como sabes, una Edad es un periodo de tiempo que dura quinientos años y este mundo a pasado por cuatro Edades ya. Y en cada una de las Edades siempre han sido invocados, sin excepción, tres Druidas –cuando esas palabras llegaron a sus oídos quedó tan impresionado que incluso dudó de lo que decía–. Cómo no hay rastro de la existencia del tercer Druida será mejor que no creas que vendrá a rescatarte.

"Puede que haya un Druida más en el mundo que esté dispuesto a luchar contra la oscuridad"

A pesar de estar en la peor situación posible pensaba que si algo malo le pasaba hoy había un Druida en algún lugar que estaría dispuesto a luchar contra la oscuridad. Ese pensamiento lo llenaba de mucha esperanza.

–Bueno, eso todo lo que tenía que decir referente a eso –dijo la Sombra sacándolo de sus pensamientos–. Es hora de continuar.

Tomura agarró la muñeca de Izuku sorprendiéndolo en el acto, luego volvió a levantar a su daga lo más alto que pudo mientras anchaba su gran y tétrica sonrisa.

Cuando Katsuki vio aquello comenzó a estremecerse con furia y desesperación, pero todas esas víboras lo tenían bien agarrado. Sin embargo, no dejó de luchar, sabía que en algún momento Shigaraki se distraería y sería justo ahí donde podía liberarse. Solo tenía que seguir luchando mientras esperaba que eso pasara.

De repente poderoso y alargado relámpago fue proyectado en el cielo seguido de un potente trueno que dio comienzo a una fuerte tormenta.

Tomura vio eso como una buena señal y cuando las primeras gotas de agua lluvia cayeron y empaparon su cuerpo miró al cielo para continuar con lo que estaba haciendo antes de que Katsuki lo interrumpiera.

– ¡Yo los libero, hermanos míos! Resurjan de las tinieblas y levántense de las profundidades del abismo para aterrorizar esta tierra una vez más. ¡Por la sangre de sus opresores, yo los libero! ¡Con este poder yo rompo sus cadenas ahora y los libero para que se unan a nosotros en una sola carne, en una sola piel y en un solo ser para vengarnos de la Magia Blanca que nos ató y nos condenó a la desesperación!... ¡Cómo fuente de poder, te lo ordeno! ¡Nunc dimittis fratrum de tenebris: Nunc dimittis peccata eorum incarnatum!

Dicho eso, Tomura llevó su daga a la mano de Izuku realizando una herida tan profunda que impregnó la hoja de su daga con su sangre.

Katsuki enfurecido gruñó al ver cómo hirieron a su omega, pero ni aún así pudo liberarse.

Izuku soltó un fuerte quejido por el ardor en su palma y luego de ver la herida en su mano llevó su vista al omega peliazul frente a él, quien no dejaba de ver con admiración la sangre que manchaba la hoja oscura de la daga.

Lleno de júbilo y alegría como nunca había sentido en su vida, Tomura agitó la daga haciendo que varias gotas de sangre cayeran en las aguas negras.

Cuando la sangre fue consumida por la oscuridad un terremoto sacudió la tierra mientras se escuchaba en todo el cielo la risa desquiciada de un Druida Oscuro.

– ¡LEVÁNTENSE HERMANOS MÍOS, ES HORA DE SURGIR!

De repente el lago negro comenzó a burbujear. Izuku vio como las aguas se agitaban y no le gustó para nada.

–Algo viene –comentó con la mirada fija en su propio reflejo en el agua, el cual veía gracias a los destellos de los relámpagos.

Con un movimiento de su brazo, Tomura despejó un gran espacio a su alrededor libre de serpientes, estando él en el medio con el omega que tenía atrapado. A Izuku eso le pareció muy extraño porque parecía que Tomura estuviera preparando alguna clase de bienvenida.

Y de un momento a otro se formaron siete pequeños remolinos en el agua, de las cuales empezaron a surgir una espesa niebla negra que poco a poco fue tomando forma humanoide hasta que su auténtico ser se mostró tal cual es.

Seres escalofriantes vestidos con túnicas negras sin rostro aparente.

Katsuki apenas los vio enseguida los identificó, se trataba de aquellas figuras que habían entrado en la daga en un principio y lo que más le preocupaba ahora es que estaban flotando libres alrededor de su omega.

Sin embargo, la forma de esas cosas no era corpórea. No parecía ser algo que tuviera un cuerpo físico ya que estaban formados de tinieblas.

Cuando Izuku los vio quedó completamente estupefacto, el mejor que nadie sabia que eran esas cosas ya que ha tratado con eso desde que apareció en medio de la guerra.

Ante sus ojos parecían ser almas malditas, tan terroríficas como nunca antes había visto una.

Pero no estaba muy seguro, estas son completamente distintas, no eran como las almas de personas inocentes que son hechizadas con Magia Negra. No se parecían en nada. También pensó que tal vez no era el momento de ponerse a indagar, pero estando atrapado por una gran serpiente todo lo que podía hacer era averiguar qué eran exactamente esas cosas.

Fue luego cuando un pensamiento cruzó por su mente, algo que lo dejó tan asombrado que dudó de sí mismo. La razón por la que esos entes frente a él son tan diferentes con los que ha tratado hasta ahora es porque no son almas humanas.

No estaba seguro por completo, pero tratándose de las Sombras era la única conclusión lógica a la que podía llegar. Ahora solo le faltaba averiguar qué clase de almas son esas.

Por otra lado, Tomura no podría ser más feliz en ese momento.

– ¡Finalmente! ¡Finalmente! ¡Finalmente! Después de tanta espera, por fin lo tenemos. Un poder que trasciende más allá de la comprensión humana de este mundo, que es incomprensible y que ni siquiera es de aquí. Nosotros, las Sombras, seremos más fuertes que nunca y nada ni nadie podrá interponerse en nuestro camino otra vez –decía extasiado Tomura mientras giraba en su propio eje–. Y con esta nueva fuerza pintaré este mundo con un bello color negro.

La lluvia se hizo más fuerte, ahora era una gran tempestad la que azotaba la tierra con sus huracanados vientos. Grandes y resplandecientes relámpagos iluminaron el cielo seguido de poderosos truenos que se escucharon en todo el firmamento. Era como si la naturaleza misma tuviera conciencia de lo que sucedía.

– ¿Q-Quiénes son ellos? –Preguntó temeroso el pecoso.

–Ellos deberían ser la menor de tus preocupaciones –dijo Tomura sonriendo de forma siniestra. Izuku sintió un horrible escalofrío que solo lo aumentaba sus temores y luego de ver a la Sombra levantar su brazo estos empeoraron.

–A los seres de la oscuridad me dirijo ahora, vallan y busquen a sus hermanos, dótenlos de su esencia, fuerza y poder para que hacer a este mundo estremecer.

Una vez dicho eso aquellos seres se elevaron al cielo donde se separaron volando en diferentes direcciones. Sin embargo, uno de ellos voló de regreso al suelo cayendo sobre Tomura y envolviéndolo en un anillo de niebla negra.

Katsuki pensó que en ese momento Tomura estaba lo suficientemente distraído como para poder liberarse, pero las serpientes estaban más concentradas en él que la propia Sombra y mientras que el dragón luchaba trataban de hundirlo más en el agua. Todo lo que Katsuki podía hacer era seguir resistiéndose.

Por otro lado, Izuku miraba impactado como Tomura era envuelto en aquella niebla hasta que lo perdió de vista, luego quedó confundido al ver cómo la niebla comenzaba a desvanecerse. No entendía nada de lo que sucedía y como no sabía cuál era el objetivo de la Sombra al invocar esas cosas tampoco podía comprender que procedería después.

Pero justo cuando creía que iba a perder la cabeza pudo entender por qué toda esa niebla parecía desparecer. No es que simplemente estaba desvaneciéndose, sino que estaba entrando en Tomura por sus ojos y boca mientras estremecía todo su cuerpo.

Para Izuku fue horrible ver eso. Tomura estaba de brazos abiertos con su cabeza hacia atrás mientras dejaba que aquel ente que invocó entrara en él. Su cuerpo no dejaba de sacudirse y debido a eso soltó su daga haciendo que cayera en el agua.

Una vez que el ente entró a su cuerpo, Tomura se quedó completamente quieto sin emitir un solo sonido. Ni siquiera se le escuchaba respirar hasta que de repente enderezó su cabeza haciendo que el omega peliverde delante suyo se llevara un gran susto.

Tomura anchó de nuevo su retorcida sonrisa, algo que a Izuku no le sorprendió tanto, pero de lo que si estaba sorprendido era de ver cómo las venas alrededor de sus ojos se tornaron negras.

Aún flotando en el aire Tomura hizo toda clase de estiramientos y cuando terminó de relajar su cuello extendió su mano hacia Izuku. El pecoso abrió sus ojos en sobremanera porque no sabía que era lo que la Sombra haría a continuación. O más bien que era lo que le haría a él.

En ese momento la daga negra salió del agua para caer en la mano de Tomura y fue cuando la Sombra comenzó a acercarse lentamente hacia el peliverde mientras lo miraba de forma ansiosa. Izuku nunca había tenido tanto miedo como ahora.

– ¡N-No! ¡No te me acerques! ¡NO TE ME ACERQUES!

Izuku apenas lo vio moverse entró en pánico y debido a eso sacudía su cuerpo con desespero para poder liberarse de la serpiente. Katsuki, también preso del pánico, comenzó a sacudirse como un demente haciendo gruñidos feroces, pero sus ataduras eran demasiado fuertes incluso estando transformado un en dragón.

"¡Maldición, ¿De que otra forma puedo liberarme de estas mierdas?! ¡Solo necesito un segundo, un maldito segundo en el que ese bastardo se distraiga un poco para liberarme y salir volando de aquí"

Desesperado, seguía sacudiendo su enorme cuerpo de dragón en vano y antes de que se diera cuenta, Tomura ya estaba frente a frente de Izuku. Su Deku.

Izuku perdió el control de su respiración y su corazón empezó a latir a un ritmo alarmante amenazando con salir de su pecho. Jamás había sentido tanto miedo como ahora y cuando Tomura empezó a deslizar la punta afilada de la daga en su rostro sus temblores aumentaron en demasía.

Luego Tomura empezó a acercarse más y más hasta llegar a su oído, lo único que Izuku podía hacer era ver cómo Katsuki se retorcía con violencia en el agua.

–Gloria al Gran Maestro. Gloria a All For One.

Dicho eso se alejó un poco del peliverde y con gran fuerza, satisfacción y placer le enterró su daga en el vientre.

En ese instante los ojos del enorme dragón se cristalizaron. Ahí retenido y aprisionado por miles de serpientes Katsuki derramó una lágrima, porque por más que trató no pudo hacer nada para salvar a su omega, simplemente veía como lo lastimaban.

Izuku lentamente llevó su vista a la daga incrustada en su vientre mientras que sus lágrimas caían en esta. Luego miró a los ojos de Tomura encontrando solamente en ellos una exorbitante felicidad.

Con un movimiento de su mano, Tomura hizo que la serpiente que lo tenían inmovilizado lo lanzara por el aire con la daga todavía enterrada en su vientre.

Todo eso pasó muy rápido, pero para Midoriya Izuku fue tormentosamente eterno.

Mientras estaba en el aire Izuku solo veía como lentamente era alejado de la Sombra y detrás de él un iracundo dragón no dejaba de estremecerse. Podía ver con claridad cada gota de agua lluvia que caía del cielo, pero su vista comenzó hacerse cada vez más borrosa y cuando cayó de espaldas en una enorme roca todo se tornó oscuro.

Con su objetivo por fin logrado Tomura estaba sumamente feliz, estaba tan contento, tan dichoso, tan regocijado que por más que trataba no podía pronunciar ninguna palabra o reírse a carcajadas como un lunático, solo hacia caras raras mientras su cuerpo se estremecía por la toda la euforia que contenía.

De un momento a otro su cuerpo comenzó a sacudirse en un desenfreno total y está vez no era por júbilo ni la alegría, se trataba de algo que había comenzado a hacer estragos en su interior. Tomura podía sentir como todos y cada uno de sus huesos y órganos eran triturados al mismo tiempo, las venas de su cuerpo se tornaron negras y en medio de su agonía comenzó a retorcerse de dolor estando en el aire.

Mientras lidiaba consigo mismo fue golpeado repentinamente por un enorme dragón que pasó volando a su lado a gran velocidad, a pesar del tortuoso dolor que lo atormentaba todavía mantenía algo de cordura, lo suficiente como para saber que Katsuki se había librado de su poder y que ahora estaba suelto.

Sabía que en el estado que se encuentra ahora no podía luchar contra del dragón, no estaba en condiciones de usar su magia y cuando quiso usar el poder de la daga se dio cuenta que ya no la tenía, también se dio cuenta que el lago negro que ocupaba todo el campo de batalla había desaparecido.

Si no fuera sido invadido por la alegría de su vida tal vez se hubiera percatado que momentos después de apuñalar al Druida todo el lago había desaparecido. Lo que le daba poder a la daga eran aquellos seres que liberó, en ese instante el poder de la daga comenzó a agotarse rápidamente y cuando apuñaló a Izuku le transmitió lo poco de magia que le quedaba hasta que esta se agotó por completo.

Ahora que el dragón estaba libre no contaba con ninguna clase de poder para defenderse y aunque lo tuviera no estaba en la capacidad de pelear debido al sufrimiento que padecía. Si Katsuki decide enfrentarlo ahora fácilmente lo destruiría. Tomura no podía estar en una situación peor.

Pero ya sea suerte o destino, Bahrahgol, el Dragón de la Furia Escarlata, simplemente pasó de largo. Mientas que Tomura se retorcía de dolor vio como Katsuki se dirigía hacia Izuku.

Ahí en esa enorme roca el dragón movía delicadamente el cuerpo del pecoso con su hocico para que este despertara mientras hacia ruidos como un cachorrito y como último recurso pasó su lengua en su hermoso rostro bañándolo con su saliva.

Sin embargo, Izuku no reaccionaba y en sus intentos de despertarlo chocó la punta de su hocico con la roca al atravesar el cuerpo del peliverde. Izuku había vuelto a ser una Aparición y segundos después desapareció con la daga aún incrustada en su vientre.

Katsuki estando desesperado y paranoico destruyó la roca con sus garras y luego comenzó a hacer un hueco en la tierra como si el omega estuviera enterrado en ella. Ver a Izuku desaparecer como si nada delante de sus ojos fue terrible, fue tanto el shock que escarbaba como un maniático.

Bajo un cielo tormentoso un gigantesco y poderoso dragón estaba haciendo un enorme hoyo, y como la lluvia no paraba de caer este empezó a llenarse de agua. Fue en ese momento cuando se dio cuenta que el omega ya no estaba en Arlabor.

Por otro lado, el dolor que tanto atormentaba a Tomura había desaparecido y sintiéndose aliviado ahora examinaba su cuerpo mirándose los brazos y las piernas.

–Con que Envidia, ¿Eh? –Mencionó Tomura mientras se tocaba el abdomen–. Aunque deteste admitirlo supongo que va conmigo.

Cuando la voz de la Sombra llegó a los oídos del dragón enseguida recuperó toda su cordura y el sentimiento de pena y dolor que lo afligía fue remplazado por lo único que podía sentir en ese momento. Furia.

Katsuki avanzó grandes pasos hacia Tomura y cuando la Sombra lo vio acercarse retrocedió justo antes de ser capturado por sus enormes colmillos. Pero Bakugou no se detuvo ahí, siendo controlado por una furia desenfrenada seguía queriendo atrapar a la Sombra en su boca, solo para triturarlo con sus poderosos dientes.

Lo mínimo que Tomura podía hacer era volar lo más rápido posible y para tratar de ganar distancia voló hacia las tormentosas nubes. Katsuki extendió sus enormes y anchas alas y de un solo impulso se elevó al cielo.

En medio de vientos arrolladores, relámpagos deslumbrantes, poderosos truenos y una lluvia torrencial una Sombra intentaba escapar de la ira de un gigantesco y enfurecido dragón que no paraba de rugir más fuerte que los mismos truenos.

A Tomura se le dificultaba ver debido a que la lluvia golpeaba su cara y la segadora luz que relámpagos provocaban, pero luego su vista fue aclarada gracias a un monstruoso pilar de fuego escarlata que apareció de repente a unos metros lejos de él.

Shigaraki quedó atónito cuando vio que de la nada brotó aquella excesiva cantidad de fuego, de forma inmediata cubrió su rostro con el antebrazo debido al calor abrumador que las llamas causaban. Obviamente sabía que se trataba de Katsuki, pero de todas formas no pudo evitar asombrarse al ver la vivacidad de esas llamas. Cuando todo ese fuego desvaneció gracias a los fuertes vientos miró hacia abajo solo para encontrarse con la rojiza mirada de un enfurecido dragón.

Instantáneamente aumentó la velocidad mientras trataba de hacer algo de magia, pero todavía no podía acceder a ella. Todo lo que podía hacer era seguir escapando.

Cuando volvió a mirar hacia abajo vio como el vientre y el alargado cuello del dragón se iluminaron al rojo vivo, fue justo ahí cuando supo que el cielo ya no estaría conformando solo por truenos y relámpagos, sino también por un ardiente fuego abrasador.

Katsuki lanzó su gigantesca ráfaga de llamas carmesí directo hacia Tomura y moviéndose rápido pudo esquivarla, pero de la nada otro ataque llamas fue dirigido hacia él y si fuera sido un poco más lento en esquivarlo lo habrían consumido esas llamas. Tomura sabía que no podía evadir los ataques del dragón por siempre y que si no hace algo pronto podría terminar seriamente dañado o peor, muerto.

"¡¿Cuánto tiempo más va a tardar la asimilación?! ¡Necesito usar mi magia ahora!"

De repente una gigantesca bola de fuego que pasó justo a su lado a una gran velocidad lo sacó del nido de sus pensamientos, tanta fue la sorpresa que se llevó que se paralizó por unos segundos.

Bakugou había pasado de atacar con llamaradas a lanzar rápidas y exorbitantes bolas de fuego, y cuando disparó la primera causó una explosión tan grande y poderosa cuyo radio del gran estallido se expandió en sobremanera haciendo que todo el cielo sobre Arlabor y el Bosque Negro fuera iluminado por deslumbrantes llamas escarlatas.

Tomura quedó impactado por tal abrumadora fuerza y mientras seguía anonadado un pensamiento apareció de repente.

"Esa explosión... la causó una sola bola de fuego. Una... de muchas que puede usar"

Y ciertamente tenía razón, Katsuki solo planeaba atacar lanzando más de sus gigantescas bolas de fuego.

Desesperado, Tomura intentó escapar, pero su vuelo fue frenado al ser golpeado por el impacto de otra explosión que ocurrió a varios metros de distancia de su posición. La onda de la explosión lo mandó lejos haciendo que perdiera el control de su vuelo.

Cuando pudo dejar de dar vueltas en el aire otra explosión estalló sin previo aviso y luego de que esta ocurriera miró hacia abajo para ver si más de esos ataques venían, pero lo que vio lo dejó sumamente intrigado.

El dragón había dejado de perseguirlo, Katsuki simplemente estaba detenido en el aire batiendo sus enormes alas y Tomura no podía entender por qué ahora ya no iba tras él.

En medio de aquella tormenta con fuertes brisas, truenos y relámpagos un dragón y una Sombra se miraban fijamente.

De un momento a otro Katsuki comenzó a lanzar más de sus bolas de fuego hacia todos lados y estas estallaron una tras otra alrededor de la Sombra. Debido a los fuertes impactos Tomura era sacudido en el aire al igual que un trapo viejo y en menos de un minuto estaba rodeado por un colosal anillo del fuego de todas explosiones.

Las personas en Arlabor quedaron asombradas al notar como las nubes de los cielos eran suplantadas por gigantescas olas de fuego carmesí y gracias a toda la luz que esos ataques provocaban pudieron ver claramente al gigantesco dragón que disparaba sin ningún detenimiento bolas de fuego, al cual reconocieron instantáneamente. Nada más al verlo todos huyeron despavoridos por las calles de la ciudad.

Arriba en lo alto del cielo, Tomura se encontraba atrapado en medio de todas esas explosiones, habían tantos estallidos que ya no tenía por dónde escapar, pero luego pasó algo que lo sorprendió más que el tremendo caos a su alrededor. Su magia poco a poco estaba de vuelta, no era mucho la que podía usar, pero cualquier mínima cantidad le serviría para al menos defenderse.

Mientras esperaba recuperar más de su magia un poderoso dragón de escamas de bronce salió de entre el fuego expandiendo sus enormes alas, mostrando así su gran magnificencia e inmensidad.

Un rugido ensordecedor salió de la gigantesca bestia y en un solo frenesí comenzó lanzar poderosas llamaradas a su alrededor como un lunático por la ira que todavía residía en él. Ya ni siquiera el viento podía extinguir el fuego del temible Bahrahgol, Katsuki era tan poderoso como para incendiar el cielo mismo incluso en la peor de sus tormentas.

Sin escapatoria y con algo de su magia devuelta, Tomura no tuvo más opción que enfrentar al dragón. Katsuki abrió de nuevo su gran boca, no para lanzar más fuego, sino para atrapar a la Sombra con sus dientes.

Cuando Bakugou fue por Tomura este alzó ambos brazos y en ese instante se encerró en una esfera de niebla negra, los dientes del dragón no buscaban atravesarla, pero aún así la mantuvo en su boca.

Llevándose consigo mismo a la Sombra empezó a descender del cielo a gran velocidad, Tomura enseguida entró en pánico al ver que caía de empicada hacia la tierra.

– ¡Maldición! ¡Te pones así solo por un insignificante omega! –Exclamó–. ¡Solo por un maldito omega que ya ni siquiera existe! ¡Espero que esos espíritus le den una gran bienvenida!

Enfurecido por lo que dijo, Katsuki incendió su propia boca cubriendo la esfera negra con sus ardientes llamas mientras trataba de romperla con sus dientes. Tomura usaba todas sus fuerzas para que la barrera no se rompiera, pero pronto vio como esta empezaba a agrietarse.

Luego se dio cuenta de las verdaderas intenciones del dragón al ver lo cerca que estaba del suelo.

Concentrando más fuego en su propia cavidad bucal, Katsuki metió la barrera de Tomura en una gigantesca bola de fuego, la cual lanzó a gran velocidad hacia el suelo.

Y como si de una bala de cañón se tratase cayó en un instante en el límite del campo de Arlabor y el Bosque Negro. El impacto de aquella bola de fuego resultó en el estallido más grande hecho en todo lo que llevaba la guerra. Una explosión tan sumamente poderosa que propagó su ola de destrucción hacia el bosque y el campo de batalla hasta llegar a los muros de la ciudad haciéndolos volar en pedazos.

Afortunadamente solo los muros se vieron afectados, el resto de Arlabor no fue alcanzado para la gran explosión. Sin embargo, esta dejó detrás de sí un cráter tan gigantesco que destruyó en su totalidad el campo en las afueras de la ciudad y la mitad del Bosque Negro.

Katsuki descendió en medio del cráter que había hecho para despejar con sus alas la gran columna de humo que la explosión causó. Luego que el humo dejó de estorbar empezó a buscar a Tomura, o por lo menos sus restos, solo para cerciorarse de que esa explosión haya sido lo suficientemente poderosa como para acabar con su miserable existencia, pero por más que escarbó y olfateó no pudo hallarlo.

No habían señales ni de él ni de Dabi por ningún lado y al no encontrarlos pensó que finalmente los había destruido. Es posible que ese ataque no haya dejado ni las cenizas, pero no estaba muy seguro, las Sombras siempre usan toda clase de trucos para salirse con la suya, puede que esos dos de alguna forma hayan sobrevivido a esa fuerza inmensamente destructora y ese solo pensamiento lo torturaba, porque jamás aceptaría que Tomura siguiera con vida luego de lo que le hizo a su Deku. Así que teniendo eso en mente tomó una decisión.

Abriendo sus anchas y alargadas alas se elevó al cielo aterrorizando a todos los seres vivos con sus potentes rugidos.

Bahrahgol, el Dragón de la Furia Escarlata se dirigía ahora hacía los Pináculos de la Muerte, el lugar dónde las Sombras residen.

<∞———~•§•~———∞>

En Salazen Kou un atónito alfa bicolor empezó a temblar de la nada al sentir un enorme vacío en su interior, un vacío tan profundo y perturbador que le hacía pensar que no había nada en su interior. Eso lo aterrorizó en gran manera porque antes de que ese vacío se presentara había sentido a Izuku por medio del lazo que los une, pero luego en un segundo volvió a desaparecer haciendo que el vacío se presentara.

– ¡T-Tokoyami, ¿Q-Qué sucede? –Shoto temblaba como si la temperatura estuviera a dos grados bajo cero, eso en serio alarmó a Fumikage–. Por un momento me sentí conectado con Izuku de nuevo, pero luego desapareció como si nada.

Tokoyami rápidamente se inclinó frente a Shoto.

–Si dice que pudo volver a sentir a Su Alteza quiere decir volvió a ser una Aparición.

– ¡E-Exacto, p-pero instantáneamente desapareció! ¡¿Qué fue lo que le pasó?! –Gritó muy alterado.

– ¡Tiene que traerlo de vuelta! ¡Rápido! –Exclamó el Hechicero sucumbiendo al pánico.

Todoroki quería decir algo, le urgía saber que era lo que a Tokoyami le preocupaba tanto, pero al verlo tan o más alterado que él no salieron palabras de su boca.

–Esto es solo especulación mía, pero al mismo tiempo no encuentro otra explicación –dijo el Hechicero–. Creo que la única forma de que Su Alteza volviera a ser una Aparición luego de materializarse es que haya sido herido de gravedad. Pero no creo que se trate de una herida ordinaria, debió haber sido algo con magia, lo suficientemente poderosa como para regresarlo a ser una Aparición.

A Shoto se le puso el rostro pálido de lo impactado que estaba. Sin embargo, lo que más le asustó fue la conclusión a la que llegó.

–E-Entonces su Izuku volvió a ser una Aparición y aún así no puedo sentirlo ahora quiere decir que él... está en el otro plano.

–Así es –confirmó Tokoyami–. Pero eso no es lo alarmante, aunque pudiera estar en el otro lado usted debería sentirlo sin ningún problema. Y si no puede sentir el lazo significa que su espíritu se está desvaneciendo en el otro plano, ¡Por eso tenemos que traerlo rápido antes de que lo perdamos para siempre!

Todoroki enseguida cerró sus ojos, a pesar de lo débil que se encontraba por estar canalizando toda la magia de Izuku desde que fue a Arlabor estaba dispuesto a utilizar toda su energía para traerlo de vuelta.

–Invoco y llamo a la-

–Ese no –interrumpió Tokoyami–. Si va a traer un espíritu herido del otro plano necesitará un hechizo más fuerte. ¿Entiende a lo que me refiero? –Con mirada decidida Todoroki asintió y cerrando sus ojos de nuevo comenzó a recitar, pero...

– ¡Como fuente de pod...!

Apenas Shoto pronunció esas palabras tosió una gran cantidad de sangre manchando a su vez sus propias ropas, luego sintió que algo salía de sus fosas nasales y al llevar sus dedos allí vio que también se trataba de sangre.

Estupefacto miró al alfa frente a él quien también estaba igual de atónito.

–No... ahora no. ¡No puedo estar en mi límite ahora! ¡No! –Exclamó enfurecido el bicolor.

– ¡Cómo fuente de...!

Nuevamente volvió a toser sangre mientras sangraba ahora no solamente por la nariz, sino también por sus ojos y oídos.

– ¡NO! ¡¿PERO POR QUÉ AHORA, MALDICIÓN?! –Gritó lleno de cólera.

Tokoyami estaba inmerso en sus pensamientos tratando de encontrar una solución a este problema, tenía que pensar en algo rápido antes de que el espíritu de Izuku desaparezca al igual que sus compañeros de Academia.

Por otro lado Todoroki intentaba con todas sus fuerzas hacer el hechizo, pero al parecer ya había rebasado su límite.

– ¡Cómo-

– ¡Basta! ¡¿No ve que se hace daño?! –Exclamó el Hechicero tomando a Shoto por los hombros, pero el bicolor lo apartó enfurecido.

– ¡¿Y qué quieres que haga, que me quede de brazos cruzados mientras que Izuku se pierde para siempre?!

– ¡No, pero así no está logrando nada!

– ¡Pues no veo otra solución! ¡Debo seguir intentando!

–Exacto, pero está vez no lo hará solo –Shoto arrugó el entrecejo apenas escuchó eso–. Canalíceme –dijo Tokoyami extendiendo sus manos–. Si toma mi poder podrá hacer el hechizo –Todoroki quedó muy sorprendido por su sugerencia.

–Pero eso te lastimaría –respondió el bicolor.

–No más que Su Majestad sino traemos a su omega de vuelta. No hay tiempo que perder, hagámoslo.

Shoto al ver la mirada decidida en sus ojos aceptó su propuesta. Tokoyami se sentó cruzado de piernas frente de Shoto y fue cuando el bicolor lo agarró de las manos.

–Nosotros somos alfas muy fuertes –dijo Tokoyami–, y a excepción de Su Majestad el Rey existen muy pocas personas que pueden hacernos frente. Sumando mi poder y energía con la suya podemos traer a Su Alteza de vuelta. Estoy seguro.

A pesar de que a Tokoyami le temblaban las manos había convicción en sus palabras, fue por eso que Shoto confío en él con todo su corazón y procedió hacer el hechizo.

Los únicos en todo el mundo que podían salvar a Izuku ahora eran ellos.

——————————————————

El primer tomo ha finalizado oficialmente.

Quiero agradecerles a todos lo que pudieron llegar hasta aquí y a pesar de todos los meses de espera fueron pacientes conmigo y no me abandonaron. De verdad muchas gracias.

Y con respecto al capítulo sé que ha sido un final muy amargo, pero lo único que les puedo decir es que así es como debe ser.

Ahora que ya terminé este capítulo tengo esperanza de actualizar más seguido, pues esta historia aún no termina.

Nuevamente gracias a todos por su apoyo, los quiero mucho y espero que puedan seguir acompañándome hasta el final de esta historia.

Hasta otra🖐️

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