Blue Royalty

By DeniAguayo

29.5K 4.1K 744

La gente no cree en los cuentos de hadas... y te voy a decir porqué. More

Blue Royalty
Dedicatoria
Parte 1. Isa
1. De tontos finales felices
2. De helado y películas cursis.
De Rumores y corazones azules
3. Antes de que el cangrejo se escape de mi plato.
4. Nunca digas adiós
5. Significa Familia
6. El tamaño del corazón
7. La flor que florece en la adversidad
8. Aprender del pasado
Parte 2. Diego
9. Cambiar al mundo
10. Y qué la fuerza te acompañé.
11. ¿Hacer lo correcto?
12. Cambiar el futuro
Parte 3. Laura
13. Fluorescent adolescent
14. Wondewall.
15. Creep
16. I won't hurt you
Parte IV. Isabel
17. Una vida sin amor
18. Raíces.
20. La vida que nos robaron.
21. El crimen
Parte V. Adam
22. De aquello llamado amor
23. De los consejos.
24. ¿Puede oírme, mayor Tom?
25. De la noche del llanto
Parte VI. Diego
26. Pero entre querer ser héroe o ser humano.
27. Trivia: La pregunta.
28. Trivia: El acertijo.
29. Trivia: La respuesta.
Parte VII. Laura
30. The ghost of you.
31. The reason
32. Closer to the edge
Parte VIII. Cristián.
33. El monstruo.
34. De lo que hay debajo de la máscara.
Parte IX. Adam
35.De la lluvia que uno guarda
37. De correr entre la bruma.
38. De que esperes por mí.
Parte X. Todos
39. Diego.
40. Cristián.
41.Laura
42. Isa
Sobre la novela
Redes Sociales
Yellow Nights

36. Del tiempo.

141 32 10
By DeniAguayo

Y se supone que el tiempo pasa.

¿Quién lo diría?

El tiempo, sí pasa.

Casi parece un chiste horrible, lo rápido qué pasa...

Ni siquiera me importa qué tan rápido lo haga, ni siquiera me importa las horas, los días, los meses o años que pasarán. Ahora todo se siente como correr en cámara lenta, cómo caminar sobre tierra húmeda.

Mis ojos no dejan de mirar por esa ventana, como si mirarán una película de la vida ajena. ¿Qué es lo qué estoy pensando? ¿Qué es lo debería pensar? Son las únicas palabras que me rondan en la cabeza ¿Cómo se supone que me deba sentir?

No lo entendía.

¿Qué pasa ahora? ¿Qué se supone que deba hacer ahora?

Ni siquiera me importa.

— Te traje algo de comida.— Me dice Isa y yo me vuelvo a ella por que ni siquiera la oí entrar. Me sonríe con ternura, paciente y le sonrío de regreso. El dolor duele menos cuando ella está aquí.

— Gracias.

No digo mucho más, mi voz se ha vuelto algo muy raro de escuchar últimamente.

Me siento en la cama y ella arrima una silla mientras prepara la comida y me anima a meterme algo en la boca.

Mastico sin saborear.

¿Se supone que debo disfrutar de la comida?

Mis ojos se apagan entre todo esa cotidianidad y se pierden en los dibujos de Oli pegados en la pared.

Entonces una caricia suave en mi rostro me devuelve a la realidad. Isa me sonríe de nuevo mientras peina mi cabello con su mano. La miró un momento por que vuelvo a respirar cada vez que me toca.

— Te ha crecido mucho el cabello. — Me informa, alzó una ceja por que realmente no tengo idea y por que en realidad no me importa. Ella acaricia mi mejilla con su pulgar y cierro los ojos, disfrutando su toque. — ¿Me dejas cortarlo?

Asiento lentamente y ella sonríe ampliamente.

De nuevo, no sé cómo es que he llegado al baño, ni cómo me he sentado delante del espejo. El vacío en mi reflejo me hace suspirar lentamente.

Y cierro los ojos de nuevo, por que no resistió mirarme a mi mismo. Lo único en lo que me concentro es en las manos de Isa recorriendo mi cabello y el sonido que hacen las tijeras al cortarlo.

¿Cuánto tiempo ha pasado desde qué empezó?

De nuevo, no tengo respuesta. Pero Isa está delante mío, sonriendo complacida con su obra de arte.

Y miró su rostro y me esfuerzo en construirlo en algo muy parecido a una sonrisa.

— Perfecto.— Me sonríe.










Despierto en medio de las pesadillas.

Un hueco al que caigo repetidamente. Un camino oscuro del qué corro sin parar, la voz de Oli llamándome, un grito agudo a mis espaldas.

La habitación está oscuras cuando mis ojos se abren aterrorizados, mi respiración va como loca, mi corazón por un momento se siente pesado.

Pero entonces la luz de la mesita se enciende y Isa me mira con miedo. Es ella quién me hace tranquilizarme cuando sus manos me toman por ambos lados del rostro y me obliga a mirarla.

— Está bien.— Me dice y me abraza llevándome a su pecho. — Fue un mal sueño, estoy aquí.

Y es verdad y su abrazo me consuela hasta las lágrimas... y por un momento, le creo.

Todo está bien.









Isa está en la cocina, prepara algo y lo sirve en tres platos. Ella pone uno en una bandeja y sirve un vaso de agua y antes de caminar, me sonríe con calidez.

Entones se dirige al cuarto de mi madre y desaparece un momento.

Ella regresa un poco después y me extiende la comida mientras se sienta delante mío.

— Espero que te guste.— Me dice mientras ella comienza a comer de su plato.

Pero no tomó ni un bocado, me quedo ahí... mirándola.

Y entonces, el tiempo corre un poco otra vez normalmente y me doy cuenta de lo cansada que luce.

— Te quedaste.— Le digo con voz ronca. Ella me mira un poco impresionada pues no suelo hablar mucho últimamente. — Ayer— Continuó y reconozco un poco a mi Isa cuando sus mejillas se sonrojan. — Te quedaste conmigo.

— Ah— Dice ella y asiente sin mirarme al rostro — Ya era muy noche para irme... lo siento.

— No— Digo tomando su mano. Isa levanta la mirada un poco más valiente. — Gracias.












— Te cortaste el cabello— Me dice Lau mirándome atento mientras descanso en la cama.

Asiento.

Se me había olvidado completamente.

— Te queda bien.— Me dice sinceramente. — En serio, lo hace...

— Gracias.

Lau sonríe con cierta timidez. Viene más seguido, creo... a veces sólo se queda conmigo sentada en la cama. Otras veces me plática sobre la escuela, otras tantas llora conmigo.

Ella saca una guitarra negra como por arte de magia y la miró extrañado. 

¿Ya la traía consigo?

Ella sonríe de lado y se la acomoda en el regazo, la observo curioso.

Ella me mira y dibuja una sonrisa tímida en sus labios.

— Voy a estudiar música. — Me dice, asiento esperando algo.

Ella vuelve su vista a su instrumento mientras sus manos van a las cuerdas de esta.

— ¿Te tocó una canción?

— Eso sería lindo.














Isa está acostada a mi lado, me mira entre la oscuridad. La miró de vuelta, en silencio, me gusta dormirme mirándola a los ojos.

Ella se estremece un poco y se arropa un poco más entre las sábanas. Arrugó un poco mi nariz  y por inercia, estiro mi brazo y la abrazo un poco.

Y mi Isa, se sonroja de nuevo.

— Te quiero.— Me dice y me acaricia una mejilla.

La acercó más a mi con mi brazo, y su cabeza se cuesta en mi pecho. Esta es mi forma de decirle que la quiero, el frío esa noche... es muchísimo menos.








Diego parece distraído.

Me doy cuenta por que se ha equivocado muchas veces al leer en esta ocasión.

Como siempre, trae consigo un cómic que me lee como todas las veces que me visita. A veces trata de que ría un poco con sus interpretaciones de los personajes pero ahora, no ha cambiado el tono de su voz ni una sola vez, ni ha hecho gestos y lleva tres veces tratando de leer la misma línea.

— ¿Te sucede algo?- Le preguntó y sus pupilas se dilatan un poco, lo he atrapado con la guardia baja.

Diego abre la boca, cómo si quisiera decir algo pero rápidamente la cierra y niega con la cabeza mientras se acomoda las gafas.

Es cómo si poco a poco despertará de un sueño, cómo si la neblina comenzará a levantarse.

El tiempo y el minutero, avanzan un poco más y notó los cambios en mi amigo, está más delgado, su mandíbula se marca más y sus ojos están tristes. Diego jamás ha sido bueno disimulando sentimientos. Se muerde los labios.

— Sabes que aún puedes contarme lo que sea— Le digo en voz baja. —¿Verdad?

Los labios le tiemblan y notó que respira más lento, sé que está reteniendo las lágrimas. Le toma la mano y eso es suficiente motivo para que comience a llorar.

— Tranquilo.— Le digo, por que realmente luce a punto de romperse. Diego se arrima a mi lado y sin vergüenza alguna me abraza mientras llora en silencio. — Tranquilo...

Le digo en un arrullo mientras le doy palmadas en la espalda y me encuentro con una realización que me deja perplejo.

Me siento bien.

Esto se siente bien.

Es, como si así... consolándolo, un pedacito del enorme hueco que se ha formado en mi pecho, se llenará por un momento.

Y descubro, con cierto asombro; que me gusta consolar a la gente.

— Lo siento— Hipea sobre mi hombro. — mírame, soy un desastre de amigo...

— No digas eso...

— Lo soy— Dice borrando sus lágrimas con el dorso de su mano. — ¡Sé supone que soy yo quién deba consolarte! ¡No tú a mí!

Le sonrió con los labios cerrados y lo miró limpiarse sus lágrimas otra vez.

— Bueno, nosotros no somos los "amigos convencionales" ¿Verdad?— El asiente poco convencido. —¿Qué pasa?

Diego sorbe por la nariz y suspira más calmado.

Me gusta esto...

Sentirme útil.

Sentirme necesario.

— Es una tontería...

— No debe serlo si estás llorando así.

Él se muerde los labios, indeciso pero al final suelta el aire y me mira tímido.

— Me siento culpable.

— ¿Por qué? — Diego respira profundo y huye su mirada de mi. Mi frente se arruga un momento.

— Por... haberte aparatado ese día. — Dice en voz baja, casi inaudible. Lo miró sin comprender y lo veo en converse en su lugar. — Cuándo yo... cuándo tú me acompañaste a comer para escucharme hablar, cuándo tú... me acompañaste a casa de Isa para que habláramos...

Mis ojos se agrandan, recordando de qué habla. ¿Cómo no saberlo? Ese día... ese día horrible.

Es mi turno de morderme los labios.

— Quizá si yo... — continúa con la voz rota. — quizá si yo no te hubiera pedido ir conmigo tú... hubieras llegado a tiempo, quizá si hubieses estado ahí...

— Basta.— Le digo cerrando los ojos. Diego llora de nuevo. — Detente, por favor...

—¡Lo siento mucho, Adam! Yo...

— No tienes nada que ver en lo que sucedió.— Le digo pero no soy capaz de mirarlo a los ojos, no porque lo culpe sino por que estoy a punto de romperme de nuevo. —No pudimos haberlo sabido, no te culpo de nada.

— Lo siento.

— No tienes tienes por qué.








—¿Qué... haces aquí?— Me dice Isa, sorprendida mientras me la encuentro en las escaleras de mi apartamento. — ¿A dónde vas?

No la culpo por estar extrañada, sé que últimamente no salgo de casa. Pero hoy quiero hacerlo, las paredes comienzan a enfermarme.

— Voy por leche— Digo con simpleza. — ¿Me acompañas?

Con el intento de una sonrisa, camino para bajar las escaleras de nuevo. Siento a mirada en la espalda pero no tarda mucho en seguirme escaleras abajo.

Su mano, toma la mía y caminamos hasta la tienda de conveniencia.

La señora de la tienda me mira curioso y aclara su garganta.

— Qué gusto verte de nuevo.— Me dice con los ojos apenados, alzo una ceja pues no sabía que realmente se había dado cuenta de mi ausencia. —Oí lo que sucedió.— Dice y mi intento de sonrisa cae de mis labios. — Lo siento.

Isa se interpone entre nosotros y el mostrador y toma la compra de sus manos y me empuja a un lado, como queriéndome decir que no debo lidiar con esto ahora mismo.

Pero...

— Está bien.— Le digo. Y tomó la compra de las manos de Isa y con la libre entrelazó nuestros dedos, le sonrió. — Vamos.










Llueve.

Por fin, llueve.

La lluvia se estrella en el cristal.

Ojalá lloviera todo el tiempo.

Y entonces, cuando estoy a punto de llorar de nuevo unos brazos me abrazan por la cintura.

— La cena— dice Isa—, ven a cenar.

— ¿Te quedarás esta noche?— le preguntó pero incluso, mucho antes de qué diga algo, sé la respuesta.











Esa mañana, despierto temprano.

Isa aún duerme en mi cama y la mañana amanece fresca por la lluvia en la noche, hace frío pero me he acostumbrado a esa sensación que ahora parece amiga.

Salgo de la habitación y mis ojos caen en la puerta en la que hace algún tiempo no entro. Por un momento siento como un agujero negro me tragara y me jalara de nuevo pero... aprieto los puños y comino rumbo a ella.

La letra de un niño al que amé más que a mi vida aparece frene a mi.

Por un momento viendo el letrero de su habitación me hace llorar, mis dedos repasan una letra de colores que me parte el alma y antes de qué pueda arrepentirme, abro la puerta.

El tiempo, se detiene de nuevo.

Todo luce igual.

Es aterrador por un momento.

Pero entonces mis ojos caen en la evidencia clara de que no es verdad, de que no es cierto.

Nada es igual, por que no está él aquí.

Por qué no vendrá a mi lado, por que su cama está vacía y no siento unos brazos pequeños abrazarme por la cintura, por que no hay un par de ojos grandes mirándome con expectación, por qué no escuchó su risa, ni su voz...por que en las esquinas de los muebles me dicen fríamente que el tiempo pasa cuando hay polvo sobre ellas.

La clara señal, de qué el tiempo no espera a nadie.

Aquí, no hay nadie.

Continue Reading

You'll Also Like

503 102 21
Despacio como de prisa, así llegaste a mi encuentro, aleteando en mi vientre como mariposa y recorriendo mi espalda; tú eres la nube y yo soy el ciel...
10M 479K 197
Frases ... #15 #9 en De todo #5 en De otro #1 en De todo
769 294 17
Para Dalia agosto llegó tan rápido como se fue, pero se sintió tan bien como la caricia de una mariposa. Entre fotos, flores, citas y libros de poesí...
7.8K 1.2K 24
A todos sin excepción algunas nos han contado o hemos escuchado una historia o mensaje que jamas olvidaremos. En mi caso fue mi abuela quien dijo una...