Acuerdo Pre-Nupcial

By RossyCastaneda

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Tras perder la esperanza que él la buscara, Candy tomó una decisión que cambiaría el rumbo de su vida sin ima... More

Capítulo I
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Epílogo

Capítulo II

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By RossyCastaneda

Candy sintió problemas para tragar su propia saliva. El porte aristócrata del hombre frente a ella y la profundidad de su mirada le hicieron recordar al causante de su turbación.

—¿Se siente bien milady? —le preguntó Terry con voz fingida acercándose a ella.

—Si, gracias por preguntar —respondió la rubia dando un paso atras. Los latidos de su corazón y su respiración  se aceleraron. No comprendía la razón ni la cuasa, pero era un hecho; se sujetó del barandal del barco al sentir que el suelos se movía bajo sus pies, y  no precisamente por el movimiento del barco sino porque estaba a punto de desmayarse.

—Es evidente que no lo está milady —le dijo Terry sujetándola por la cintura provocando que la joven rubia sintiera una fuerte descarga eléctrica en todo su cuerpo.

<<Oh Dios! , si este es el calor que los condenados sienten en las profundidades del Infierno, me declaro merecedor de tan grande castigo>> —dijo Terry para si. La sensacion que sintió al tener el cuerpo de Candy pegado al suyo era indescriptible. 

<<Cuantas veces soñé, aún despierto por vivir un momento asi? Solia apartarme de mis compañeros, en busca de un lugar privado en donde poder echar a andar mi Imaginacion, y la sensación que sentía entonces es nada comparada a la que me inunda en estos momentos. Sentir su cuerpo tembar bajo mi sutil toque está desquiciandome. Debo recuperar el auto control que he perdido, no puedo poner en evidencia mi corazón hasta no estar seguro que ella es libre>> —decía para si mismo.

Como el actor que era, se las arregló para imaginar que ese momento, era una escena de teatro. Cerró los ojos y se obligó a controlar los desenfrenados latidos de su pobre corazón.

—Si yo fuera su esposo, no permitiría que diambulara sola a estas horas de la noche milady  —dijo el castaño apartándose un poco.

—No soy casada —respondió Candy titubeante.

—Es extraño que una señorita tan bella como usted, no lo esté —la observó detenidamente en espera de su respuesta. —Imagino que está usted comprometida ¿o me equivoco?—dijo al ver que Candy prefirió guardar silencio.

—Se equivo usted de nuevo, ni estoy casada, ni tampoco comprometida, ahora si me disculpa —dijo la joven abrazándose  a si misma —debo regresar al salon de baile, me he ausentado demasiado tiempo y a estas alturas mi familia debe estar muy preocupada por mi —se giró dispuesta a marcharse cuando de pronto sintió que un fuerte brazo se lo impedía.

Aquellas eran las respuestas que él esperaba escuchar para revelarse a ella.

—No has cambiado Pecosa —dijo Terry con su verdadera voz al tiempo que removía el antifaz que mantenía parte de su rostro cubierto. —Bueno... si lo has hecho, ahora eres toda una mujer de lo mas hermosa.

Candy se giró. Había imaginado esa escena muchas veces, incluso hacía unos minutos atrás , se imaginó bailando con él y estaban a punto de besarse cuando los aplausos de lo presentes la trajeron a la realidad, asi que, no le extrañaría que eso fuera producto de su imaginación .

Parpadeó varias veces —<<es mi imaginación >>—se repitió a si misma al tiempo que cubría su rostro con ambas manos. Poco a poco, deslizó sus manos y lentamente abrió sus ojos.

—Te —rry —balbuceó. Él está allí , frente a ella. No era solo su voz, era tambien su rostro, el cual ahora lucía mas maduro y mucho mas apuesto del que ella recordaba. Extendió una de sus manos para estar cien por ciento segura que era real y no un espejismo.

Las palabras de Annie resonaron en su mente, al tiempo que gruesas lágrimas brotaban de sus preciosos ojos verdes al comprobar que era él, tras tocar su rostro. Él estaba allí, frente a ella.

<<¡Buen Dios! —comenzó a decir para mi misma cerrando los ojos —Quería un miliagro y me lo has dado, gracias. Ahora mas que nunca debo de ser valiente, debo por primera vez pensar en mi antes que en los demás. Esta es mi oportunidad de corregir la peor decisión de mi vida, la cual me costó años de infelicidad>>

Una fuerte oleada de calor se apoderó del cuerpo de Terry al sentir su suave mano acaricando su rostro.

<<¡Dios! Cuantas veces deseé esto>> —pensó mientras disfrutaba el suave tacto. Sacó su pañuelo, el mismo que usó para cubrir los pequeños rasguños que ella sufrió el día que la había obligado a subir a Theodora durante aquel único festival de mayo que compartieron, el mismo que ella dejó olvidado en una de las butacas del teatro de Chicago y el cual desde entonces lo acompañaba a donde quiera que iba.

Extendió una de sus manos y con suavidad comenzó a limpiar la humedad de sus preciosos ojos verdes. Deseó con todo su corazón estrecharla entre sus brazos, pero reprimió ese sentimiento. No quería asustarla, no quería que se marchara. En estos momentos, rogó al cielo que el tiempo se detuviera.

—¿Te sientes mejor? —le preguntó tras limpiar sus lágrimas.

—Si —respondió Candy en un hilo de voz y para sorpresa de Terry, lo abrazó como si en ello se le fuera la vida.

<<Dios, ahora mas que nunca, acuerdate de este pobre mortal y deten el tiempo>> —suplicó para sus adentros el apuesto castaño. Nunca había sido un devoto, pero ahora, reconocía que solo Él tenía el poder de hacer realidad su deseo.

—Terry, no eres un sueño, realmente estás aquí, —susurró Candy en su oido.

<<¡Por todos los cielos!>>

Terry se estremeció al sentir su cálido  aliento invadiendo cada uno de sus sentidos, provocando que todo su cuerpo vibrara ante la suavidad del suyo que se encontraba pegado al de él . Cerró los ojos para disfrutar el momento. De pronto, y luego de correponder a su abrazo, sintió como si su cuerpo flotaba en el aire.

—De haber sabido que viajabas en este transatlántico y que me recibirías de esta manera, habría venido a tu encuentro hace mucho —respondió el joven con tono arrogante apartándose un poco de ella para mirarla a los ojos —Veo que has cumplido con tu palabra —fijó su mirada en su pequeña nariz

—¿A que te refieres? —preguntó Candy un tanto confundida por sus palabras.

—A que mas va ser —dijo él burlón —te has vuelto una coleccionista de Pecas —No pudo evitar sonreir de medio lado al ver la expresión de su rostro. Terry sabia que eso no era para nada gentil ni caballeroso en su primer encuentro después de tanto tiempo, pero no pudo evitar que los recuerdos invadieran su mente —hay cosas que nunca cambiaran —toco su mandíbula — Aunque pasen los años, sigues haciendo los mismos gestos de Mona Pecosa —bromeó.

—Y tu sigues de envidioso por no tener ni una sola Peca, mocoso insolente —Respondió Candy sacándole la lenga provocando que fuertes carcajadas brotaran de la garganta de joven Inglés.

<<¡Dios del cielo!, cuanto extrañaba estas peleas juveniles. Candy ha sido la unica persona sobre la faz de la tierra, capaz de tranquilizar mi atribulada >> —dijo Terry para si.

Como la adolescente de antaño, Candy termino uniéndome a sus carcajadas.

—¿Te sientes bien? —le preguntó Terry con evidente preocupación al escucharla irrumpir en llanto.

—Nunca antes me había sentido tan bien —respondió la joven rubia tras tranquilizarse.

—¿Por que lloras entonces?

—Lo hago de felicidad Terry —respondió Candy sorbiendo su nariz —no tienes idea lo que significa para mi tu presencia.

—Ah si —Terry arqueó una ceja  y murmuró unas palabras que Candy no logró escuchar gracias al sonido de la bocina del Transatlántico que resonó en ese momento.

Una vez mas, Terry la sujetó de la cintura ya que estuvo a punto de caer de bruces tras trastabillar.

Candy cerró los ojos; rechazó inmediante el recuerdo de la última vez que estuvieron así. En  su lugar evocó lo recuerdos de aquella tarde cuando el muy bribón valiéndose de artimañas la abrazó de la misma manera en el interior del hangar de la Villa Granchester en Escocia. No pudo evitar suspirar. Sus fuertes brazos rodeándola, le hicieron sentir que estaba segura y que el sufrimiento que había pasado todos esos años, era nada en comparación a la dicha que sentía en esos momentos y que sin duda alguna, mientras tuvieran vida, se encontrarían; y allí estaban pegados el uno del otro.

<<Es ahora o nunca Candy>> —se animó Candy a mi misma

El sonido del mar que se mezclaba con el suave sonido de sus risas, hizo que el corazón de Terry antes atribulado se llenara de paz. Ella estaba allí junto a él. Su pobre corazón estaba a punto de salir de su pecho. Esta vez no la dejaría marcharse.

—Terry —dijo Candy girando ligeramente su rostro. Sus bocas estaban tan cerca que solo bastaba que él bajara un poco su cabeza  y sus labios se unirán. —perdóname por marcharme aquella noche, no debí hacerlo, al menos  no de manera que lo hice —dijo cerrando los ojos —no debí  decidir por los dos, debí permitir que tu tomarás tu propia elección.

—Lo hice Candy —respondió Terry soltándola y apartándose un poco —me quedé con ella en lugar de ir tras de ti —le dio la espalda, no quería que ella viera el dolor en su rostro.

—No fue tu elección Terry —le dijo ella abrazándome por la cintura —tu solamente respetaste mi elección y te comportaste como todo un caballero asumiendo una responsabidad  que no te correspondía.

—¿Como dices? —Terry se giró para mirarla a los ojos.

—Tu no tuviste culpa de lo sucedido, lo que pasó fue un accidente, un lamentable accidente, sé que si las cosas hubiesen sido al revés, tu jamás la habrías obligado a permanecer contigo —Candy sonrió tristemente y bajó la mirada —me di cuenta de mi error cuando ya era demasiado tarde, yo le había prometido alejarme y no interferir entre ustedes —gruesas lágrimas brotaron de sus preciosos ojos verdes.

—Lo sé —mintió Terry para que Candy no se recriminara mas por algo que había pasado años atrás. No soportaba verla sufrir. Extendió sus manos y limpió su rostro y con un rápido movimiento la atrajo hasta él nuevamente y la envolvió en su brazos.

—No hablemos mas de cosas tristes, ¿no crees que hay cosas mas interesantes de las que podemos hablar? —dijo Terry rompiendo el silencio en el que permanecieron por algunos segundos —Dime, que ha sido de tu vida durante todo este tiempo.

El corazón de Candy se regocijó al saber que él estaba interesado en saber mas de ella.

—No sé si te enteraste que Albert resultó ser el Bisabuelo William.

—Lo leí  en los periódicos y debo admitir que me sorprendió en gran manera.

—Imagina cual fue mi reacción al descubrirlo.

—Lo imagino —Terry sonrió —¿Y como está él ahora?

Terry vio como Candy apretaba los labios y se alejaba de él para caminar en dirección al barandal del barco. Lo único que atinó a hacer fue seguirla. ¿Algo anda mal?

—¿Sucede algo?

Candy se vio obligada a cambiar de tema de manera brusca y repentina en cuanto Terry le preguntó por el estado de Albert.

—Luego de graduarme como enfermera, y con los efectos de la guerra, tomé un par de cursos para convertirme en efermera quirúrgica.

—Interesante —respondió Terry siguiendo el hilo de su conversación.

—Lo fue hasta que me di cuenta que tenía que seguir estudiando año con año para familiarizarme con nuevas técnicas —Candy se giró y lo vio. Se dio cuenta de su error táctico, pues al alejarse de él, Terry se había dado cuenta que algo no anda bien. La joven rubia trató de mantenerse serena, pero la manera como la miraba Terry, analizando cada una de las palabras que salían de su boca tras el repentino cambio que le había dado a la conversación, la obligó a apartar la mirada.

—¿Te rendiste, entonces?

—No tanto como rendirme, hice algo mejor — sonrió una vez más —Albert remodeló el hogar de Pony y construyó una clínica para personas de escasos recursos, me mudé a mi hogar para poder brindar mi servicio voluntario en pro de la comunidad —Dijo Candy relajándose un poco al ver que él sé unía a su conversación.

—E imagino que ahora estas tomando unas merecidas vacaciones

Terry vio como ella cerraba los ojos y negaba con la cabeza. En ese momento experimentó el mismo miedo que sintió el día que fue por ella a la estación de tren de New York tras su invitación al estreno de Romeo y Julieta.

Candy tuvo dificultad para tragar su propia saliva. Sin saberlo, Terry la había acorralado al pensar que su viaje a Londres era por motivos vacionales. Jamás imaginó que decirle la verdad a Terry sobre los verdaderos motivos que la llevaban a Londres fueran tan difíciles de expresar. Pero debía decírselo ahora o no tendría el valor para hacerlo después.

Tomó una bocanada de aire y estaba por decirle la verdad, cuando la música dentro del salon de baile hizo que ambos se quedaran en silencio una vez más.

Continuará....

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